6.20 de la mañana, EL ligero llanto de mi lagartija, suena en mis oidos cual ruiseñor mañanero suena en el corazón de los enamorados. Con más sueño que devoción, me levanto a darle su ración de agüita, para que siga con su plácido sueño y nuestro merecido descanso. Vuelvo a la cama, con la idea rondándome en la cabeza de darme un pequeño rulo, pero el sueño domina mi pasión... o no.
Ayer me acosté con un poco de meláncolia, por los años en que me perdía por ahí, sin destino concreto, por el puro placer de salir a sentir el placer de conducir.
Saqué el mono viejo que usaba entonces, que jubilé con unos 200.000 kms, le dí bien de crema, NIVEA, como antaño, y lo dejé preparado por si me levantaba.
Parece que la pasión a veces domina a la razón, así que decido quedarme levantado, salgo a la terraza para ver que tiempo hace. Los árboles que tengo enfrente de casa, marcan una movida coreografía, que en otras dubitativas mañanas, me han echo desistir de la pasión. No sé porqué, pero el canto que hoy entona el aire, no me molesta, incluso cierro los ojos y respiro hondo, para sentir bien su frescor y olor.
Lo único que me molesta hoy del aire, es que tendré que ponerme forro debajo de la chaqueta, y con la vieja coraza, voy bastante incómodo con esa capa extra, así, que con pena, vuelvo a colgar mi antigüa coraza, muda e infatigable compañera de aventuras, y saco el traje de guerra que llevó al olvido a aquella bella y dura coraza.
La mañana está fresquita, pero nada que un forrito y una fina braga no puedan solventar, convirtiendo el incómodo viento y el fresquito en alegres compañeros de viaje, que me hacen pensar en lo comodón que me he ido volviendo con los años.
Esta vez, se unía a mi vuelta al pasado, mi nueva compañera, con la que aún no había podido tener una cita a solas para conocernos, una aún desconocida para mí moto, pués sólo habíamos salido dos veces a Alcañiz, en grupo, y sin curvas, y otras dos veces, en grupo también, que tampoco pude conocer el verdadero potencial y temperamento de mi nueva amada.
7.00 am, vestido con mis mejores galas, enfilo la corta rampa que me llevará hacia mi destino, me fijo bien, y se me ilumina la cara al empezar a ver como la luz se va filtrando por esa puerta metálica que da rienda suelta a mi fantasía. Es curioso, que esa misma puerta, otras veces, no me produce ninguna sensación, pués cada dia al abrirse, me lleva al trabajo, no a la libertad.
Enfilo un trocito de autovía, y noto con agrado, como el compañero que hoy me va a acompañar, el viento, no es capaz de moverme ni un centímetro de mi trayectoría. Con mi querida ex-cafetera, vfr del 99, en los primeros metros, ya me habría hecho conocer los dos carriles de la autovía, e incluso el arcén. Como se nota que mi "ojitos" no gasta en trapos, que le gusta ir desnuda. Por fin, descubro, que el aire no me molesta, ni pone en peligro mi integridad. No sólo no me molesta, sino que me encanta notar su contacto por mi cuerpo, bailando al son de mi ritmo, acariciando mis ropas y mi casco, oliéndome y dejándome seguir en paz mi camino.
Paradita corta para echar un cafecito, y poder charlar con la camarera, antigüa compañera mía de estudios. El aroma del café y la conversación me evocan a mi época estudiantil, por lo cual, aún rejuvenezco más en este especial dia. Me pregunta por mis chicas, y ahí ya, la sonrisa se me sale de la cara, al poco de hablar de ellas, tiene que sacar la fregona(para qué coño habré preguntado por sus crias, se pregunta Sofía)
Con el cuerpo calentito, salgo por fin con mi amada, a solas, sin tener que llevar el ritmo de nadie, ni preocuparme en si tendrán hambre, frio, ritmo alto, ritmo bajo... por mi casco sólo oigo letras de Paco Ibañez, Sabina, Labordeta y Victor Manuel, no hay mp3, ni blutuz, ni aparatejo electrónico que me distraiga de mi paraiso.
Al salir del café, se me une otro solitario, sin mediar palabra hace suyo mi ritmo, y contagiados por el mismo espíritu hacemos parte del camino juntos. Acepto con agrado su corta compañía, hasta que cada uno tiramos por nuestro camino, un camino, aún sin escribir, sin imaginar. Un saludo con la mano y hasta luego...
Y por fin, después de unos 50 kms de recta y poco más, ella y yo, a solas, con una de mis queridas carreteras, una comarcal o regional, que se yo, llena de gravilla a veces y baches, que intimidan a muchos valientes moteros, pero que alegra a los aventureros con sus curvas y paisajes
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...continuará...