Fue en 1559, cuando el rey Felipe II promulga en Aranjuez una Pragmática que prohibía “pasar a los naturales de estos Reinos a estudiar en Universidades fuera de ellos”.Entre los motivos expuestos para justificar tal prohibición, se recoge que “otrosí, los dichos nuestros súbditos que salen fuera de estos Reinos, allende el trabajo, costas y peligros, con la comunicación con los extranjeros y otras Naciones, se distraen y divierten, y viven en otros inconvenientes”.

Lo que pone de manifiesto, y por escrito, esa concepción que se hunde en la noche de los tiempos de nuestras conciencias, de que el contacto con lo extranjero es pernicioso, peligroso, de dudosa moralidad, y que es necesario evitarlo.

Esta idea, lejos de haber desaparecido fruto de la supuesta ilustración, y de la exposición a los medios de comunicación, que ahora nos aproximan como nunca a realidades diferentes, sigue subsistiendo.

Más de 450 años después, y no existiendo las fronteras físicas con nuestros inmediatos vecinos, sigue persistiendo en nuestro subconsciente una frontera mental, que nos divide del resto, que no nos permite traspasar esas fronteras que ya solo existen en los mapas.

No fue el Imperio, ni la dictadura, somos nosotros los que nos mantenemos cautivos, encerrados en nuestro mundo, y aunque ciertamente ahora se viaje como nunca, es fácil encontrar rastros de este aislacionismo atávico.

Uno de esos rastros lo veo cuando se presentan “rutas por los Pirineos”, y uno la mira y ve si fa o no fa resulta siempre lo mismo.

Mucha carretera por las Españas, algún puerto especialmente singular del lado francés y poco más.

Me produce una profunda tristeza por dos motivos. El primero por comprobar cuanto de acomodaticios llegamos a ser, y preferimos repetir lo que otros hicieron, a dedicar un tiempo con mapa de papel y lupa como es mi caso, a buscar itinerarios nuevos, a empezar a viajar sobre ese papel. Hoy día con internet, todo esta al alcance de la mano, hay webs para conocer al momento el estado de los puertos, incluso para tener una relación detallada de ellos,
https://www.carte-cols-france.com/ y tampoco, ni aun así. La otra razón, es comprobar como se desprecia casi por sistema, profundizar en el Pirineo francés,

aquí quiero rendir homenaje a esos motoristas que aunque excepción, de tanto en tanto nos deleitan con rutas y relatos de lugares nuevos, y diría que exóticos de ese otro lado de la frontera.

El Pirineo francés, es extensísimo, con sus particularidades de paisaje, poblaciones tan distintas, rincones encantadores, carreteras de ensueño, y curvas. Tantas curvas que conducen a centenares de puertos.

Si, si, centenares,

así y solo para hacer un pequeño balance Pyrennes Orientals tiene 118 puertos, los Atlantiques 139, los Haute 46, Ariege nada menos que 88, Haute Garonne 28. Pero es que la region de Ardeche, entre Montpelier y Lyon grosso modo, tiene nada menos que 141, Aude, que es la región entre Perpignan y Carcassonne acumula 138. Os imagináis abrir el mapa y trazar rutas infinitas enlazando todo esa variedad de cols y carreteras?.

Entonces por que vivimos de espaldas a todo ello?, por que cuando se planea una ruta por el Pirineo, apenas se pasa por 3 o 4 cols franceses?.

No es excusa la distancia, las carreteras que rodean Le Canigou estan a tiro de piedra, Perpignan, como cualquier punto justo al otro lado de la frontera, esta a un salto. Si has llegado hasta el lado español, no cuesta nada pasar al lado francés. La moneda es única, en aquellos años que tenias que cambiar era un inconveniente, y aun así saliamos. El idioma?, para pillar habitación o para interactuar con un surtidor no hace falta hablar demasiado. Hay que derribar esa frontera mental y lanzarse a descubrir esas carreteras “vírgenes” , llenas de lugares maravillosos, son un paraíso para la moto, os invito, os animo a probarlo no os defraudara.
