La AP15 es una autopista cómoda un día de diario por la mañana. A lo lejos el puente de Sancho el Mayor en Castejón

Consecutivamente iremos atravesando Ágreda, Ólvega, Almazán y Berlanga de Duero, para terminar en El Burgo de Osma, que será nuestro centro de operaciones.
Llegando a Ágreda

Un alto en el camino cerca de Berlanga para descansar las posaderas

En esta primera etapa de 250 km sólo paramos en Berlanga, para tomar un café y admirar la colegiata y el castillo, que verdaderamente merecen la pena.
La Colegiata de Berlanga

El castillo de Berlanga

A la entrada del pueblo se puede ver su famosa Picota, que es donde se dejaba a los delincuentes a la vista del público. De ahí el dicho de “poner en la picota”. Esta costumbre data de antes del siglo XIII y se extendió hasta el XIX, ya que la última se construyó en 1817 en Rioseco de Soria. Hoy en día también podrían ser útiles y quizás a algunos les vendría bien reflexionar un tiempo atado a una de ellas …

Tras comer en la preciosa plaza mayor del Burgo de Osma y descansar un rato, visitamos San Esteban de Gormaz, pueblo muy relacionado con el Cid Campeador. Aquí se deben admirar las iglesias de San Miguel y el Rivero, preciosas, sobre todo la primera y más antigua.
La iglesia de San Miguel del siglo XI. Al fondo a la izquierda la iglesia del Rivero del siglo XII

El frente de la iglesia de San Miguel

Coronando San Esteban están los restos de la muralla del castillo que construyeron los árabes en el siglo IX, cuando el pueblo se llamaba Castromoro

Por la noche cena en el famoso restaurante el Virrey de El Burgo de Osma, que tiene una carta increíble, con muchos platos de matanza y en la que también se pueden encontrar manjares “sin colesterol”.
El sábado por la mañana salimos pronto a la carretera, porque hay mucho que ver. Nuestra primera parada es Ucero, que está sólo a trece km de El Burgo.
Fotografía hecha por la artista de mi mujer, como otras muchas

En este pueblo, que también tiene su castillo, está una de las entradas al Cañón del Río Lobos, que será nuestra primera visita del día. La desviación se encuentra un km y medio después de pasar Ucero.

Cañón del Río Lobos

Aunque son muchos km de parque natural, que necesitarían todo un día de caminata, sólo visitamos la ermita de San Bartolomé y la cueva que hay enfrente. Se trata de un monasterio Templario del siglo XII, lugar esotérico, que tiene la particularidad de ser equidistante entre los extremos oriental y occidental de la península ibérica, “con una diferencia de sólo 30 ó 40 metros”.
La ermita de San Bartolomé en el Cañón del Río Lobos

La ermita desde la enorme cueva que hay a su izquierda

Sin entretenernos demasiado seguimos camino hacia San Leonardo de Yague. Las prisas son porque queda mucho recorrido y porque queremos poner tierra de por medio con seis parejas de motoristas (cinco en BMW), con las que desde ayer no hacemos más que coincidir y que se dedican con empeño a dar la nota y de paso hacer mala propaganda de su tierra de origen, sobre la que no dejan lugar a duda. San Leonardo está a veinte km de Ucero, pero antes hay que subir un puerto hasta lo alto del Cañón. Desde aquí se puede ver toda su profundidad, que es impresionante. A quien le gusten las carreteras empinadas y de curvas de 180º ha dado con la suya, aunque se acaba enseguida.
Desde lo alto del puerto se aprecia la profundidad del cañón. Basta con ver el tamaño de los dos coches en el fondo del barranco

El Castillo de Ucero desde lo alto del Cañón con un buen teleobjetivo

Ya hemos decidido que no nos da tiempo a ver la Laguna Negra y que lo siguiente es Calatañazor. Desde San Leonardo el TomTom nos corrige el camino previsto y nos lleva por Abejar, dando un rodeo de once km. No importa, porque en el trayecto nos encontramos con la ermita de La Blanca (en la desviación hacia Muriel Viejo) y porque la carretera de Abejar a Aldehuela de Calatañazor es muy agradable.
Ermita de la Blanca

Recta inmensa entre Abejar y Aldehuela de Calatañazor

Por fin llegamos a Calatañazor, donde la leyenda dice que “Almanzor perdió el tambor”. Es un pueblecito medieval precioso, con casa rural, restaurantes, un castillo medio derruido y la correspondiente Picota.
Castillo de Calatañazor

Calatañazor

Picota de Calatañazor

A seis o siete km. de Calatañazor está la Fuentona, una laguna de la que nace el río Abión. El paseo hasta allí es agradable. El amable guarda forestal, que nos enseña los buitres a través de un telescopio, sugiere visitarla en época de lluvias.
La Fuentona

Como son casi las tres y no hemos tomado más que un café, ponemos rumbo al Burgo de Osma, para tomar un buen refrigerio y descansar un poco. Por la tarde visitamos este precioso municipio, al que cuesta llamar pueblo, ya que tiene una catedral espectacular y su propio obispo. Hay que ver la catedral de Santa María de la Asunción, el antiguo hospital de San Agustín en la plaza mayor, las murallas, la calle mayor y las aledañas y disfrutar de las tiendas con productos típicos y algunos bares y restaurantes. Cena frugal en la plaza mayor y a la cama, que mañana es domingo y hay que regresar.
Catedral de El Burgo de Osma

Hospital de San Agustín en la Plaza Mayor de El Burgo de Osma

La vuelta a Pamplona se hace de un tirón, pero esta vez por Soria, donde paramos para admirar los Arcos de San Juan de Duero y, sobre todo, la ermita de San Saturio, que es un lugar de visita obligada.
Ermita de San Saturio en Soria

En resumen, hemos recorrido parte de una tierra preciosa, llena de historia y de gente amable y se han quedado muchas cosas por ver, lo que nos da motivos para repetir. De la moto ¿qué decir? Suave, segura, cómoda, poco gastona, un placer conducirla ...
Mi chica y la otra cerca de casa, frente al Moncayo
