A mí me pasó algo parecido (sin caída final) hace años en Portugal. Una carretera perfectamente asfaltada que de golpe, y para más cojones en un cambio de rasante, cambiaba a tierra. Sin señalizar en absoluto. Todavía no sé cómo no acabé en el suelo, sólo recuerdo gritándome a mí mismo mentalmente... "por tus muertos, ni roces el freno." No había tanta piedra, eso sí.
Buena ostiaca. No observó que se acababa la pista mirando el paisaje y teniendo la camiona delante.
Buenos parajes por allí, que dan un mono terrible de hacer el petate y acercarse allí a rutear.
Eso si, con un bidoncillo para la fofa como lleva el compañero ostiado por si acaso.