Llegamos a Malpartida (¡vaya cuestas, la Virgen!), encontramos la casa rural donde nos íbamos a alojar el finde y rápidamente nos pusimos a la tarea de buscar un garito donde reponer líquidos y estirar las patorras. No tardamos en encontrar algo, aunque para ser sincero veo al pueblo (casi 5000 habitantes) muy falto de oferta. Muy pocos bares y algunos de ellos muy mal aprovechados y pobremente atendidos. Supongo que la cercanía con Plasencia provoca que la gente se vaya a la ciudad y pase del pueblo a la hora del alterne, dejando a sus propios bares vacíos. Una lástima.

No, no es mi autorretrato ni hay espejos cerca. Este pequeño pony debe hacer las delicias de los niños que visiten la casa rural, a la vez que mantiene el césped recortado. Una gran idea.

Y ya el sábado nos pusimos en ruta de visita al Parque Nacional de Monfragüe. La carretera es la EX208, y llega a Trujillo después de unos 70 km, atravesando el parque. La primera parada importante es el pueblo de Torrejón el Rubio, donde paramos a repostar algo de energía.

En el trayecto hasta Trujillo se visitan algunas partes del Parque. Estos riscos albergan varias colonias de buitres, alimoches y demás pájaros de diferentes especies, lo que hace las delicias de los aficionados a la ornitología. Vimos varios grupos de gentes armadas con prismáticos y cámaras con enormes teleobjetivos.




Esa misma noche de sábado nos dijeron que había concentración motera en Malpartida para visitar una berrea nocturna (¿berrea en octubre?) en las cercanías del Parque, pero no nos apetecía demasiado andar de noche por ahí para escuchar berridos, así que preferimos llevarnos a nuestra casa rural algo de jamón, queso y lomo y una botella de vinazo, más malo que la carne de pescuezo, pero vino al fin y al cabo, y hacer la concentración por nuestra cuenta. Sí que vimos algunas motos, pero tampoco muchas.
El domingo paramos en Plasencia para visitar la ciudad y dar un paseo antes de volver a Ávila. Seguro que todos los restaurantes son buenos, pero en el que paramos (Goya) nos trataron tan estupendamente que no puedo dejar de mencionarlo. Se hicieron cargo de ropa y cascos mientras fuimos a recorrer la ciudad y luego nos pusieron unas migas, un jamón y unos champiñones rebozados tan extraordinarios que me veo obligado a comentarlo. Allí mandamos a otra pareja que aparcó su Multi 950 a nuestro lado cuando iniciábamos el viaje de vuelta a casa. Creo que les hubiera gustado comer con nosotros aun cuando no nos conocíamos de nada, pero ya llevábamos la andorga llena.
La Tiger por supuesto genial. Por primera vez usé el control de velocidad, y aunque no soy muy amigo de él ni siquiera en el coche la verdad es que sí relaja bastante el brazo derecho cuando se circula por autovía o autopista.
Regz