Des de finales de 2012 y todo lo que llevamos de este 2013 un buen número de fines de semana están marcados por el mal tiempo.

Durante la semana hace bueno, pero la inestabilidad se concentra en sábado o domingo o en ambos.

Es una cifra muy superior a la que correspondería estadísticamente, debe ser el Murphy ese haciendo de las suyas.

El fín de semana pasado tenía previsto hacer una salida de montaña, ya la pospuse el anterior por el mal tiempo, y a medida que pasaban los días se confirmaba que el mal tiempo estaría presente.

Así no contaba con ir a la Rutaka por Tarragona propuesta por Lomarraco, aunque me tiraba mucho pues hacía años que no rodaba por esas carreteras.

Tuve esperanzas hasta el último momento de irme para Andorra, es una travesía que me apetece muchisimo.

La previsión era clara, nubes y truenos en el Pirineo, así que me decidí a ir a la Rutaka.

Me paso como lo del chiste del intermitente, ahora si ahora no,

y es que anduve en conversaciones con un compañero durante la noche y decidimos ir por libre, luego otra vez que no, luego que si y finalmente a las 07 de la mañana el no definitivo del compañero y salí literalmente zumbando para Reus que eran ya casi las 7,30.

Del Can Tanga, pues no se, las expectativas eran altas, se encargo el Pulpi de hacerme subir la “atención”, pero quizás fue que me quede absorto con el encuentro con los compis, que no me llamo la atención nada de especial, ni tangas, ni bragas de la abuela…na.

Otra vez Lomarraco con un problemilla en la Tiger,

así que con buen criterio,

nos emplazo a salir de ruta, para no llegar tarde al desayuno que teníamos reservado, y el mientras miraría de solucionar el tema. Salimos liderados por “el Zejio” , pedazo de lider,

nos llevo de maravilla toda la ruta, una gozada, un ritmo genial, aunque demasiado rápido para mi, que me encanto con el paisaje…

La ruta hasta Juncosa, una gozada, subimos y bajamos por esa tierra áspera, cruzando pinares, tierras yermas, viñedos, que sacan de la tierra la misma aspereza y la convierten en unos vinos fuertes y con cuerpo

. Encima del verde, la roca, desfiladeros y cortados, cingleras les decimos por aquí, que aparecían como puños recortados en el azul.

Subíamos y subíamos, hasta estar frente esas rocas, y veíamos la piel abajo, extendida, sinuosa.

Tanto como la carretera. Pensava en el por que la carretera se retuerce a veces sin motivo aparente.

Mil historias que se remontan a la noche de los tiempos guardan el secreto. Las carreteras, la mayoria sobre caminos ancestrales que debían su trazado al paso entre fincas o propiedades, o incluso lugares sagrados, todo esta olvidado. Rodamos encima de la historia y no somos conscientes. Para nosotros la carretera es otra cosa, no es ni tan siquiera una forma de ir de un sitio a otro,

por que nuestro objetivo no es ese.

Muchas veces no vamos a ninguna parte en concreto,

solo buscamos pasar, rodar, la carretera no tiene sentido por que une dos puntos, para nosotros lo tiene por si misma.

Es una gran diferencia. Desayuno de forquilla, de mesa y mantel
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y allí esperamos a Lomarraco que se unió a nosotros. De allí vuelta a la ruta, curvas y algún tramo de nacional hasta Cambrils, otra gozada.

Bolote con su Yamaha xj6?, no se muy bien, no entiendo de motos,

el caso es que tiene 4 semanas igual que su carnet, y el tio no lo dejas atrás para nada, este chaval promete, va a disfrutar como un enano,

y en 4 dias se buscará una Triumph.

En Cambrils cervecitas con vistas al mar, y en la terraza de un irlandes, nos zampamos la tortilla, vaya cuadrilla que somos….

Allí acababa la ruta, y nos despedimos,

pero Lotriquell y yo teniamos tiempo, así que nos montamos la sesión de tarde.

Tuve el lujo de seguir la rueda del Gran Lotriquell de nuevo.

Tomamos hacía Vilalba, y allí empezo un tramo que deja sin aliento.

Siempre se dice que los parques eólicos rompen el paisaje, allí el parque es el paisaje, es como entrar en un bosque de aerogeneradores, a pie de carretera, tan cerca que la sombra al pasar parecía empujarnos por la carretera, y otra vez y otra vez. La carretera toma cierta altura, y entonces las aspas son como un enorme ventilador que tienes frente a ti.

Dejamos los molinos, y tomamos hacía la Pobla de Masaluca, y de allí a Riba roja. Simplemente sublime,

un paisaje solitario, era como un mar donde las arrugas de las olas hubiesen crecido como montículos, que se extendían tanto como alcanzaba la vista, y Lotri y yo solos cruzando ese mar.

Y unas curvas como se ven en pocos lugares, que gozada, que gozada

En esa tierra muchos como nosotros dejaron su vida,

lo recuerdan placas y monolitos, cruzamos los espacios de la batalla del Ebre. Cuanto dolor, cuantas vidas acabaron allí lejos de sus casas, de los suyos.

Algunos vinieron de más alla de nuestras fronteras con la ilusión de mejorar el mundo, y allí quedaron esparcidos sus sueños.

Hubo un tiempo que estaba convencido de que ni nosotros ni nuestros hijos veríamos nunca más algo similar, pero de una tiempo hacia aca, no estoy tan seguro.

Llegamos a la ermita de Sta Magdalena de Berrús, del S.Xll, aunque ese no es su emplazamiento original.

La ermita estaba abajo en el pueblo, que fue inundado por las aguas del pantano, de allí fue trasladada piedra a piedra y montada en aquella altura.

En el fondo del pantano quedaron las casas, los campos que nunca más sentirán el hierro del arado abriendo la tierra, ni la luz del sol, y los recuerdos de generaciones que allí habitaron y los huesos de todos ellos, olvidados, muertos.

Por que es cuando te olvidan que realmente mueres.

Desde allí, la vista del pantano, el agua de la vida, coloreando la tierra oscura, el viento, y la sensación de no ser nada en medio de tanto, genial.

Llegamos a Flix, repostamos y tomamos algo, nos despedimos, Lotriquell para Lleida, y yo para Valls. El como un pincel con su traje nuevo, con su moto nueva, con su casco nuevo, pero con el espíritu de siempre, un gran tipo, me sentí afortunado de haber rodado otra vez a su rueda, y le di las gracias.

En Valls tengo familia y no podía pasar de largo, una tia mayor, muy mayor.

Volví cruzando la noche, sin más referencia que la escasa distancia que alumbra el faro,

llovía a ratos, apenas unas gotas, quería llegar, y a la vez quería seguir, ¿que tiene esto que nunca es bastante?.

Volvia con mis pensamientos, recordando la ruta, recordando otras cosas, haciendo algún plan, y mirando fijo esos metros de asfalto que me mostraba Bonny por delante, imaginando que en medio de aquella oscuridad inmensa, yo solo era un punto rojo o un punto blanco según por donde mirases.

Gracias a todos, los conocidos y los nuevos, otro día genial para guardar en la memoria.
