ESCAPADA BREVE. OXÍGENO A MEDIA SEMANA

[MONTERO]

De pronto ha llegado el invierno. Del sol a la oscuridad, el orbayu y la nieve sin pasar por el otoño… ¿Y qué? ¿Vamos a dejar de disfrutar del aire libre y las sinuosas carreteras que cruzan bosques, recorren valles y ascienden montañas? La respuesta es un rotundo NO. Es más, personalmente, disfruto mucho saliendo a rodar entre semana, con poco tráfico, frío, un poco de agua y una alfombra de hojas tapizando el asfalto. Es momento para rodar pausado, sin prisa, percibiendo los olores del monte mojado y de los ríos con cauce exuberante. Vestidito de romano y bien abrigado empiezo a disfrutar de las primeras curvas desde casi la puerta del garaje. Nos asomamos al exterior y a escasos minutos nos encontramos serpenteando entre avellanos, robles y castaños a los pies del Aramo y atravesando pequeños pueblos con sus chimeneas funcionando a toda máquina. El frío es considerable y la lluvia no cesa, el manto blanco deja paso a un intenso verde que, por último se funde con el azul del agua del embalse de Los Alfilorios. Todo un espectáculo al lado de casa.
La ruta continúa por estrechas carreteras jalonadas por mastines, vacas y caballos. Imagino que para darle emoción a esta tranquila sesión de curvas vespertina. Subidas y bajadas vertiginosas que, por las cuestas de Tenebredo nos depositarán en el fondo del valle del río Trubia. ¿Izquierda o derecha? ¿Sur o norte? El frío y la certeza de que la nevada en cotas más altas está siendo intensa, me hacen desechar la idea de acercarme al puerto de La Cobertoria. Así que hacia Trubia nos dirigimos. A ritmo, sin estridencias, sin abusar de freno ni gas, vamos enlazando las curvas y rectas que nos hacen fluir rumbo oeste. La antigua nacional ha quedado en casi absoluto desuso y ahora sí es un placer recorrerla sin el engorro de camiones y autobuses propio de otros tiempos.
El histórico y bello puente de Peñaflor nos espera, robusto e inmutable, para permitirnos el paso a tierras de Las Regueras y Llanera. El paisaje cambia, la carretera también. Un tramo rapidísimo nos permite surcar pastos y tierras de labor que se desparraman por suaves lomas. Un paisaje viejo, unos relieves suaves y vencidos por el paso del tiempo. Las manchas de bosque salpican, aquí y allá, un panorama que recuerda a la campiña inglesa. Palacios, casonas, añejas iglesias de bella factura, vestigios de época romana… todo a tiro de piedra, al alcance de la vista kilómetro tras kilómetro. A veces, si somos capaces de observar y percibir de la forma adecuada, no es necesario ir demasiado lejos para disfrutar de pequeños pero muy valiosos tesoros.
El gran Nalón nos vuelve a recibir en Trubia pero no repetiremos itinerario, ahora volveremos a tomar la antigua carretera nacional para, en dirección Oviedo, disfrutar de una vertiginosa subida llena de curvas de todo tipo que no hacen sino demostrarme que la 800 va como la seda y ofrece lo que le pido. Hoy es uno de esos días que estoy en lo que estoy, que no pienso más allá del siguiente giro, que me centro en lo que hago.
Los últimos kilómetros siguen sin dar respiro a los flancos de las gomas… siempre tumbado, siempre inclinado, siempre girando… Imposible cuadrar gomas en estas tierras. Las Caldas, a orillas del gran río asturiano respira clasicismo, buen gusto y esencia decimonónica. Un hermoso balneario, coquetas casas en torno a la plaza y un impresionante castillo rodeado de una densa arboleda, sorprenden a quien se deja caer por aquí por primera vez.
Y seguimos con nuestro protagonista a la izquierda, esta vez remontándolo aguas arriba, y custodiado por los cantiles calizos de Peña Avis que, frente a La Arquera (donde se puede disfrutar, según dicen, de una de las mejores fabadas del mundo), se desploman verticales sobre las aguas.
Ya queda poco para completar una ruta rápida, inesperada, improvisada y que me da oxígeno a media semana. Que me desconecta de mi ruido mental, de los problemas y las preocupaciones. Que me da vida. Y al final te das cuenta de que lo único que necesitas para hacer un poco de “higiene mental”, es un río, árboles, montañas, lluvia, el olor de la chimenea atizada… Y por suerte, esas cosas siempre están ahí afuera, esperándonos y al alcance de la mano.

[Anherko]

Es un paisaje que acostumbro a recorrer y la verdad me tiene enamorado, aunque esta visión tuya tan "romántica" me ha hecho pensar en que tengo que recorrerlo en breve, con ese colorido otoñal que es un placer para el alma y el espíritu.

[31427piiiii]

Bonito relato con el que me identifico 100%.
Es cuando salgo, entre semana, para quedarme embobado con la montaña infinita que por el sur también nos impide cuadrar las gomas.
Vssss

[Lachondria]

Bonito relato montero, mira por donde me suenan todas esa carreteras que discurren entre montañas y recorren bosque y valles

[Zelev]

[Humphrey]

Sensaciones, esa es la palabra...

PD. Te he editado el mensaje para colocar bien el mapa. Para la próxima vez usa las etiquetas .

[javi50]

como bien dices , para disfrutar en moto no es imprescindible ni ir rápido , ni que haga buen tiempo ( sobre todo con las equipaciones disponibles hoy en día ) ; solo con perderte por alguna carretera solitaria - como las muchas que tenemos por aquí - y pasar un rato dejando ronronear el motor y disfrutando del paisaje , ya sirve para alejar por un rato los problemas cotidianos , y al terminar la ruta encontrarte tan relajado como si hubieras estado en el mejor de los balnearios

como de costumbre muy buena crónica . vssss

[MONTERO]

Gracias Humphrey! No era capaz a ponerlo correctamente.
Ayer otra salida exprés, un par de horas por el Alto del Cordal y Alto de LaCobertoria. Otra vez muy buenas sensaciones con la moto. Eso sí mucha niebla y cuatro copos en zonas altas. Pero en el norte no puedes condicionar tus actividades a la predicción meteorológica, de lo contrario estaríamos todo el santo día en el sofá. .. No sé, pero estoy disfrutando un montón de estos gélidos y solitarios paseos.
V's

[Minimoto]