Fritz escribió:El otro día miraba un video que colgó un compañero,
de una carrera creo que en Irlanda, daba miedo hasta mirar.
Los corredores iban a tope, pero a tope a tope,
y el circuito era literalmente la calle, y la carretera. Sin protecciones, con árboles, farolas, bordillos, señales, cambios de rasante de miedo, en fin.
Afortunadamente en las competiciones oficiales, ya no se permiten cosas como esa,
y los circuitos han mejorado muchísimo las condiciones de seguridad, y se sigue trabajando para que así sea. Se trata de un deporte, donde debe primar el deporte y la competición por encima del riesgo. Sin embargo creo que el ser humano tiene en mayor o menor medida según los individuos, un “lado oscuro”,
que es innato a nuestra condición. Ese “lado oscuro”, en la antigüedad dio lugar a numerosos ritos, que intentaban armonizarlo con el orden cósmico, pues de desbordarse puede llegar a ponerlo en peligro. De un tiempo a esta parte, se trabaja de forma muy intensa en conservar la vida,
trabajar para su conservación llega a ser obsesivo, y así vemos como se prolonga en ocasiones de forma innecesaria en algunos enfermos, por ejemplo.
Esta obsesión, se traslada también a otros ámbitos, y me parece muy bien que se haga en el trabajo, con medidas de prevención, en la seguridad vial y en tantos y tantos aspectos de nuestra sociedad, donde debe seguir implantándose una cultura de la seguridad y la protección de la vida.
Sin embargo en determinadas actividades, creo que llevar al extremo esa filosofía, puede conducir a un exceso de estandarización, de asepsia, que haga perder ciertas emociones, que algunos en mayor o menor medidada necesitan vivir. Se trata de poner por delante de la conservación de la vida a ultranza, el vivir la vida a ultranza,
aunque ello suponga un riesgo de perderla. Creo que mientras las consecuencias de ese riesgo solo afecten a uno mismo, vale la pena reflexionar, si no es necesario mantener “islas” de tolerancia. Por ejemplo los Himalayas, son un espacio de reto personal, donde se pone en riesgo cierto la vida en alguna circunstancia. Las islas donde se compite en moto, en circuitos completamente anacrónicos,
son otro espacio de libertad, donde vivir sensaciones, imposibles de vivir en otro entorno.
Eso ha sido siempre una necesidad del ser humano, en la antigüedad se decía que algunos días del año permanecían abiertas las puertas del infierno. Los dias del TT en la Isla de Man creo que es así, están abiertas las puertas del infierno, y se produce un rito, que permite armonizar y reconducir el “lado oscuro” de los que participan. Seguramente así deberá seguir siendo, sino al final perderemos nuestra esencia y nos olvidaremos de vivir. Lamento las muertes y tanto,
pero pienso que han vivido como querían, y con la intensidad que necesitaban. Sit tibi terra levis para todos los caídos.
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Yo no lo hago, pero me siento bien pensando que en el mundo es posible hacer eso, todavía es posible, que hay “islas” de libertad, donde quien lo necesita para vivir, se enfrenta a si mismo. No sería lógico hoy día poner en pie un TT, pero este que existe, como algún otro, tengo mis dudas de que se tengan que “cerrar” , por cierto gracias por el video. 
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