TRIBUS MOTERAS

[luixtt]

Como si le persiguiera Godzila.

[joantriumph]

[pate]

SERIE TRIBUS MOTERAS

Entrega número 3

Los Malos




En esta nueva entrega vamos a tratar una tribu especialmente heterogénea y compleja. Con el fin de facilitar mi particular análisis de estos individuos y sus máquinas, los dividiré en dos grupos claramente diferenciados. A saber, los que “parecen” malos, y los que “son” malos auténticos.

También aquí, al igual que en los grandes exploradores, no vale cualquier moto. Tiene que ser una Harley-Davidson. Es bien cierto que hay otras máquinas que podrián ser aceptadas, como las Indian, pero básicamente se necesita una HD. Las Fabricadas en el país del sol naciente, son consideradas como motos enemigas, como entenderemos fácilmente en le párrafo siguiente.


Este género de individuos tuvieron su inicio al finalizar la segunda contienda mundial. Lo formaban antiguos militares que se hicieron con algunas motos utilizadas en la guerra y las dedicaron a uso civil. En su mayoría para deambular de un lado a otro del país con el fin de intentar mitigar las graves patologías mentales derivadas de una prolongada estancia en barrizales europeos viendo cadáveres y destrucción masiva.
El cenit de este movimiento vino unos años después, cuando los políticos de turno decidieron luchar desde sus despachos en una nueva guerra, mandando para tal fin a hordas de pueblerinos del medio oeste americano, negros sin futuro de cualquier estado y algún que otro chicano despistado, a luchar a Vietnam. De nuevo los supervivientes de aquella atroz guerra, tan enfermos como los primeros y con la cultura hippie en pleno apogeo y las drogas a precio de saldo, se hicieron con más motos y se pusieron a recorrer las carreteras.

Como ocurre en estos casos, la empatía y una sinergia incomprensible hizo que estos tarados, resentidos con el mundo y con poco que perder, adictos al alcohol y los estupefacientes de cualquier tipo, tendieran a unirse. Fue el nacimiento de un grupo de “elite” de la delincuencia. Pero ahora toca trasladar esto a nuestros días, después de esta sesuda introducción.

Aquí , en el continente europeo, la cosa no es tan radical. En parte por la dificultad de conseguir armas de forma legal, y considerando que han transcurrido 50 años y las cosas cambian.

Empecemos por uno de los subgrupos mencionados. Los que parecen malos. Aquí se aglutina gente de alto poder adquisitivo, dispuestos a gastarse cuarenta mil pavos o más en una Harley. Normalmente son gente madura que no busca modelos básicos, van a por las grandes cruiser y touring de la gama. Motos carenadas , con calefacción en el asiento , una radio de 300 w, control de crucero, navegador integrado, faros auxiliares, toma de corriente, bluetooth, y sitio para la sandwichera en unas enormes maletas integradas. Al menos estas maletas no se parecen en nada a esa especie de sarcófagos donde te puedes encontrar la momia de Hatshepsut que usan los grandes exploradores, y cumplen su función de trasladar equipaje con cierto decoro.

Habréis imaginado que la misión principal de estas motos es llamar la atención del personal y eso se hace de varias maneras. Visualmente , por las dimensiones del vehículo y por los colores que se usan, muy metalizados, muy rojos, naranjas, grises plata , y alguna que otra vez de color negro. Siempre hay un raro en todo grupo que se precie. También se puede llamar la atención acústicamente de dos maneras, una con el sonido de los escapes (nada que objetar...) y otra con el estéreo a todo trapo inundando la calle con La Rosalía. Importante no utilizar la radio, no sea que te juegue una mala pasada cuando llegas la club de golf y se te cambie el dial a Radio Maria en pleno rosario y quedes como lo que eres.

Y ya que estamos en el club de golf o la casa de campo, o donde coño vayan los adinerados que se pueden comprar estas motos, pasemos a analizar como son los que parecen malos.

Normalmente su garaje guarda todo tipo de vehículos, la Harley, una Goldwing, una Cappra restaurada de cuando eran mozos, y el scooter de la Mari Pili para cuando va a la manicura. Amén del Range Rover, el Lexus, un descapotable, ahora también un Tesla y un 124 sport de cuando eran mozos.

Ellos visten de Armani, traje a medida, zapatos de 400 pavos de Todds, reloj de lujo, el último Iphone, y visten así todo el año, menos los quince días que hacen una tourné con la Harley, que se agencian los pantalones de cuero, el chaleco vaquero, camiseta con calaveras, botas militares y el casco con look nazi y guantes sin dedos.

Los moteros propietarios suelen ser ejecutivos de medio pelo con buen sueldo, acostumbrados a aparentar y guardarse para casa sus múltiples carencias y complejos, empresarios endeudados que usan la táctica del “millón de dólares tirado al mar”, y que hacen de su ruina una especie de escaparate de la ostentación, profesionales liberales que, estos si, se lo pueden permitir y bien que hacen, o un notario que todos conocen como Don Manuel, y que por arte de magia esos días se llama el Lolo. Puede haber también el propietario de un bar de menú que le han caído 35 mil euros en la bonoloto y se da el capricho, o uno que ha heredado de un tío soltero y que trabaja en una cadena de montaje de aire acondicionado. Pero son los menos.

Cuando se juntan, viajan. Viajan relajadamente, se hospedan en hotelacos de 5 estrellas y llevan la guía Michelin para buscar el restaurante con mas estrellas. Cuando hacen una alto en el camino a tomar un tentempié beben cerveza aunque no les guste, pero es imagen de “marca”, pero eso si, tiene que ser en vaso de cristal, con una quinta parte de espuma y acompañada de gamba de Huelva, jamón de Guijuelo, y langostinos de Sanlúcar de Barrameda. Y aprovechan la parada para consultar la bolsa de Tokio, vender acciones y despedir a 300 currelas de la multinacional que les ha pedido una auditoría con el fin de aumentar un 2% sus beneficios.

Si paran en un pueblo de la Mancha, al poco rato se juntan alrededor de las motos los jubilados que pueblan la localidad. Con el palillo en la boca, el bastón cogido con ambas manos en la espalda empiezan una especie de danza ritual que consiste en dar vueltas alrededor e ir observando todos los detalles que les llaman la atención.

Comentan entre ellos la jugada en espera de que aparezcan los moteros, que a pesar de llevar unas ropas rotas, se nota que no tienen peligro. Estos hombres han lidiado ya en su juventud con las tropas franquistas, han estado de sol a sol segando con una hoz, han sido víctimas de sequías, de inundaciones, de plagas, de ladrones de melones y de epidemias de lo más variado, así que unos simples barbudos que huelen bien, que piden todo por favor y dan las gracias, a ellos les da la risa.

Cuando aparecen todo contentos para arrancar de nuevo, comienza el interrogatorio.

.- Oiga usté, y esto cuantos caballos tiene?
.- Unos cien....
.- Más que el tractor del Amancio. Y esto pa que sirve?
.- Eso es la radio estéreo Bosé con altavoces de neodimio, cuatro bandas, bluetooth....
.- Como mi transistor.....Y esto que es?
.- No lo toque por favor, puede estropearlo...
.- Uy¡ que delicao que es usté, que se cree que por ser de pueblo se lo voy a romper....Has oido Marcial? Dice que le vamos a romper el amoto....
.- Quien? El desarrapao este? A que le parto la crisma, aquí somos gente honrá....anda Braulio, vete a soltar los perros a ver que estropeamos a estos desgraciaos....corre....
.- Si nos permite, no queremos ninguna disputa con ustedes....
.- A quien llamas tu puta, so desgraciao?. A que te afino el lomo con el bastón, desgraciao.....

Y toca seguir camino para volver a confraternizar con el populacho en otra ocasión, que no veas como corren estos malditos mastines. Y son inagotables. Casi cinco kilómetros viendo como corren detrás de las motos. Toca relajarse escuchando en la radio la banda sonora de Memorias de Africa.

Luego todo esto es una anécdota que llenará horas de conversación en Puerto Banús, se hará sangre con los tranquilos habitantes del medio rural, y se bendecirá al despoblamiento, que se lo tienen merecido.

Y ya es hora de pasar a valorar al otro grupo , los que son malos de verdad. Con estos poca broma. Aquí se reunen los que no son adictos a las cruiser y touring y lo son a otro tipo de sustancias. Son de Bobber, Chopper, Low and Long, Hardtail’s, etc. Motos simples, a la que se les quita todo lo que no sea imprescindible. Suelen llevar extras como manillares tipo mono colgado, que son una delicia para el balance financiero de los fisios , faros auxiliares, siempre y cuando haya ocasión de encontrar una moto donde robarlos y cualquier chuchería con la que se encapriche su dueño. Y que se pueda robar fácilmente.

Son especialmente valoradas las que carecen de suspensión trasera y usan las cervicales del propietario como amortiguación. Nada de maletas. Unos fardos atados con cuerdas, mochila y saco de dormir, o una manta enrollada.

Aquí el objetivo no es llamar la atención, para dar envidia al personal, como los otros que sólo se inspiraron en Easy Rider para sentirse tentados por este tipo de motos, y lo llevaron al extremo Luxury. Aquí se llama la atención por cosas intangibles. Es cierto que cuando llegan en manada, lo primero que suscita interés por parte de los espectadores es el ruido, pero ya he dicho que no hay nada que objetar, pero lo que de verdad te pone en alerta son las miradas, y el lenguaje corporal. Por ejemplo, una vez apeados de su “cerda”, conviene escupir. Si es posible a un paisano despistado que no se ha puesto a cubierto nada más verlos. Eso ya da una pista de cómo son los angelicos.

A diferencia del otro grupo, estos no tienen garage donde guardar su flota. Como mucho tienen domicilio en un arrabal de alguna capital de provincia, donde guardar el costo y alguna recortada para algún trabajo ocasional, y cobrar la ayuda básica del Estado.

Sus ropas están rotas. Nótese el matiz, están rotas y no se rompen para dar el pego. Vaquero que no ha visto el jabón en tres años, desde que se robó en el Corte Inglés de Campello, camperas que nunca vierón un paño, chaleco prefabricado a partir de una cazadora tomada prestada de un bar, junto a la cartera que le acompañaba, y un casco nazi, no que parece nazi, no, comprado en Bayona en una tienda de ropa militar usada y que perteneció a algún Helmut en la batalla de Stalingrado y que se trajo de recuerdo algún soldado francés o ruso, y eso si, tatuajes. Muchos tatuajes. Tienen que ser de calaveras, de una mujer con las tetas al aire y cuerpo de serpiente, de un dragón escupiendo fuego aún a riesgo de que al envejecer y venirse abajo la tersa piel juvenil, parezca una lagartija con ardores, y cruces gamadas junto al rostro de Cristo con la corona de espinas.

Y en la paradita a reponer fuerzas, se toma cerveza a morro, sin mariconadas. Y si hay que picar algo, un plato de olivas con hueso para ver quien lo escupe más lejos y como mucho, el lujo de unos altramuces. Y otra cerveza. Y si son litronas, mejor que mejor. Y la fiesta final es la guerra de eructos.

En los viajes, toca parar a menudo. Aquí no hay depósito de 20 litros, como mucho seis, que serán macarras, pero no gilipollas. No hay quien resista mas de cien kilómetros sentado en un asiento sin espuma, sin suspensión trasera y con semejantes vibraciones. Y los viajes no son a Puerto Banús, ni ellos son notarios, ni abogados, ni les ha caído la primitiva, ni tienen que invertir en bolsa , ni ninguna idiotez semejante. Son alcohólicos, desahuciados, ex convictos, traficantes en horas bajas, o simple y llanamente gente mala. A un paso de ser asesinos sin que eso les preocupe lo más mínimo. Ya conocen Alcalá Meco, donde hicieron amistades para toda la vida. Banqueros, políticos, independentistas venidos a menos, proxenetas, constructores....

Y si paran en un pueblo de Albacete a tomar esa cerveza a morro y cuando salen a por sus motos esta el corro de paisanos, esos que tienen el culo pelao de vivir desgracias y de trabajar duro, no estarán con el palillo en la boca, estarán como cuando oyen tronar a lo lejos y temen por la cosecha. Alerta.

.- Quita de la moto viejo
.- Mande?
.- Que te quites de la moto o te doy una ostia...
.- Has oido Marcial? Que se pone farruco este desgraciao....

Entonces el motero saca una navaja a la par que el abuelo saca la hoz de segar bien afilada
.- Guarda eso por la cuenta que te trae, que el último que me saco una navaja , ahora le llaman el lisiao.
.- Te vas a acordar de mi abuelo....
.- Braulio, los perros.....

Y antes de que se de cuenta el motero, ya tiene la espalda acariciando un montón de bastones, los perros del Braulio dándole un repaso a sus piernas y brazos, y a todos sus colegas de andanzas pies en polvorosa, que si eso, ya irán a recogerlo al hospital dentro de una semana. Y es que se puede ser malo, pero no imbécil.

Supongo que habrá muchas más versiones de esta sinfonía de moteros malos. Cada uno interpretando su melodía con distinto tempo, pero es cierto que pueblan nuestras carreteras, que forman parte de la partitura musical que nos define y que nos une de algún extraño modo en un concierto interminable y que a mi, me suena a gloria.

Un saludo.

[Miguelzam]

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[Triply]

Grande paté !!!!

[zafiro76]

De los primeros he visto unos cuantos, de los segundos en la sección de sucesos del periodico.

[Blue]

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SERIE TRIBUS MOTERAS

Entrega número 4

Clásicos de nueva factura y un Café




Puede parecer que el título de esta nueva entrega es un poco lioso, pero espero que la intuición de mis avispados lectores y un poco de imaginación les hagan comprender que vamos a referirnos a la tribu que un buen día decidió comprar una moto de apariencia clásica , pero alejada de las continuas averías y desesperaciones que conlleva una clásica de verdad. Estas últimas son merecedoras de un capítulo aparte que ya trataré a su debido tiempo.

Hay que remontarse a principios de los dos mil para iniciar esta nueva moda que pusieron en marcha unos sesudos estudiosos, en algún despacho de alguna lluviosa y triste ciudad británica.
Digo británica ya que la verdadera eclosión de motos “neo” se gesto por obra y gracia de los responsables de marketing, unos señores con gafa pasta y coleta, de la resurgida y legendaria Triumph.

Se dieron cuenta que había un nicho de mercado compuesto, básicamente, por señores de mediana edad o maduros con tripa cervecera, que no se sentían ya tentados por las furiosas motos japonesas tan en boga en los años 90, pero que seguían queriendo rodar en moto, sin tener que sufrir más de lo necesario en el intento.

Estos señores y señoras, por supuesto, ya tenían la hipoteca liquidada, los nenes ya habían terminado la universidad y se habrían ya emancipado y sus puestos de trabajo eran todo lo estables que uno pudiera desear. Lo de ir a emborracharse a Mallorca, o la Costa del Sol, les proporcionaba un alivio momentáneo. El tiempo justo que duraban las vacaciones todo incluido del tour operador.

A pesar del clima infame de aquel país no dejas de ver descapotables y gente en moto. Debe ser la confirmación de que no son gente del todo normal. Nadie en su sano juicio cogería una moto en un lugar que puede pasar de los 20 grados con un sol radiante a nevar copiosamente en menos de una hora. Así que dijeron que hacer una moto que les recordara a su juventud , que les trasladara por un instante a aquello que quisieron y no pudieron comprar con veinte años, o que les hiciera sentirse Marlon Brando con su Triumph Thunderbird 6T en “El Salvaje” o Steve McQueen en “La Gran Evasión” con la Triumph 650 TT, podría ser una buena idea. Y lo fue.

Los pensadores con coleta y gafa pasta dieron en la diana. Y trasladaron la idea al resto del mundo. Principalmente a Estados Unidos, que si bien es un país con poco recorrido histórico, maman de la fuente anglosajona, y al César lo que es del César, fueron los que produjeron las películas antes mencionadas y otras muchas más.

Una vez establecidos los orígenes del renacer de este tipo de motocicletas y dando por sentado que fue idea de Triumph, que siguieron otros fabricantes, ahora ya de manera desaforada, lo cual hace suponer que esta fiebre terminará por saturación en unos pocos años, debemos analizar quien y de que forma componen esta tribu.

Antes hemos dicho que son en su mayoría maduros sin cargas familiares (quizás alguno deba de cargar con la suegra incapacitada...) y componen este grupo en su mayoría. Estos moteros ya suelen lucir un físico que agradece sobremanera no tener que hacer contorsionismo para sentarse en la máquina y que con el espíritu renovado por obra y gracia de una moto nueva, se lanzan sin contemplaciones a hacer kilómetros como si no hubiera mañana. Los afortunados que tuvieron en su día, hablo de los sesenta y setenta del siglo pasado, una moto inglesa y ahora retoman la idea, no creerán que sus pantalones no estén manchados de aceite, y que no hayan tenido que parar a apretar unos cuantos tornillos, que por voluntad de las enormes vibraciones se han ido soltando.

Y para estar en consonancia con la moto, hay que vestirse de manera adecuada. no tiene cabida una ropa convencional de motorista. Hay que comprar una chupa de cuero, negra o quizás envejecida artificialmente o tipo aviador, acompañarla con un tejano o pantalón de cuero a juego y unas botas tipo “clochard” de inspiración militar. El casco debe de ser abierto, con gafas de aviador. No hay discusión, si acaso las disputas las tendrán con la madre del puto abejorro que se ha estrellado en la mejilla, justo cuando más rápido iba. Como los creativos de las marcas de ropa también saben que este tipo de cliente no tiene problemas económicos relevantes, también cobran por sus artículos una cantidad proporcional al desorbitado precio de las motos “neo”.

Y este es otro tema importante. Una moto básica, de dos cilindros refrigerados por aire, motor montado en un chasis de andar por casa y simples tubos, frenos de aquella manera y una amortiguación de mediocre a mala, con poco equipamiento , se cobraba a precio de moto de tres cilindros, refrigerada por agua, con mucha electrónica, chasis elaborado, frenos de verdad y el doble de potencia del mismo fabricante. Pero, ¿eso que más da?. El look, el conjunto nostálgico que lucía y una especie de pátina refinada y de buen gusto, merecía la pena el sobreprecio.

Así que estos miembros también les dio por juntarse y hacer sus pinitos exhibicionistas allí donde caían. Era como trasladar a la población a cuando eran jóvenes y eso levantaba simpatías , por que era gratis. Y todos tan contentos, pero.........hubo un momento de inflexión y surgió un nuevo tipo de usuario que, de algún modo, elevó el listón y trastocó de manera inequívoca el tipo de usuario. Los hipsters.

A los muchachos de treinta años, y las chicas también, les dio la venada de apuntarse a la moda retro. Barbas larguísimas, pelo engominado, gafas de carey, ¡¡viva las Wayfarer de Ray-Ban¡¡
Chalecos de cuadros, tirantes, relojes de bolsillo, gorras de vendedor de periódicos de los años 30 en el Bronx, estampados a cuadros, escoceses, guantes finos de cuero, fumar en pipa......Toda una revolución. Y sobre todo una moto de apariencia clásica.

Estos nuevos miembros de una tribu tranquila, casi agonizante, formada por tipos de libro y sin ganas de complicaciones, asaltan los cimientos y le dan la vuelta al asunto. Ahora se ha rejuvenecido la tribu, y viene con ideas nuevas. Se pasa de la parada en el bar de carretera a tomar una cerveza con un pincho de tortilla, a reunirse en un Snack-Bar a tomar un pisco sour, un Manhattan, o un Campari, acompañado de un sandwich Club o alguna receta de la nouvelle cuisine peruana. Y el entorno también cuenta, los jardines de un chateau, los alrededores de algún museo, o unas murallas son el lugar ideal, y como allí no hay cafetería, se invita a acudir a un food truck especializado en crepes de diseño o tacos mexicanos de autor.

Y claro, la sangre nueva trae nuevas ideas. Y ahí están los sesudos pensadores de marketing que deciden ampliar gama, para una masa de gente que se quiere sumar al movimiento. Se ponen en circulación las Scrambler , para los muy seguidores de Steve y una gama de “Café Racers” para los que se creen que son más rápidos que el resto. Estos últimos lo único que consiguen, aparte de una cierta diferenciación de los “normales”, es terminar con sus cervicales y antebrazos machacados y con muchas citas con el fisio de turno.

Y, claro está, con sobreprecio injustificado, pero justificable. Y es tanto el interés por este tipo de motos que renuevan la gama, un toque por aquí otro por allá, que si las normas anticontaminación, que si tal o cual, motor nuevo y subidón de precio al nivel ático con vistas.

Y la muchachada que sigue reinventándose. Las motos nuevas para quién pueda pagarlas. Y como son listos, y andan cortos de cash, algunos piensan y deciden comprar una moto vieja, casi siempre japonesa y pluricilíndrica, y modificarla para asemejarla a las que tienen entrada en el parking de los Ace Café del mundo.

Manillar bajo, tubo de escape “aligerado”, sillín de diseño, diseño del tapicero de confianza quiero decir, y una pintura de color distinto para hacerla destacar. Y voilá , ya tenemos otro subgrupo de la tribu. Estos que creen que han ahorrado una pasta y acaban gastando lo mismo en una moto ya veterana poniéndole chorradas o quitándoselas que en una de nueva factura, pero que pasan a engrosar el nutrido grupo de los neo cafés , de manera incuestionablemente original y única.

Los más inconscientes son capaces de adquirir una moto fea donde las haya, como es una BMW K75, y mejorarla (cosa poco difícil a decir verdad) quitándole cosas y desviando en lo posible la atención a determinadas partes de la moto con el exclusivo fin de engañar al ojo que las mira. Unos neumáticos descomunales de tacos, un faro amarillo, cualquier estratagema es valida para tal fin. Y lo consiguen.

Y toda esta fauna se reúne y lo pasa bien. Los que quizás desentonen más sean los iniciadores de la saga. Pero como son gente que ya está un poco de vuelta de todo, y mientras tengan un vaso en una mano sea con un Dry Martín, un champagne o un kalimotxo de brik y un calamar a la romana o un brik de foie aux finnes herbes en la otra, se sienten integrados y felices. Y al fondo suenan The Clash mientras un abuelo cuenta como en las calles de Londres se apostaba por quien volvía al café antes de que en el Jukebox dejara de sonar la melodía de un grupo de rockabilly.....

Saludos.

[Bonniato]

A estos les has dado poco...

[ROSCACHAPA]

Encantado de volverte a leer

[Triply]

A estos les has dado poco...

Pero lo ha clavado en todo!!!

V’sss

[Bonniato]

A estos les has dado poco...

Pero lo ha clavado en todo!!!

V’sss

Si. De paso atiza a los de las Café BMW K75... feas como demonios. https://www.bing.com/images/search?q=bm ... ORM=HDRSC2

[naito]

Buenísimo,a ver si se copiarlo,con tu permiso,claro

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[peptorres]

Real como la vida misma...

[Elvis]

[pate]

SERIE TRIBUS MOTERAS

Entrega número 5

Cajón Desastre





Quiero empezar este exordio mostrando mi total simpatía y admiración hacia este nutrido grupo de verdaderos aficionados a las motos y que pasan de puntillas y sin hacer ruido por esta fauna tan heterogénea del mundo del motor.

Gente poco avezada o eruditos moteros con la misma cantidad de inquina y mala baba que conocimientos, dirían que son la tribu menos significativa y apreciable del panorama motero. Sus conclusiones son que, como no destacan ni por el uso de una montura similar, o de un life style parejo, no existen.

Sin embargo y con la mera observación podemos determinar que son los más numerosos. Claro que, como no llaman la atención, pasan desapercibidos. Es cierto que si tienden a juntarse en las denominadas “concentraciones”, eventos en franca decadencia si exceptuamos las que implican poder lucir un pin de las mismas y ser el “dios del barrio”. Elefantes, Faro, Los Pingüinos y alguna otra forman parte del elenco de dichas reuniones, pero solo sirven como mero catalizador para los protagonistas de esta entrega. Para ellos, acudir a estos fastos, es una mera excusa.

Esta tribu tiene un importante dato a considerar. No tiene nada de homogéneo. Cada uno es de su padre y su madre, y se juntan de chiripa y sin ningún motivo relevante. Son una especie de domingueros enfermos de la moto. Quiero decir con esto que este grupo lo puede formar un fulano, que se junta con un amigo, que a su vez trae a un compañero de curro y este de rebote viene con el vecino del sexto.

Podemos encontrar un tornero, un abogado, un Guardia Civil, y un estudiante a bordo de una Vespa con baúl, una Hyonsung Aquila, una Kawa ZZR 600 del 94 y para desgracia del mundo motero una BMW K75.

Todos y cada uno de ellos son, o bien aficionados de toda la vida a las motos, que nunca dieron el paso o se retiraron del mundillo, cuando invadió su vida un par de mellizas, o advenedizos que siguen la moda o simplemente se mimetizan con los deseos de un, pongamos por ejemplo, primo del pueblo que se compro una Ducati Multiestrada con los beneficios del seguro contra las granizadas que arruinó su última cosecha de alfalfa.

Es importante discernir que cada uno siente la moto a su manera y para tratar de aclarar las dudas y en la era del “tengo todo al momento gracias a San Google”, voy a hacer en las siguientes líneas una especie de teatrillo con personajes de ficción que den un poco de luz y claridad sin que nadie tenga que acudir a informarse con el Big Brother que tenemos todos en el puto teléfono móvil.

La historia empezaría con Jorge, un estudiante de Filosofía que antes de concluir su carrera y pasar a engrosar de por vida las filas del paro, inconsciente aún de haber elegido unos estudios inútiles y sin salida laboral, se ha agenciado una Vespa 200 de los años 80, muy bien de chapa y motor y que con la ayuda de un tubarro Polini, se pone a cien de marcador. Puede parecer que corre más debido al irritante sonido agudo del escape, pero es tan solo una sensación. No obstante, será él quien marque el ritmo del grupo. Más que nada porque con la mierda de depósito de la Vespa y con el escandaloso ratio de consumo-prestaciones, tendrá que parar cada cien kilómetros a repostar y reagrupar al personal.

Jorge, este buen chico que monta en su scooter con unas Converse, (aunque esté nevando), un tejano y un barbour, a tenido la brillante idea de proponerle a su vecino del sexto, un tal Gerardo que trabaja poniendo 200 parabrisas por turno en una multinacional del automóvil, ir a tomar algo a la capital de la provincia vecina y así pasar el día. Dos pájaros de un tiro. Por un lado establece lazos de amistad, o simpatía con el vecino, que además es el padre de la muchacha que le pone muy mucho, y por otro se olvida de Tales de Mileto, Sócrates, Averroes, Descartes y Marx.

Gerardo es un aficionado al mundo del motor de siempre. A todo lo que tenga ruedas y un motor de verdad. Desde un avión con un motor en estrella de dieciséis cilindros a un camión Barreiros, pasando por un Buick Roadmaster de los 50, a un Supra de los 90 plagado de turbos y centralitas. Dejó las motos, aquella Metralla amarilla, cuando su mujer le dijo “Gerardo, estoy preñada” y tuvo que buscar cura y local para el banquete en quince días. Nueve meses más tarde vino al mundo la vecina que le pone a Jorge y un par de años después las mellizas con cara de pan ácimo.

Ahora que ya tiene la vida tranquila, que las chiquillas ya están criadas y la mayor, (¿os he dicho que le pone a Jorge?) ya trabaja de cajera en el Mercadona, que alguna pega tenía que tener la chica y es la de no haber estudiado nada de provecho como el vecino ese de la Vespa roja, ahora que ya tiene la vida encarrilada, como ya he comentado, se ha agenciado una buena moto con apenas 35.000 km.

Doscientos parabrisas al día bien merecen disfrutar de una buena Honda Deauville color champagne, de tercera mano, comprada a un compi de curro que a su vez compró a un primo del pueblo después de que este la comprara pasada la época de tormentas. El caso es que, color aparte (habría que condenar a galeras a algunos departamentos de Color and Trim ) la moto está muy bien con sus maletitas y todo, y como Gerardo se aburre yendo solo por ahí, pues acepta la invitación del chaval del portal que tiene pintas de que llegará a ser motero fiel y permanente. Cuando paren tendrá con quien hablar del sindicato, de la carga de trabajo, del maldito robot de la cadena que nunca se estropea y de que les han congelado el sueldo para garantizar los próximos dos años el curro. Gerardo es de la old school motera. A rescatado su cazadora de cuero de los 80, con hombreras y su pantalón a juego, ya un poco acartonados y que a base de Nivea a conseguido, no sin esfuerzo, ablandar un poco y que con mucho mas esfuerzo si cabe, a logrado enfundarse. Como le dijo una de las mellizas “pareces una morcilla de Burgos a punto de reventar” o como más cariñosamente le dijo su esposa “Gerardo, deja de hacer el ridículo”

Pero resulta que Gerardo tiene al compañero que le vendió la Honda con ganas de estrenar su flamante moto nueva, una Yamaha Tracer 700. El macho alfa de la manada. Como todo motero sabrá, a pesar de tener la moto mas actual y moderna, la de más prestaciones y la más cómoda, irá el último. Imbuido del espíritu solidario, se quedará rezagado y aburrido, por si “a alguno del grupo se le estropea o para la moto esa vieja con la que van”. Este integrante del grupo se llama, ironías del destino, Salvador y eso si, luce una equipación de primera división. Hasta un estúpido navegador. ¿Dónde coño está el encanto de perderse, donde a quedado la aventura, el preguntar al paisano, el sacar el mapa de papel y darle vueltas como un imbécil? El mundo está ya en la mierda, creedme.

Y de pronto, el tío de Jorge, el picoleto, ha sido destinado a 50 km de su sobrino. Motorista de los de academia, más de 400.000 kilometros a lomos de Sanglas, Guzzi, BMW y con tendinitis en el pulgar de pasar recibos de multas, ha recalado en la zona de influencia de este aguerrido grupo de moteros desastre. Por supuesto tiene moto para el ocio, y como está aburrido de la perfección germana y le gusta lo vintage, usa habitualmente una CBR del 96 negra con franja verde y rosa. Ya he dicho algo antes de manda r a galeras a la gente de diseño, pero no va a haber mar para tanto barco cargado de incapaces.

Y como las desgracias nunca vienen solas, o al menos eso piensa Salvador, independentista de pro, cuando es conocedor de que el tio de Jorge, Facundo el Guardia Civil, va a traer a un teniente del cuartel que también tiene la enfermedad de las motos en vena. El teniente Belmonte que ha restaurado minuciosamente y gastando una cantidad de dinero indecente, esa maravilla de la técnica y del diseño que es una K75. Manda huevos que no manden fusilar a quien tuvo la idea de atentar contra el buen gusto y la armonía, o en su defecto castigarle por crímenes contra la Humanidad, pero el mundo está plagado de injusticias sin explicación razonable.

Y aquí tenemos al grupito. De lo más variado. Algo así como el intolerable helado de tutti fruti, que no es más que un compendio de sobras de fruta medio pasada y que antes de tirar a la basura, un listillo heladero italiano bendijo con un nombre sonoro y pegadizo y que hace furor entre los guiris que creen estar degustando un manjar de los dioses.

Y este grupo, que circula de manera ejemplar, respetando todas las normas de tráfico, cediendo el paso a las ancianas en los pasos de peatones, haciendo de “verdad” los Stop, y no esa especie de amago de que voy a parar pero como me da pereza quitar los pies de los estribos, no paro, pero casi lo hago y salgo pitando, no sobrepasa los límites de velocidad ni por asomo, incluso forma colas de camiones en las nacionales, se ve sorprendido porque dos de los integrantes del grupo, el teniente Belmonte y el tío Facundo ponen tierra de por medio y se enzarzan en un pique antológico, donde las maletas de la K75 van rozando por el asfalto, la CBR le hace un exterior en una paella de izquierdas al de la Tracer, que se lo toma como una afrenta del Estado opresor y que culmina con un pincho de tortilla, unas cañas (sin alcohol, no sea que los de verde tengan el cuaderno de multar a mano) y un descojono generalizado al ver como en ese bar hay un grupo de Grandes Exploradores, otro de Chicos Malos y unos presumidos Hipsters a lomos de muchas Café Racer .

Y es que estos del cajón desastre, no comprenden muy bien la manía que le ha dado el personal por intentar parecerse tanto los unos a los otros, tener lo mismo para luego cambiarlo un poquito y creer ser distinto, cuando lo sencillo en esta vida, y más en el mundo motero, es ir cada uno a su bola, ser como uno puede ser o como uno desea ser si puede, o poder ser como uno desea, (creo que me estoy liando....) y disfrutar de las aficiones sin complejos.

Y como Jorge, nuestro organizador del grupo, va un poco más lento de lo previsto, se piden otra caña y unos torreznos, mientras llega el chaval, y es que el pobre, con su modesta Vespa-Polini, viene de viaje con premio. ¿O es que acaso no le creíais capaz de ligarse al pibón del sexto, la hija de Gerardo?.......Pero si es ya medio filósofo¡¡¡¡¡ y otra cosa no, trabajo no encontrará, pero la labia que se adquiere en esta carrera sirve para mucho más de lo que pensáis . Por ejemplo para no hacer las salidas en solitario.

Un saludo.

[Miguelzam]

Bravo por Jorge


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[Triply]

Me da que Jorge no llega

[Humphrey]

Muy buenos, Paté...

Menuda manía les tienes a las K75?...

Yo tuve una hace media vida y aún la añoro...

[pate]

Muy buenos, Paté...

Menuda manía les tienes a las K75?...

Yo tuve una hace media vida y aún la añoro...

Es solo postureo. Cada uno hace lo que quiere y le viene en gana. Pero cada vez que veía arrancar una y soltar la "fumata bianca" no podía menos que sorprenderme....

Un saludo.