tuve la suerte de escucharlo y verlo tocar 2 veces junto a Chucho
la sensación de verle salir al escenario con 90 años, caminar a durísimas penas hasta llegar a su piano y sentarse delante de él confirmaba que era un hombre con un siglo de vida.
Cuando posó sus manos sobre las teclas y comenzó a acariciarlas durante una hora, entonces se hizo la magia. La suavidad y trato que les daba al tiempo de la energía y firmeza controlada conseguían restarle 20 ó 30 años, parecía algo increíble escucharle con esa edad y esa calidad.
Su hijo con sesenta y muchos, parecía un rockero en erupción dándo réplicas a su padre, sensacional y virtuoso, su hija con una voz y garganganta portentosa para los juegos musicovocales ponía la desinhibición.
Pero la excepcionalidad del caso de Bebo hacía dirigir el grueso de las miradas a la dulzura de sus manos y la magia de sus notas.
Desde aquí mi pequeño homenaje, acelerón en Dó Mayor y Vsssssssss al cielo
