Corría el año 2010 y yo estaba decidido a cambiar mi querida Suzuki SV650 carburada de 2000. El cuerpo me pedía una moto naked de estilo clásico rutera, resistente, intemporal, sencilla, algo que pudiera usar para todo y que me durara incluso hasta la jubilación. No soy muy exigente con las motos, tiendo a la simplicidad.
Entre las barajadas estuvo la Bonneville SE de ese año. Fui a verla varias veces pero algo me frenaba. Veía que la moto estaba bien pero había aspectos que no me gustaban, como que tuvieras que pagar de más por tener emblemas en relieve (de plástico) y un cuentavueltas, veía un solo disco de freno y veía un precio elevado. Me parecía preciosa, pero no era suficiente.
Finalmente la elegida fue una Harley Sportster Roadster que me pareció en principio más moto, era también muy bonita y además resultaba más barata. Estuve cuatro años con aquella Harley y debo decir que aunque lo intenté (la reformé bastante), no llegó a cumplir con lo que yo buscaba. Lo que la Sportster me grabó a fuego en mi cabeza es que nunca volvería a comprar una moto que no cumpliera unos mínimos técnicos, por muy bonita que fuera.
Pasó el tiempo y después de varias motos encontré la que creo que es la neoclásica más equilibrada del mercado: la Kawa Z900RS. Esta moto tiene todo lo que yo busco e incluso más. No necesito tanta potencia, pero ¿a quién le amarga un dulce?
Sin embargo, la Kawasaki es una moto moderna vestida de clásica. Y yo siempre me he preguntado: ¿es que no es posible tener una máquina de concepción clásica que sea mínimamente solvente técnicamente? ¿es eso un espejismo imposible sin gastarse una fortuna? Yo no podía gastarme 16.000 - 18.000 € en una Norton o una Thruxton R.
Hará un año, pensé que la única opción para mí era buscar una unidad de segunda mano barata (complicado) y reformarla a mi gusto. Soy aficionado a la mecánica, para mí el motorismo va unido implícitamente a meterle mano a tu montura, y me sentía capaz de intentarlo. Eso sí, no vendería la Kawasaki y mi presupuesto total estaría siempre por debajo de 6.000 €.
Y comencé una búsqueda que duró unos seis meses.
La cobaya del experimento
Después de rebuscar en internet e ir a ver unas cuantas motos, un día de enero vi un anuncio que me llamó la atención por el precio contenido. Era una Bonneville retocada, sin guardabarros, con un asiento marrón, que se podía ver muy mal en las pocas fotos que el vendedor había puesto. Tuve un pálpito y decidí llamar. Me contesto un hombre de mi quinta, muy amable, que me explicó la historia de la moto con detalle y se ofreció a enviarme más fotos e incluso un vídeo. Cuando vi el material, me di cuenta de que era una T100 Black y que no estaba en mal estado. Hablamos un par de veces más y me tiré a la piscina. Hice un viaje de 700 km ida en coche, vuelta en la moto.
Y me traje esta, la cobaya de mi experimento:

El trabajo en el laboratorio
¿Cuál era el objetivo con esta moto?
Principalmente quería hacer dos cosas: devolverla lo máximo posible a la original (es como me gusta) y sobre todo, intentar reformar la parte técnica para convertirla en una máquina consistente en lo básico, a saber, suspensiones, frenos y ergonomía.
Decidí entonces cambiar las suspensiones, los frenos y el asiento, además de reconstruirla y darle una sesión de mantenimiento. También, ya puestos, una estética con toque personal.
Los trabajos han sido:
- Cambio de muelles de horquilla por progresivos Hagon con nuevo aceite Motul SAE 10. Instalación de tapones de horquilla con regulación de precarga
- Cambio de amortiguadores por los progresivos Hagon 2810
- Cambio de pinza de freno original por Nissin de tres pistones con latiguillo metálico
- Relleno del asiento con gel + viscolástica para aumentar comodidad en largas tiradas
- Nuevo esquema de pintura (British Green Racing)
- Mantenimiento: bujías, aceite, filtros, engrases
- Pulido de escapes y colectores
- Montaje de todas las piezas de serie: guardabarros, luces, intermitentes, espejos, etc.
Aquí está desnuda en pleno proceso:

Aquí las piezas usadas en la horquilla y las suspensiones:


La famosa pinza compatible plug & play Nissin de tres pistones. Después de mucho buscar y descartar ofertas usadas de precio abusivo, encontré un vendedor italiano que las ofrece nuevas y de color negro. La encargué el mismo día que di el sí a la moto.

Ha sido un proceso de más de un mes interrumpido por varios imprevistos, pero después de muchas horas y de varias sesiones intensivas, conseguí acabarla un domingo lluvioso que me impidió probarla. Pero por lo menos aquel día me subí en parado, di al contacto y vi la luz cuando todo se activó correctamente: luces, bomba, etc. Esa noche descansé esperando el sol del día siguiente.
El resultado de los trabajos

Y la prueba final: me enamoré de una cobaya
Al día siguiente hizo sol:

Y amigos, solo puedo decir que considero un éxito el experimento. Primero porque la moto, después de tantos cambios, no falló en nada, cosa que yo no me esperaba.
Después porque el comportamiento de la T100 después de los trabajos no tiene nada que ver con aquella Bonneville negra sin guardabarros que compré.
Las suspensiones son cómodas y a la vez estables en curva y frenadas. No son de deportiva, son suspensiones turismo que se tragan bien las irregularidades y no se descomponen con los cambios de velocidad o las curvas. Inclino con confianza y la máquina se muestra estable y noble.
La moto frena aceptablemente y con un tacto progresivo que a mí me gusta mucho. Con dos dedos dosificas la potencia de frenado, desde bajar levemente la velocidad hasta frenar completamente sin bloquear rueda.
El asiento ha mejorado mucho y la sensación es muy buena, pendiente de probar en rutas largas. De la combinación con las nuevas suspensiones resulta una moto muy cómoda, capaz de largas tiradas sin castigar demasiado al piloto.
Y por encima de esto un motor que a mí me parece una maravilla: suave, poderoso en bajos y medios, regular, y con un sonido que a mí se me antoja muy sexy. Es el corazón de la moto y lo que hace tan atractiva a esta inglesa. El 865 de aire me parece todo un logro de Triumph.
Finalmente, no nos engañemos, lo que tengo es una moto de turismo de corte clásico que está a cierta distancia en capacidad y prestaciones de una moto moderna. Un doble cuna con basculante de acero y doble amortiguador es lo que es. Pero el resultado del experimento es una máquina consistente, cómoda, segura y con un tacto muy atractivo, casi adictivo. Yo la veo útil para ciudad, desplazamientos medios incluso viajes con las limitaciones de cualquier naked. Soporta ritmos de paseo y ritmos moderadamente fuertes con alegría y sin desfallecer en nada.
Por fin, después de doce años he encontrado un "hierro antiguo" que se tiene en curvas, es cómodo y frena en condiciones. Me he enamorado de mi propia cobaya.