moebius
05-23-2005, 01:01 PM
Serenísima e Ilustrísima Corte del Club Triumph
Agrio se nos hace el abordar, el relato de la atormentada locura, que compone nuestra azarosa desventura. Queriendo afrontar este hecho como es menester, y no escatimando nuestro mejor entender, creemos y nuestra firme determinación crece, apostando por la gloriosa historia que nuestra empresa merece. Por ello tenemos a bien la precaución, de reclamar vuestro consejo y exhortación. Encargo cumplimos mandando misiva con esta carta, pues con previsión y ánimo alerta, el mal del rumbo se aparta, y así como nunca antes se os demandara, pensando en los azarosos días que el ciego advenir nos depara, comienzo el relato que todo lo aclara:
Transcurría el alba del año de Nuestro Señor de 2.005, cuando por el capricho del destino se nos abrió una puerta, teniendo a bien de recibir como encomienda una misión de descubierta.
Presto nos hicimos al trabajo, que es gran bien saber de todo, no fiándonos de bienes caducos, que se cargan y vacían y tan presto están arriba como abajo.
Hicimos acto de fe y embarcamos con futuro incierto. Los días uno tras de otro transcurrieron, pasaron reinos y mares y vimonos solos en mar abierto, Desesperantes calmas y bravíos temporales se sucedieron. Vivimos días de luminosa felicidad, y llegó el hambre, el frío y la mayor ruindad. La antes pétrea voluntad vaciló en todos a coro, temimos no alcanzar con decoro, el fin que para nuestra encomienda imploro..
Una alba que entre todos llamamos “La Gloriosa”, atisbamos las cumbres que anunciaban el fin de la descubierta más hermosa.. Que febril explosión de paroxismo, que clamor arrebatado de fervoroso ardor henchido. Nos abrazamos y lloramos no paramos mi Señor de alabarte, rezando postrados ante la cruz y el estandarte. Corrimos, saltamos y exploramos. Volvimos a ser niños y asombrados nos regocijamos. La maravillosa obra del Creador se nos desveló. Maná de agua fresca y pura, como la del paraíso que Adán anheló. Ante nuestros asombrados ojos aparecieron nuevas razas de animales, vimos bandadas aves de plumas largas y de vivos colores como una procesión de cardenales. Vimos el ave del paraíso Vimos un pez que es a la vez perdiz y pato, pone huevos y amamanta a sus crías cual tierna hembra de gato. Vimos nuevas floridas plantas y de conocimiento enormes portales, los que se nos antoja ha de servir para aliviar el triste padecer de nuestros semejantes mortales. Que dicha sentirse sabedor de tamaño arcano, pues ningún creyente o pagano, ha pisado tan virginales pastos desde que Dios creara al humano.. Que enorme placer pensar y profesar, que después de nuestro largo navegar, hemos encontrado tanta fortuna, con obra de virtud todos a una, para bien de la palabra Dios Nuestro Señor y no de Majestad alguna.
De vuelta a nuestros predios, sea en hora buena, vamos al encuentro de nuestro destino con firme constancia y pocos medios. Sin saber nuestra ganancia, sentímonos no obstante empero, humildes y sencillos sin caer en la arrogancia.
¿A quien importa el ave del paraíso, y cualesquier otras delicias, si solo nos preguntarán por el oro y las especias? Bien es cierto, y bien saben vuesas mercedes, que son las galas y las plumas, mas que otros placeres, lo que a un soldado pone fuerzas, para hacer hordas furiosas, acometiendo cualesquier dificultades y empresas valerosas.
Preguntémonos si han de ser justos nuestros destinos, si por ventura y fortuna culminaremos con honra nuestros caminos. Inquiramonos si fue tan buen servicio, si triunfó la virtud o el vicio, si sacaremos buen o mal galardón. Olvidémonos de disculpas y de implorar perdón, pues el fallar es bula que se concedió solo a los poderosos y acaudalados, a los regaladores arrogantes e hinchados, A los que no muerden con la boca e hieren con la cola como los alacranes, a los que en nombre de Dios comenten los peores desmanes, a los lisonjeros que con dulces palabras acarician los oídos y embotan los sentidos. A todos los que donde hay paz y calma, con amargas obras destruyen el alma.
¿Qué fama aspiráis mis nobles leales? ¿Anheláis para vos delicados altares? Acordaros del Díos Padre en presencia de la Santísima Trinidad cuando dijo:” Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”, más también decirle pudiera, que entender y de que manera, pues quedó así el hombre hecho, sin mayor o menor provecho, con su ser natural a quererse endiosar, avecindándose cuanto más puede y siempre andando con esa sed seco y con esa hambre flaco. Es así que todo principal, temerá tanto el bien como el mal. Su carácter débil ha de dominar, aprendiendo siempre una paradoja acertada y singular:
“Los malos con los bienes empeoran y los buenos con los males se hacen mejores”.
¿Será que como al desventurado Prometeo torturó la vieja arpía, el ansia de mayor fama es la que roe nuestras entrañas día a día ?. ¿Será que somos menos por pensar que somos más de lo que somos?
Gritamos enardecidos:¡ Somos los mejores ¡ .
Alegres blandimos espadones que golpeamos contra nuestro acerado broquel. Nuestras armas empero se debilitan ante tanto oropel. A tanto relumbrón, falta en la aleación, el metal mas duro que es la convicción, Sabed pues mis lectores píos, que tan fuerte como el empuje del agua de mil ríos, vive Dios, que no hay mejor arma, que la fe que nos sale del alma.
En esta hora incierta queremos poner en las piadosas manos de vuestras Señorías Ilustrísimas, el fruto de nuestros desvelos, pues habéis de ser de vos nuestros magnánimos valedores y custodios, los que habéis de subir nuestro blasón a los más altos credos. Habéis de ser vos, el clemente guardián que impide la afrenta y el escarnio lidiando con el enemigo truhán. Vos habéis de ser conforto y bálsamo para la desazón amarga, en esta aciaga hora que nos embarga. Pues al igual que nosotros, sino Dios me condene, vuestro noble corazón tiene, la certeza de que nuestra isla es, y es una verdad real sin derecho ni revés, como una roca de diamante, donde las olas del tiempo y el olvido, toparán con su filo hiriente., donde la injuriosa envidia de ella... nunca jamás lograrán hacer mella. Donde la infame mentira, y de la codicia, el fiero embate, librarán sin esperanza duro combate,
Ha de ser pues, que si tienen a gracia permitir que podamos contar con vuestro gentil beneplácito, tendremos a bien ordenar escolta y transporte, que con las mejores galas ha de recibir y hacer comitiva para que vuesas mercedes puedan acompañarnos a la gentil tierra de Galicia, donde habemos de presentar a la Corte, el cielo lo quiera, la crónica de nuestra buen aventurada misión de descubierta, batiéndonos si es necesario en noble justa, por la verdad en la que creemos y el noble blasón que defendemos.
Desde la Mar-Océana en el mes de Mayo del año de Nuestro Señor de 2.005
Rubricado
Vuestro leal servidor Manu en nombre de la tripulación de la Nao “Prometeo” y de mis camaradas gallegos del Club
Agrio se nos hace el abordar, el relato de la atormentada locura, que compone nuestra azarosa desventura. Queriendo afrontar este hecho como es menester, y no escatimando nuestro mejor entender, creemos y nuestra firme determinación crece, apostando por la gloriosa historia que nuestra empresa merece. Por ello tenemos a bien la precaución, de reclamar vuestro consejo y exhortación. Encargo cumplimos mandando misiva con esta carta, pues con previsión y ánimo alerta, el mal del rumbo se aparta, y así como nunca antes se os demandara, pensando en los azarosos días que el ciego advenir nos depara, comienzo el relato que todo lo aclara:
Transcurría el alba del año de Nuestro Señor de 2.005, cuando por el capricho del destino se nos abrió una puerta, teniendo a bien de recibir como encomienda una misión de descubierta.
Presto nos hicimos al trabajo, que es gran bien saber de todo, no fiándonos de bienes caducos, que se cargan y vacían y tan presto están arriba como abajo.
Hicimos acto de fe y embarcamos con futuro incierto. Los días uno tras de otro transcurrieron, pasaron reinos y mares y vimonos solos en mar abierto, Desesperantes calmas y bravíos temporales se sucedieron. Vivimos días de luminosa felicidad, y llegó el hambre, el frío y la mayor ruindad. La antes pétrea voluntad vaciló en todos a coro, temimos no alcanzar con decoro, el fin que para nuestra encomienda imploro..
Una alba que entre todos llamamos “La Gloriosa”, atisbamos las cumbres que anunciaban el fin de la descubierta más hermosa.. Que febril explosión de paroxismo, que clamor arrebatado de fervoroso ardor henchido. Nos abrazamos y lloramos no paramos mi Señor de alabarte, rezando postrados ante la cruz y el estandarte. Corrimos, saltamos y exploramos. Volvimos a ser niños y asombrados nos regocijamos. La maravillosa obra del Creador se nos desveló. Maná de agua fresca y pura, como la del paraíso que Adán anheló. Ante nuestros asombrados ojos aparecieron nuevas razas de animales, vimos bandadas aves de plumas largas y de vivos colores como una procesión de cardenales. Vimos el ave del paraíso Vimos un pez que es a la vez perdiz y pato, pone huevos y amamanta a sus crías cual tierna hembra de gato. Vimos nuevas floridas plantas y de conocimiento enormes portales, los que se nos antoja ha de servir para aliviar el triste padecer de nuestros semejantes mortales. Que dicha sentirse sabedor de tamaño arcano, pues ningún creyente o pagano, ha pisado tan virginales pastos desde que Dios creara al humano.. Que enorme placer pensar y profesar, que después de nuestro largo navegar, hemos encontrado tanta fortuna, con obra de virtud todos a una, para bien de la palabra Dios Nuestro Señor y no de Majestad alguna.
De vuelta a nuestros predios, sea en hora buena, vamos al encuentro de nuestro destino con firme constancia y pocos medios. Sin saber nuestra ganancia, sentímonos no obstante empero, humildes y sencillos sin caer en la arrogancia.
¿A quien importa el ave del paraíso, y cualesquier otras delicias, si solo nos preguntarán por el oro y las especias? Bien es cierto, y bien saben vuesas mercedes, que son las galas y las plumas, mas que otros placeres, lo que a un soldado pone fuerzas, para hacer hordas furiosas, acometiendo cualesquier dificultades y empresas valerosas.
Preguntémonos si han de ser justos nuestros destinos, si por ventura y fortuna culminaremos con honra nuestros caminos. Inquiramonos si fue tan buen servicio, si triunfó la virtud o el vicio, si sacaremos buen o mal galardón. Olvidémonos de disculpas y de implorar perdón, pues el fallar es bula que se concedió solo a los poderosos y acaudalados, a los regaladores arrogantes e hinchados, A los que no muerden con la boca e hieren con la cola como los alacranes, a los que en nombre de Dios comenten los peores desmanes, a los lisonjeros que con dulces palabras acarician los oídos y embotan los sentidos. A todos los que donde hay paz y calma, con amargas obras destruyen el alma.
¿Qué fama aspiráis mis nobles leales? ¿Anheláis para vos delicados altares? Acordaros del Díos Padre en presencia de la Santísima Trinidad cuando dijo:” Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza”, más también decirle pudiera, que entender y de que manera, pues quedó así el hombre hecho, sin mayor o menor provecho, con su ser natural a quererse endiosar, avecindándose cuanto más puede y siempre andando con esa sed seco y con esa hambre flaco. Es así que todo principal, temerá tanto el bien como el mal. Su carácter débil ha de dominar, aprendiendo siempre una paradoja acertada y singular:
“Los malos con los bienes empeoran y los buenos con los males se hacen mejores”.
¿Será que como al desventurado Prometeo torturó la vieja arpía, el ansia de mayor fama es la que roe nuestras entrañas día a día ?. ¿Será que somos menos por pensar que somos más de lo que somos?
Gritamos enardecidos:¡ Somos los mejores ¡ .
Alegres blandimos espadones que golpeamos contra nuestro acerado broquel. Nuestras armas empero se debilitan ante tanto oropel. A tanto relumbrón, falta en la aleación, el metal mas duro que es la convicción, Sabed pues mis lectores píos, que tan fuerte como el empuje del agua de mil ríos, vive Dios, que no hay mejor arma, que la fe que nos sale del alma.
En esta hora incierta queremos poner en las piadosas manos de vuestras Señorías Ilustrísimas, el fruto de nuestros desvelos, pues habéis de ser de vos nuestros magnánimos valedores y custodios, los que habéis de subir nuestro blasón a los más altos credos. Habéis de ser vos, el clemente guardián que impide la afrenta y el escarnio lidiando con el enemigo truhán. Vos habéis de ser conforto y bálsamo para la desazón amarga, en esta aciaga hora que nos embarga. Pues al igual que nosotros, sino Dios me condene, vuestro noble corazón tiene, la certeza de que nuestra isla es, y es una verdad real sin derecho ni revés, como una roca de diamante, donde las olas del tiempo y el olvido, toparán con su filo hiriente., donde la injuriosa envidia de ella... nunca jamás lograrán hacer mella. Donde la infame mentira, y de la codicia, el fiero embate, librarán sin esperanza duro combate,
Ha de ser pues, que si tienen a gracia permitir que podamos contar con vuestro gentil beneplácito, tendremos a bien ordenar escolta y transporte, que con las mejores galas ha de recibir y hacer comitiva para que vuesas mercedes puedan acompañarnos a la gentil tierra de Galicia, donde habemos de presentar a la Corte, el cielo lo quiera, la crónica de nuestra buen aventurada misión de descubierta, batiéndonos si es necesario en noble justa, por la verdad en la que creemos y el noble blasón que defendemos.
Desde la Mar-Océana en el mes de Mayo del año de Nuestro Señor de 2.005
Rubricado
Vuestro leal servidor Manu en nombre de la tripulación de la Nao “Prometeo” y de mis camaradas gallegos del Club