
Aquí puede verse el concepto que tienen en Linares de lo que son "churros para uno". Si me ve mi médico o mi señora, me matan. Menos mal que no entran por aquí.


Esta es la moto de Luis. Para la ocasión le ha puesto un culatín con cámara hemisférica y un carburador nuevo de 21. Da grima verle lo que llega a tumbar con este trasto.

Y este es José, uno de los entusiastas vespistas. Tendríais que ver el Vespacar que está restaurando.

Y esta es mi niña esperando en el remolque. Lo que hacemos cuando vamos dos es repartirnos la etapa: uno va en moto y otro en el coche con el remolque y después cambiamos.

Esta es la rueda delantera de una de las Vespas. Me gusta la foto porque también se ve la Mercurio de Luis.
Los frenos de disco de las Vespas tenían fama de tener poco tacto.

Pero nada que no pueda solucionarse con una maneta atómica.

Y como los experimentos hay que hacerlos con gaseosa, la moto de Luis decidió que no es bueno aumentar compresión y cambiar un carburador sin modificar el encendido y empezó a protestar en forma de picado de biela. Total, que a doez Kms. de la salida, de nuevo al remolque y se comió la mía los más de 200 Km. En esta Vuelta a España mi moto lleva más de 1500 kms. pero pese a su 49 añitos no da síntomas de fatiga.

En las curvas del Parque del Nacimiento del río Mundo, la moto de Luis, que seguía revoltosa, decidió que quería tumbarse un poco en el remolque. Hubo que parar para explicarle cuál es la postura correcta. Nada importante, afortunadamente.

Pero al final, y pese a todos los retrasos, llegamos a Hellín a entregar el testigo para la siguiente etapa. Aquí estamos, de izquierda a derecha, yo, Sando (que llevará el testigo hasta Alicante) y Luis "El inventor".
No hay fotos del camino (que es precioso y muy recomendable) porque íbamos con prisa y ganas de curvear. Os garantizo que una Mercurio entra en las curvas con solo insinuárselo. Al final llegamos a tiempo y nos dimos una comida homenaje en Hellín.
¡Qué más se puede pedir!

