EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Foro para vuestras vivencias en moto, los viajes, rutas que habéis hecho o cualquier otro relato.
Responder
pate
Triumphero Maestro
Triumphero Maestro
Mensajes: 1729
Registrado: 03 Oct 2004, 00:00
19
Moto:: Bonneville T120 Ace
Ubicación: Pamplona (Reyno de Navarra)
Has vote: 1 time
Been voted: 24 times

EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Mensaje por pate »

EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE



PRIMERA PARTE

Prólogo



Viajaba por la senda del recuerdo. Un día más. Hacía meses que su transcurrir cotidiano se detenía bruscamente en tiempos pretéritos que a él, se le antojaban mejores. Quizás un experto terapeuta lo hubiese calificado como depresión, pero en su fuero interno prefería llamarlo nostalgia.

Aquel hombre bajito, delgado, pero con una perceptible barriga, recuperada a base de grandes dosis de cerveza tras un desgraciado accidente, que le postró una larga temporada en una silla de ruedas, tenía la mirada perdida. No cabía duda que su felicidad completa se había esfumado por obra y gracia de una colisión contra una enorme mole de maquinaría pesada.

De poco sirvió que a su regreso del aséptico hospital británico, fuese colmado de atenciones y cariño por parte de los suyos. En especial por la mujer de su vida, que tres meses más tarde se convertiría en su amada esposa. Tampoco pareció alentar su recuperación el obsequio que ella le preparó, aquella espléndida Ducati Darmah 900 de prístino color rojo. Y aquella moto se convirtió en un monstruo a los ojos de Clemente. Un especie de sirena que con su bello canto le llamaba para ser engullido por las aguas frías de un mar incierto. Así que sólo cabía clavarle un arpón.

Tal había sido su decadencia, su alejamiento de los placeres que con tanto denuedo disfrutó, que incluso llegó a vender la máquina a las pocas semanas. Se terminó el placer de sentir la brisa en la cara, la sensación indescriptible de velocidad, las fulgurantes aceleraciones, el establecer nuevas amistades, ilusiones, retos, y también se puso fin a sus inconvenientes. Ya no tenía encuentros fortuitos con inmundos insectos, ya no corría riesgo de perder la pierna intentando arrancar la moto o en una caída, ya la lluvia impertinente dejaba de mojar su ropa, se terminó también la secuencia irritante de ponerse los guantes, el casco, quitarse los guantes para abrocharlo y volver a enfundarse de nuevo las manoplas.

La decisión de deshacerse de la “italiana gorda” le trajo también consecuencias en su relación sentimental. Su mujer se sintió agraviada y de algún modo despreciada. Aunque a medida que el hombre fue cogiendo de nuevo el pulso a la vida, cuando su recuperación física le permitió de nuevo satisfacer su instinto primitivo y colmar de placer a su pareja, esta a su vez, empezó a esbozar sonrisas con mas frecuencia y a olvidar el asunto del regalo fallido. Sin duda era una mujer de gran corazón, una mujer enamorada. Entendía la reacción de su hombre. Reacción de macho que no consiente que la tentación sobrepase la voluntad ya decidida.

Bien cierto es que ella se preguntaba que le había sucedido que fuese mas allá de intentar destrozar una excavadora estampando una moto a toda velocidad, qué se había roto más allá de los huesos en su interior, qué tecla había tocado desafinada, qué sucedió en realidad. Se encontraba desorientada y quizás necesitara ayuda.

La explicación estaba al alcance de todo el mundo. Pero es norma general que uno no ve al elefante hasta que este le está pisando el pie. Y ese elefante se llama miedo. No es extraño que ese maldito paquidermo se quede mucho tiempo pisándote el juanete, pero es también una realidad incontestable que un simple ratón puede espantar a la bestia.

Y él, Clemente, estaba esperando que apareciera el roedor que alejara a toda velocidad al orejudo, aunque en su despavorida huida, destrozara todo lo que se interpusiera en su loca carrera. Y el ratón estaba a un paso de aparecer en su vida. Un ratón, o quizás una plaga de ellos.
Era tan bello el instante, que para detenerlo, sólo quedaba una opción.......el silencio.
Triply
Por mucho que escribas, no pillarás a Jaume
Por mucho que escribas, no pillarás a Jaume
Mensajes: 9818
Registrado: 05 Nov 2005, 11:22
18
Moto:: Bonnie SE Tiger Spor
Ubicación: Viladecans, Barcelona
Has vote: 2 times
Been voted: 2 times

Re: EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Mensaje por Triply »

Me anclo que aquí hay tema :lol: :lol:

:XX: :XX: :XX:
But my smile, still, stays on

Cuatro ruedas transportan el cuerpo, dos mueven el alma

Mistakes are the portals of discovery
Avatar de Usuario
Bonniato
COLABORADOR
COLABORADOR
Mensajes: 935
Registrado: 18 Mar 2017, 21:34
7
Moto:: BonnevilleT120Black

Re: EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Mensaje por Bonniato »

Aquí están las nuevas aventuras de Clemente. Me parece que las va liar gordas. :clap:
Humphrey
Administrador
Administrador
Mensajes: 17197
Registrado: 22 Sep 2003, 02:00
20
Moto:: Una negra
Ubicación: Errenteria
Has vote: 12 times
Been voted: 49 times

Re: EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Mensaje por Humphrey »

Cojo sitio... :XX:
ImagenImagen
Avatar de Usuario
albacete
COLABORADOR
COLABORADOR
Mensajes: 10715
Registrado: 23 Ene 2008, 23:58
16
Moto:: speedmaster
Ubicación: alhama de murcia
Been voted: 1 time
Contactar:

Re: EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Mensaje por albacete »

Otro que se apunta. :plas: :XX:
NO DEJES PARA MAÑANA LO QUE PUEDAS RODAR Hoy-

Imagen
pate
Triumphero Maestro
Triumphero Maestro
Mensajes: 1729
Registrado: 03 Oct 2004, 00:00
19
Moto:: Bonneville T120 Ace
Ubicación: Pamplona (Reyno de Navarra)
Has vote: 1 time
Been voted: 24 times

Re: EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Mensaje por pate »

Capítulo Primero


“El pisotón del elefante”



El sol entraba de lleno por la ventana. De pie, junto a ella, las dos mujeres tomaban una infusión adelgazante. Charlaban de manera pausada y en el ambiente se percibía la tensión entre ambas. Desde el fallecimiento de la madre de Clemente ellas dos eran las mujeres que le acompañaban en su camino. Y eran las dos que se preocupaban, aunque de manera diferente, por su bienestar.

Su esposa, Pepi, se inquietaba por ver que su hombre, había borrado su expresión habitual del rostro. No había borrado su sonrisa, por que apenas nadie recordaba ver que sonriera, y en tiempos pasados, ni siquiera había una persona que se cruzara en su camino, que supiera definir el rostro del hombre. Un hombre a todas luces vulgar. Ahora en cambio, cualquiera podría decir que le faltaba la oreja derecha, aún cuando fuera incapaz de adivinar el color de sus ojos, la prominencia, o no, de su apéndice nasal o como llevaba de tupido el mostacho.

En cambio, su hermana, que estaba embarazada de su tercer hijo, que aumentaría el número de niños idiotas y bobos de la humanidad con total seguridad, se preocupaba de manera infinita por su hermano. Desde que la madre de ambos muriera de manera violenta en extrañas circunstancias, el interés en que Clemente aceptara el testamento y así pudiera coger su parte y olvidarse de él para la eternidad, se convirtió en una espera desesperante. No es que sintiera desapego por su hermano, simplemente le aborrecía, le parecía tan alejado de los estándares que ella consideraba atractivos, que lo mejor era no verse envuelta en su entorno, so pena de resultar relacionada con él.

Al principio la cosa se retrasó a causa de la investigación policial, que demoró varias semanas el informe del atestado. La mujer apareció con las ropas desgarradas, sin bragas y con un fuerte golpe en la cabeza. Las primeras sospechas se centraron en el entorno familiar, pero fueron inmediatamente descartadas. Clemente se encontraba postrado en la silla de ruedas y se antojaba difícil que pudiese acceder a un tercero sin ascensor, cometer el delito y marcharse como si nada, y la hermana estaba en Disneylandia con la pareja de niños y el fantasma de su marido que “había ascendido en el banco, y para celebrarlo con los angelitos, nos vamos de viaje a un hotel de cinco estrellas; a París ¿sabes?”.

La realidad es que la octogenaria vivía un tórrido romance con el suegro de un comerciante del mercado, el propietario de Chacinas Belmonte, y cuando este se hubo marchado después de un encuentro muy fogoso, la anciana se había antojado de una copa de anís, botella de guardaba en lo alto de un estante y, como quiera que estaba realmente exhausta del esfuerzo, y que una persona de su edad está bastante alejada de las palabras equilibrio y agilidad, cayó de lo alto de la banqueta antes de conseguir su objetivo, y se golpeó fuertemente en la cabeza tras quedar la bata enganchada en el pomo de la puerta, dando fin no solo a su pasión desenfrenada, sino a su vida.

Ahora ellas debatían acerca de Clemente. Intentaban que todo quedase solucionado y poder así, cerrar un capítulo amargo de la vida. Nunca mejor dicho.

-Está tan triste......- dijo Pepi.

-Bueno, nunca ha sido una verbena-

-Conmigo es muy bueno.....-

-Será bueno contigo, pero eso no quita que sea un sieso, un aburrido, un pasmado, y no digamos nada de su afición a empinar el codo. ¿Y que me dices de esa locura de comprarse moto?. Anda que no...-

-Clemente no bebe. Solo se encarga de probar que los grifos de cerveza sirvan la bebida en las condiciones que nuestros clientes merecen-

-¡Claro!, y cuando termina su “trabajo” se va de copas con los amigos-

-El pobre ha pasado muy mala racha....el accidente....lo de tu madre....eso le ha afectado mucho. Que la Policía le investigara, le dolió mucho, así que no te extrañe que el hombre busque distracción-

-Pero si todos sabíamos que no podía subir a la casa. Bueno, y cuando podía, tampoco iba a verla, sobre todo desde que se casó contigo. Y a mi también me investigaron, pero estábamos en París, de viaje. Un viaje de lujo, ¿ya lo sabías, no?. Y además se comprobó que estaba borracho en la cervecería, con ese inútil de su amigo Jorge-dijo la hermana con sorna.

-Espero que pronto vuelva ser el mismo- dijo Pepi con cierto aire de tristeza.

-Y yo espero que pase por el notario a firmar y así poder repartir la herencia. No hay mucho, quizás un par de millones de pesetas, y el piso, y la finca del pueblo. Mi marido dice que hay una oportunidad muy buena para comprar un chalet en las afueras, y no es que necesitemos el dinero, que ya sabes que lo han ascendido y gana un dineral, pero a Clemente le vendrá bien un poco de dinero, para ayudar en casa y esas cosas...-

-Clemente tiene todo lo que necesita-

-Todo, todo, no. Le falta una oreja-.dijo la hermana riendo de forma ruidosa.

-Eso ha sido cruel....-

Mientras todo esto sucedía, Clemente se encontraba supervisando una de las cervecerías. Había dejado su empleo de funcionario y ahora se dedicaba a controlar que todo estuviera en orden en los negocios que habían montado él y Pepi, con la indemnización del accidente y los ahorros de ella.

El éxito de la Cervecería Inglaterra fue arrollador. Apenas había doce bares en los alrededores, y al ser una zona céntrica y de paseo, el negocio funcionó desde el primer momento. A esta le siguieron la Cervecería Francia en la Plaza de Agustina de Aragón, de gran predicamento, y una Cervecería-Grill en las afueras, en una nave que se dedicó durante décadas a la fabricación de juguetes, enclavada en medio de un polígono industrial , que era capaz de servir trescientos o mas cafés, doscientos menús al día y dar cuenta de unos mil quinientos litros de cerveza por jornada, llamada Van Gogh en honor a Clemente. Cosa que nunca logró entender, ya que no estaba dotado para las artes pictóricas.

La tarea de Clemente se basaba en catar todos los grifos de cerveza para verificar que el producto reunía todas las condiciones para ser servido a los clientes. Era capaz de notar una desviación de medio grado de temperatura en la bebida, con una precisión asombrosa, o reclamar al fabricante si creía que el lúpulo de una partida no estaba adecuadamente tratado. Del resto se encargaba a modo de gerente un antiguo compañero de trabajo. Un africano llamado Donato Zarraluqui, que no solo demostró ser un tipo con dotes de mando, había una plantilla de más de cincuenta trabajadores fijos, sino que además era honrado, capaz e infatigable. Decía haber tenido que correr mucho detrás de las gacelas para poder llenar la tripa, y además tener que hacerlo antes de que los leopardos se le adelantaran, que su actual cometido le parecía unas vacaciones. Así que era capaz de saber que camarero sisaba más de lo razonable, que proveedor inflaba los precios, y que comisiones se llevaban los repartidores, antes que ellos mismos. Y es que como bien decía, el hombre blanco es mas transparente que los negros.

El día que ambos dejaron el trabajo en la morgue, para incorporarse a las nuevas tareas, un tren de mercancías arrolló a un microbús de Almería lleno de peregrinos que se dirigían a la Virgen de la Peña. El fatal y previsible desenlace, con catorce fallecidos, se topó de bruces con la inexistencia de personal que pudiera atender la demanda súbita de muertos. Así que el asunto se derivó a otro departamento de Sanidad, que debería utilizar unas ambulancias para tal fin, pero de manera incomprensible una barrera automatizada que debería dejar expedita la salida, se negaba a funcionar, y como quiera que el conserje ya no existía, nadie era capaz de poder abrirla . Y dado que los chóferes de los vehículos sólo entendían de mudanzas y poco más, la cosa se retrasó mas de lo razonable.

Al final los pobres cadáveres fueron trasladados en un camión frigorífico al Matadero Municipal hasta que los allegados pudieron hacerse cargo de los cuerpos. La noticia fue sonada, incluso salió en el Telediario y costó la cabeza del encargado del parque de ambulancias, que fue cesado de su puesto y destinado a la sección de limpiezas, donde consiguió un puesto de basurero en horario nocturno.

Cuando Clemente regresó a casa, la Pepi estaba, como era habitual últimamente realizando unas tablas de ejercicios físicos de extrema dureza. Sudaba de manera abundante, pero permanecía inasequible al desaliento sin detenerse. Una gran toalla de piscina le servía para secarse el sudor que le caía a chorros por la cara y brazos y la música atronadora que salía de un radio cassette parecía animarle a seguir con la tortura.
Una hora mas tarde dio por finalizada la sesión. A decir verdad formaba parte de la transformación física que había sufrido. Alrededor de cuarenta kilos se había dejado por el camino de espinas que suponía la dieta estricta y el ejercicio desmesurado. Asunto que empezaba a disgustar a Clemente, que sin lugar a dudas prefería nadar en la abundancia carnal del pasado que no verse sometido a una dieta estricta de carnes y lorzas.

Era, además de una mujer de negocios intuitiva y decidida, una mujer madura que rayaba la belleza. Nunca podría ser una tía estupenda, de portada de Interviú, pero era una señora que atraía a muchos de los parroquianos de los bares. Pero ella sólo tenía ojos para él, sólo miraba con deseo a su amado esposo. Y tenía que encontrar el modo de que volviera a sonreír. Ella era la única capaz.

Sentado en el comedor, Clemente miraba al horizonte de manera desinteresada. Una cerveza en la mano, y en la mesa un plato de boquerones y unas olivas. Cuando oyó que se acercaba la mujer hizo un esfuerzo para esbozar un gesto parecido a una sonrisa. Ella le puso la mano en el hombro y le beso en la mejilla.

-No se que te pasa cariño, pero quiero ayudarte- le dijo la mujer.

-Nada, no me pasa nada- era un hombre de pocas palabras.

-Estás todavía mas triste que de costumbre. Anímate hombre. Todo nos va bien. Los negocios. Nosotros. Nos queremos.....-

-Yo te quiero mucho- interrumpió Clemente.

Y aquí Clemente se derrumbó y confesó el problema que de verdad le acuciaba, el problema que no le dejaba dormir. Se lo había tragado durante semanas. Se convirtió en una tortura durante interminables jornadas, cada hora, cada minuto, cada segundo del día y de la noche, el terrible dilema al que se enfrentaba. Era como si el elefante que le machacaba el pie, apretara con más fuerza.


Continuará.
Era tan bello el instante, que para detenerlo, sólo quedaba una opción.......el silencio.
Humphrey
Administrador
Administrador
Mensajes: 17197
Registrado: 22 Sep 2003, 02:00
20
Moto:: Una negra
Ubicación: Errenteria
Has vote: 12 times
Been voted: 49 times

Re: EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Mensaje por Humphrey »

:XX:
ImagenImagen
Triply
Por mucho que escribas, no pillarás a Jaume
Por mucho que escribas, no pillarás a Jaume
Mensajes: 9818
Registrado: 05 Nov 2005, 11:22
18
Moto:: Bonnie SE Tiger Spor
Ubicación: Viladecans, Barcelona
Has vote: 2 times
Been voted: 2 times

Re: EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Mensaje por Triply »

... una pequeña pausa para la publicidad :lol: :lol: :lol:

:XX: :XX: :XX:
But my smile, still, stays on

Cuatro ruedas transportan el cuerpo, dos mueven el alma

Mistakes are the portals of discovery
Milcincuenta
Triumphero novato
Triumphero novato
Mensajes: 67
Registrado: 27 May 2019, 13:47
4
Moto:: Speed Triple R

Re: EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Mensaje por Milcincuenta »

No hay duda que sabes como mantener el suspense.... :plas: :plas: :plas:

Espero con avided la siguiente entrega
anibalga
COLABORADOR
COLABORADOR
Mensajes: 707
Registrado: 01 Ene 1970, 01:00
Moto:: XCA2018
Ubicación: sevilla
Been voted: 1 time

Re: EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Mensaje por anibalga »

Otra vez enganchado :face: 8-)
pate
Triumphero Maestro
Triumphero Maestro
Mensajes: 1729
Registrado: 03 Oct 2004, 00:00
19
Moto:: Bonneville T120 Ace
Ubicación: Pamplona (Reyno de Navarra)
Has vote: 1 time
Been voted: 24 times

Re: EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Mensaje por pate »

Capítulo Segundo



“El roedor inesperado”




Pepi no daba crédito a las palabras que acababa de oír. Su marido, su referente, su guía, su amante, se encontraba en ese estado de tristeza por algo que a todas luces podría parecer insignificante. De no conocer la total realidad de lo confesado, incluso podría parecer ridículo.

Alejó los temores que albergaba, que le hacían pensar que pudiera haber otra mujer en su vida. Y es que Clemente era un hombre muy “goloso” para cualquier fulana que se cruzara en su camino, y aunque ella sabía de su fortaleza y de su integridad moral, a veces un tropiezo era una posibilidad cierta.

Cuando le contó que su inquietud provenía de la última vez que había acudido al médico con el fin de revisar el estado de su oído, que no oreja, que ya no existía, se intranquilizó. Pensó en algo malo, en algo irresoluble, un tumor, un cáncer, una cardiopatía, impotencia, aunque de eso tenía las dudas más que despejadas, cualquier patología incurable, pero cuando supo la verdad, en cierto modo respiró tranquila.

Resultó ser que el problema de Clemente era la perdida de visión considerable que le afectaba en los últimos meses. Nada que no pudiera solucionarse con las adecuadas medidas correctoras. Así es la miopía, le pones unos lentes y desaparece. Cuando lo supo Clemente, sin decir nada se acercó a una óptica con el fin graduarse la vista y poner solución en forma de lentillas al problema, pero en la exhaustiva revisión que le realizaron, le diagnosticaron un tipo de conjuntivitis que era incompatible con el empleo de lentillas correctoras. La otra opción era una nueva técnica de cirugía que estaba cogiendo auge en la Unión Soviética, pero que podría causar problemas a medio plazo. Además pensó que nunca iría a ponerse en manos de un cosaco borracho ya que apreciaba sobremanera sus ojos, a pesar de estar defectuosos. Sabía de primera mano las tonterías que uno puede hacer cuando la ha dado rienda suelta a la sed y no ha probado el agua, prefiriendo una buena botella de vodka.

Y la opción de las gafas se hacía inviable o cuando menos complicada. A buen seguro que irían siempre torcidas y no pensaba ponerse una goma que las sujetara por detrás de la cabeza, ya que le darían apariencia de tonto del bote o peor aún, de loco. Y él era un hombre serio y cabal, incapaz de hacer nada extravagante.

-Cariño-dijo Pepi-.Déjalo en mis manos. Seguro que encontramos una solución que resuelva el problema.

-No estoy seguro de eso-

-Ahora no es el momento de preocuparse más, es el momento de ponerle solución. Y se la vamos a poner.

Clemente se quedó embobado mirándola, mientras ella rebuscaba una agenda en el cajón del escritorio. Aquella mujer era un torbellino imparable y por primera vez en semanas, respiró hondo en la certeza que removería cielo y tierra para solucionar el asunto.

-Estuvo tu hermana por aquí.......- dijo sin detenerse en la búsqueda de dios sabe que agenda.

-¿Si?-replicó Clemente, que en realidad quería decir, que tripa se le ha roto o que coño quiere.

-Era por lo del testamento. Quiere que firmes. Quiere comprar un chalet y no tiene un duro. No dijo eso, pero es lo que quería decir- seguía revolviendo el contenido del cajón.

-Firmaré cuando me salga de los huevos-

-Deberías firmar cuanto antes y olvidarte del tema. Además está embarazada- y aquí el tono de voz de Pepi cambió y se volvió un poco mas apagado y triste.

-¿Otra vez?. Parece una coneja. Firmaré y así ya tendrá para los biberones-

-No crees que nosotros, bueno, no se si quieres, pero ¿no has pensado en que nosotros también podríamos tener descendencia?-

-Podríamos. Ya veremos. Es que no se nada de niños, yo. No se si es el momento-

-Más adelante, si- dijo en cierto modo decepcionada con la respuesta.

-Si- dijo él.

Y de pronto un grito de Pepi rompió el silencio incómodo que se había producido por las respuestas vagas de Clemente.

-¡¡Mira que he encontrado!!- y le alargó la mano con una foto.

En ella estaban Pepi, Clemente pertrechado con sus ropas de andar en moto, y la reluciente Sanglas 500 el día que emprendía el viaje, que tanto cambió su vida. Sobresalía en la parte trasera la enorme paellera que brillaba al sol, y que le daba a la foto una pátina especial. Aquella foto la hizo el hermano de Pepi, lo recordaba a la perfección. Podría ser que tuviera una lesión en el pie, o en la pierna, era un detalle que tenía borroso, pero estaba seguro que él la hizo a regañadientes.

Y un atisbo de felicidad brilló en los ojos de Clemente. La moto y su por entonces novia. Las dos cosas que mas placer le habían provocado en su vida, aunque no necesariamente en ese orden.

Aquella noche durmió de manera convulsa. Una especie de intranquilidad le recorría el estómago, hasta el punto de provocarle nauseas. Su cabeza no dejaba de dar vueltas y mas vueltas, y por fin, la preocupación angustiosa que vivía, dejaba paso a empujones a la loca idea de volver al mundo que le había seducido de manera implacable un par de años antes. La moto, los viajes, la aventura. Pero de pronto sintió de nuevo pánico, una nausea le sacudió el cuerpo y tuvo que levantarse a vomitar. Pepi seguía dormida, los interminables y profundos ronquidos que tanto gustaban a Clemente, daban fe de ello.

Cuando regresó a la cama se durmió repentinamente. Tuvo sueños que rozaban la pesadilla. En ellos, una oreja gigante devoraba un bulldozer, mientras su hermana rodeada por cientos de niños con la cara de su espantoso cuñado, cantaban la marsellesa. Unas gafas perseguían a Pepi, que iba vestida exclusivamente con mallas de gimnasia y que, afortunadamente, era de nuevo una mujer gruesa y de una enormidad entrañable, de lo cual daba fe la inmensa desnudez del momento onírico. Él a su vez daba volteretas, rodeado de personas que se parecían al primo de Pepi, a la cuñada de este, que le decía “macho, olé, olé”, al chico ingles aficionado a los coches y a destrozarlos, a un señor con una acordeón y también daba volteretas una moto francesa, la misma que exprimió en su periplo motero y que tantas alabanzas desató entre el resto de moteros.

Hay que ver que cosas se sueñan, pensó a la mañana siguiente. Nada que ver con la realidad o los deseos. O eso creía creer.

Pepi se esforzaba mentalmente. Quería buscar una solución para el pequeño gran problema de su marido, ignorante de que la respuesta a sus inquietudes estaba a punto de aparecer de manera inesperada, y en manos de alguien impensable.

En la Cervecería Van Gogh, Clemente estaba reunido con el gerente en la terraza exterior. Donato hacía balance del inventario de todos los negocios, aportaba ideas y sugerencias de mejora, mientras que él, le anotaba escrupulosamente los detalles de cada uno de los mas de cuarenta grifos distintos, y que cosas había que modificar en cada uno. Que si la temperatura, la presión, la altura del servicio, la inclinación del vaso o jarra, todo ese tipo de especificaciones imprescindibles para una alta calidad y satisfacción de los aficionados a levantar el codo en una barra de bar, rodeados de humo, ruido, olores diversos y platos de olivas, papas, cortezas de cerdo, butifarras y atún encebollado.


Se debían a la ingente cantidad de clientes que acudían a los bares. Desde los que eran esporádicos, a los habituales, tanto como a los bebedores compulsivos y a esa gran cantidad de borrachos confesos que formaban el elenco de su parroquia. Aquellos feligreses devoraban con fruición tal cantidad de boquerones en vinagre, especialidad de la casa junto a las aceitunas de Jódar, aliñadas de mil formas distintas, que incluso Pepi se había planteado comprar un barco pesquero y dedicar las capturas al suministro de sus locales, pero desestimó la idea por no tener el mar cerca y ser alérgica al sol. Y luego estaba lo de los cupos de pesca, y los moros que no hacían mas que joder la marrana, y los temporales y todo lo demás. Y además decían que este año, 1985, iba a ser el año que España entraría a formar parte de la C.E.E, y estaba todo muy revuelto.

El sol empezaba a apretar un poco y Clemente mandó traer otra jarra de cerveza del grifo número 10 y otro plato de olivas, en el preciso instante en que Donato abandonaba el lugar para acabar de cuadrar las cuentas y despedir a un camarero que había robado un bote de mayonesa y una docena de latas de mejillones en escabeche. Después de darle la carta de despido y la paliza correspondiente que terminó con un ojo morado y un diente buscando refugio en su intestino, se sintió aliviado por el trabajo bien hecho. El pobre hombre maldecía y amenazaba con denuncias y venganza, pero entre los mejores clientes del lugar estaban casi todos los policías, jueces y procuradores de la ciudad, alguno de ellos digno de aparecer en los lugares de honor en el ficticio ranking de adictos al alcohol y a la juerga. Así que de nuevo la paz y el orden se adueñaba del lugar.

Aquella paz que ahora disfrutaba en solitario Clemente, con el bigote pintado de la espuma de la cerveza, como debe de ser, con la acidez de las olivas con aliño de alcaparras y guindilla, se truncó cuando a lo lejos se oyó una especie de trueno. De no ser por que el cielo era un lienzo de azul inmaculado, habría jurado que se acercaba tormenta. El trueno, ahora convertido en rugido, iba aumentando de intensidad. Ahora se apreciaba también el sonido inconfundible de las gomas chirriando, y a lo lejos se distinguía como un coche diminuto de un atrevido color violeta, se acercaba a toda velocidad, como si quien lo manejara estuviera empeñado en reventar el poderoso motor, o estuviera en la fase final de un intento claro de suicidio.

Clemente supo de inmediato quien se acercaba, solo había alguien capaz de circular en perpetuo desafío a la leyes de la física y con un desprecio total a una mas que improbable vejez. Su amigo inglés, su fiel compañero de aventuras, el muchacho rubio que tuvo el dudoso honor de sacarlo de debajo de la pala del bulldozer y según le contaron, el que estuvo toda la noche buscando su oreja con la ayuda de una linterna y un par de sabuesos.

A los pocos segundos, el coche entró en el aparcamiento con una cruzada espectacular, que dejó perplejos a los parroquianos que se habían asomado creyendo que se avecinaba una especie de tifón, y se detuvo a pocos centímetros de un Seat Panda . Era un coche bajito, con unas ruedas enormes, con una carrocería de líneas muy alejadas a la proporción aurea, pero que sin lugar a dudas escondía un motor descomunal. El coche se llamaba como un vecino del bloque, Marcos. Era un Marcos Mantula con motor de ocho cilindros y 3.9 litros de cilindrada, de procedencia Rover. Olía a aceite quemado y el motor emitía unos crujidos a causa del esfuerzo y la dilatación propia del calor.

Se abrió la puerta del coche y salió de manera ágil el muchacho rubio. Unas enormes gafas de sol blancas tapaban buena parte de su rostro y la camisa de color rosa y verde era digna del museo de los horrores, pero lo que mas llamaba la atención era la impresionante cara de alegría que lucía cuando distinguió entre la multitud a su gran amigo.

Y aunque no lo sabía, el muchacho inglés se había convertido en ratón. El que espantaría al maldito elefante que machacaba el pie de Clemente.
Era tan bello el instante, que para detenerlo, sólo quedaba una opción.......el silencio.
Triply
Por mucho que escribas, no pillarás a Jaume
Por mucho que escribas, no pillarás a Jaume
Mensajes: 9818
Registrado: 05 Nov 2005, 11:22
18
Moto:: Bonnie SE Tiger Spor
Ubicación: Viladecans, Barcelona
Has vote: 2 times
Been voted: 2 times

Re: EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Mensaje por Triply »

se pone interesante... :clap: :clap: :popcorn: :popcorn:
But my smile, still, stays on

Cuatro ruedas transportan el cuerpo, dos mueven el alma

Mistakes are the portals of discovery
Humphrey
Administrador
Administrador
Mensajes: 17197
Registrado: 22 Sep 2003, 02:00
20
Moto:: Una negra
Ubicación: Errenteria
Has vote: 12 times
Been voted: 49 times

Re: EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Mensaje por Humphrey »

Empieza bien, me gusta... :XX:
ImagenImagen
davscram
COLABORADOR
COLABORADOR
Mensajes: 677
Registrado: 26 Jun 2009, 09:54
14
Moto:: bonnie t100
Ubicación: mar menor
Been voted: 5 times

Re: EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Mensaje por davscram »

Por estas cosas me gusta seguir formando parte del Club.
Muchas gracias Pate
Seguiré atento.....................
pate
Triumphero Maestro
Triumphero Maestro
Mensajes: 1729
Registrado: 03 Oct 2004, 00:00
19
Moto:: Bonneville T120 Ace
Ubicación: Pamplona (Reyno de Navarra)
Has vote: 1 time
Been voted: 24 times

Re: EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Mensaje por pate »

Capítulo Tercero


“UNA FRONTERA EN EL CAMINO”



Cuando Clemente se hubo recuperado del enorme abrazo que le profirió el rubio inglés, y de nuevo apoyó los pies en el suelo, pudo darse cuenta que del coche se apeaba una chica despampanante. No era raro que el chico viniera bien acompañado, solía hacerlo con relativa frecuencia desde que unas semanas después de la boda con Pepi, se mudara a vivir a Gibraltar, y aprovechara sus viajes de negocios para visitarles.

Al parecer se dedicaba a la compra venta de bienes inmuebles y a “mover” algún paquete desde el Peñón a las zonas de ocio de toda la costa levantina. Sus clientes potenciales solía encontrarlos en las discotecas y clubs náuticos de moda, de ahí que toparse con señoritas espectaculares resultara de lo más fácil. Los contactos que decía tener le procuraban para sus viajes coches distintos, todos ellos muy rápidos, para que no perdiera mucho tiempo en el desplazamiento

La chica que había bajado del Marcos, era de un pelirrojo hipnótico, ojos intensos y azules, ir de sus pies a la cadera costaba cien pesetas de taxi, y el resto del cuerpo conseguía completar a rebosar la sala de la imaginación de una mente sana. Y de las malsanas también.

El chico inglés, que de tanto moverse en España, ya hablaba medianamente bien el idioma, le hizo un ademán para presentársela.


-Esta es Nancy- le dijo el rubio con ese típico acento raro.

-H-o-l-a. Uelcom- le dijo Clemente, despacio y alto, para que ella le entendiera a la perfección.

-Hola- dijo ella en perfecto castellano.- En realidad me llamo Aniceta Gil Barbadillo y soy de Calamocha.

-¡Ah¡- espetó Clemente asombrado

-Si. Ya ves, se empeñaron en el Club de Golf que mi nombre no era comercial para mi trabajo, y me dijeron que Nancy era mejor......

-¿Y de que trabajas?-

-Dicen que soy “relaciones públicas” , pero si te soy sincera, soy más de relaciones “púbicas”- dijo a la par que reía de una manera que no correspondía con su delicada y sugerente apariencia.

Una vez hechas las presentaciones, pasaron al interior donde se calzaron unas cervezas ellos, y ella prefirió un kalimotxo con vino de Cariñena, y unas buenas raciones de callos y sangrecilla, que tanto gustaban al británico.

Allí le comentó que aunque tenían prisa, el coche le daba algún problema de temperatura y debía resolverlo. Clemente reaccionó enseguida y pidió a un camarero que le dijera a un parroquiano que estaba en el fondo del local, que se acercara.

Era Emilio. Un antiguo mecánico de prestigio que fue despedido del trabajo en el concesionario Barreiros a causa de su adicción al juego. Incluso a la ruleta rusa, así que el empresario que le contrataba le puso en la calle, con el fin de evitar tener que limpiar los sesos del taller. Su vida cambió de cuajo, se instaló por su cuenta en un pequeño local, donde reparaba todo lo que se moviera con ruedas, y entonces un nuevo horizonte se abrió para él. Se volvió adicto al coñac nacional, no apostando ni un duro ni volviendo a coger una pistola más en su vida. Un cambio que benefició al negocio de Clemente, que lo capto como uno de los más asiduos al local. Así que creía que si reparaba el coche de su amigo, en cierto modo le devolvía el favor.

Emilio tenía la cabeza metida en el diminuto capot, que era fagocitado por el enorme motor, y enseguida dio con el origen del problema. Un manguito metálico de apariencia artesanal estaba rajado. Al no ser un repuesto común, tardaría un día y pico en fabricar uno e instalarlo. Así que Nancy y el muchacho, se quedarían en casa a dormir y al día siguiente irían a comer paella al campo. Todo arreglado. No hay como una buena jornada campestre para recuperarse del cansancio y serenar el espiritu.

Le puso al corriente a Pepi de la situación y ella se alegró de recibirles, iría a recogerlos al Van Gogh, después de hacer un poco de compra para la cena y la comida del día siguiente. Mientras tanto Clemente y el chico llevarían el coche al taller, para donde había partido ya dando algún que otro traspié Emilio, dejando tras de si una estela a Soberano. Nancy aguardaría en la cervecería, donde ya encontraría el modo de entretenerse; ella era de natural simpática y cuatro kalimotxos mas tarde ya bailaba sobre una mesa, para regocijo del personal que le jaleaba y no paraba de consumir más y más cerveza.

Clemente tomó asiento en el coche. Aunque no era un vehículo amplio, a él le pareció de tamaño adecuado, cosa que no compartía en absoluto el dueño, que tuvo que hacer contorsiones para acomodarse. Al segundo, giró la llave de contacto y un estruendo similar al de la explosión de grisú en una mina de carbón sacudió el vecindario. Sin reponerse de la sorpresa, Clemente ya estaba pegado al asiento, envuelto en una lucha por tratar de fijar la mirada en el horizonte y conseguir indicar con el dedo el camino hacia el taller. Su presencia de ánimo también se bamboleaba de un lado a otro.

En la primera curva creyó morir una vez más en su vida. Pero de forma inaudita el coche ni se inmuto, a pesar de ir ya a más de ciento treinta por hora, el habilidoso conductor consiguió no terminar estrellado contra un chopo que flanqueaba una pared. En la plaza circular causaron asombro a quien tuvo la oportunidad de verlos pasar. De hecho, las dos enormes huellas negras que se dibujaron en el asfalto, perduraron un par de semanas y eran la comidilla de los jubilados que señalaban con el bastón mientras se llevaban la otra mano a la cabeza.

Ya en el taller de Emilio, trataba Clemente de recordar cuantas veces había visto pasar a la parca con su guadaña, en los apenas cinco minutos de trayecto. Era de tal magnitud la impresión que había provocado, que allí en lo más profundo de su memoria, le hizo recordar la sensación de ir en moto. Pero lo que no sabía era que antes de lo que pudiera creer, recuperaría esa sensación.

-Bueno, ahora me pongo manos a la obra. Mañana a media tarde, yo creo que lo tendré listo. También lo voy a poner a punto, que me ha parecido que no esta del todo fino- dijo Emilio antes de eructar discretamente.

-¡Ok amigo¡. Tu sabes bien hacer. Yo todo en tus manos pongo- dijo el chico.

-Voy a pedir un taxi para volver a la cervecería- dijo Clemente.

-Que taxi ni que coño. Ahí tienes una moto, ya me la devolverás, que para eso eres un experto motorista, que no todo el mundo va hasta Inglaterra en moto, solo los valientes como tu, un taxi dice....-

Girándose hacia el taller, entre un montón de los más diversos vehículos, que iban desde un viejo tractor Fordson, un Seat 1400, una furgoneta DKW, dos ambulancias calcinadas para repuestos compradas en una subasta, una rarísima Honda Harris de 1981 ganada en una apuesta, en paz descanse su anterior dueño que no tuvo fortuna con el revolver, una Sava con un golpe trasero, y al lado de esta, allí se encontraba semioculta la moto que le señaló el mecánico, una Bultaco Frontera de 370 cc de color azul y decoración en amarillo, con cilindro de Pursang y escape de competición.

Clemente se quedó paralizado. Ante el temor a un sonado ridículo si rechazaba la oferta, a quedar como un memo delante de su amigo, como un “cagao”, no pudo decir un no rotundo, y balbuceo una respuesta incomprensible. Sugirió que lo del taxi iba ser mejor, pero el inglés que ya llevaba tiempo observando como su gran amigo estaba desmotivado y a ciencia cierta necesitaba un empujón, no le dio opción.

-Tu “biker” de toda la vida. Ahora tu llevarme a mi en moto hasta cervecería. Tu eres experiencia grande en moto. ¡Vamos ya!-

-Si se me habrá olvidado ir en moto, son ya dos años......otro día- dijo Clemente.

-Hoy, ahora,¡Vamos! Olé y olé. Es como bicicleta, nunca olvido el montar- rió con ganas

Y por uno de esos milagros inexplicables, se acercó a la moto en medio de una sensación de miedo incontrolable, y un cosquilleo que le recorría la tripa. Tan cerca y tan lejos. Aquellos minutos que fueron eternos, de alguna manera pasaron a la velocidad de la luz. Para cuando se quiso dar cuenta, estaba de lado a la moto, cuyo asiento le llegaba a la altura del pecho, y fue consciente que solo el hecho de subirse en ella, era una tarea imposible. Pero allí estaba su amigo, tan alto como Nancy, que se subió de un ágil movimiento y por arte de magia la moto bajó quince centímetros. Para mayor gloria, eso le permitía apoyar los dos pies, y estabilizar la máquina.

Hay veces que no sabemos de que manera hacemos algo que nos resulta imposible ni siquiera soñar. Pero el caso es que Clemente, aún sin recordar como, estaba sentado en lo alto, nunca mejor dicho, de aquella moto y tenía como pasajero, en funciones de “pata de cabra”, al rubio amigo del alma.

Buscó con la vista el botón de arranque, pero desde el fondo del taller oyó como Emilio le gritaba que era una moto para hombres de verdad y que solo arrancaba a patada. Localizó la diminuta palanca, con una habilidad inesperada la desplegó, colocó el pie encima de ella y golpeó con fuerza. De pronto todo cambió en su interior. Aquella patada, que resultó fallida, le devolvió de nuevo a la vida. Su cara, que nadie veía, sonreía, mientras su amigo reía a carcajadas y le golpeaba suavemente la espalda. Los recuerdos le asaltaban de manera implacable.

-¡Otra vez, amigo! Mas fuerte...- reía.

Un nuevo intento, y luego un tercero. Y la moto arrancó nerviosamente, envuelta en una densa nube de humo, y un olor que le recordó a los quemados de Peñarara. El ruido era ensordecedor, un petardeo desacompasado que de pronto se tornaba en una locura estridente al acelerar. Un golpe de gas dejó claro que aquella moto tenía el diablo en su interior. O más de uno, quizás todos los demonios del averno. Pero él no era consciente, estaba en un estado de semiinconsciencia y al borde de un ataque al corazón que le impedía sentir, ni siquiera racionalizar, estaba sedado.

Introdujo la primera velocidad, soltó suavemente el embrague, pero desafortunadamente aceleró del mismo modo que recordaba necesario hacerlo en la tranquila Sanglas. La moto deslizó en el sucio suelo del garaje, pero cuando de nuevo tuvo agarre se propulsó a una velocidad endiablada envuelta en humo y ruido. Un inevitable caballito vino a continuación, apoyando de nuevo la rueda delantera con violencia carcelaria, varios objetos del taller fueron arrasados a su paso causando estruendo, Emilio seguía enfrascado en el motor, ajeno a la catástrofe que se desarrollaba a sus espaldas, y una vez la moto fuera del local, giró buscando la calle de forma sencilla debido a su ligereza. De nuevo el increíble trabajo del ángel de la guarda impidió una desgracia entre los viandantes y la moto prosiguió con su desenfrenada carrera.

Las manos le vibraban, le hizo pensar de nuevo en su Sanglas, pero ya no había tiempo ni lugar para la duda, ni tiempo para pensar en nada, segunda, tercera, en un suspiro el motor le pedía la cuarta, y aunque debía pensar la secuencia necesaria, embragar, cambiar, desembragar, todo parecía ir de manera fluida y coordinada. Sólo lo parecía.

Enfiló la plaza en sentido contrario, y no porque el recorrido fuese de vuelta, sino por no tener tiempo a pensar y frenar. Iba ya en quinta velocidad y la tomó en contra dirección. Un autobús de línea frenó bruscamente, tirando al suelo a sus veinticuatro pasajeros, un motocarro de Correos, volcó al esquivar al autobús y un atónito peatón se golpeó contra una farola al estar pendiente de ese delincuente, que a todas luces escapaba de la Policía.

Ya en la calle que desembocaba en el polígono de la cervecería, el motor iba exprimido a tope. La rueda delantera quería buscar el cielo.Un ruido estridente, un humo blanco muy perceptible formaban parte del decorado de la irracional cabalgada hacia el más que probable desastre. Clemente estaba como poseído, daba gritos de manera desquiciada, recibió a modo de bienvenida de nuevo al mundo motero, el duro golpe de un gran moscardón en la frente. Uno más. Los ojos le lloraban producto de la velocidad, quizás unos buenos ciento treinta por hora, no sentía las manos, ni los pies. Ni siquiera notaba la presencia de su amigo en la parte de atrás, que sin lugar a dudas estaría pasando el mismo susto que él en el coche.

Y de repente la curva. Llegaba a una velocidad inabordable. Vio el gran chopo y la pared, y cualquier mortal sabía que ambos eran lo suficientemente duros como para parar su alocada carrera. Cerró los ojos, inclinó la moto, redujo dos o tres velocidades, no tenía ni idea, sintió el golpe del bordillo de la acera, la moto saltó y abrió los ojos en el preciso instante en que a su izquierda dejaba el gran tronco y a su derecha rozaba levemente la pared con la empuñadura. Fue San Judas Tadeo, sin lugar a discusión, quien vino al rescate. El patrón de las causas imposibles estaba de su lado y no golpeó a nada, pero pasó tan cerca de ambos obstáculos, que ya sereno, recordaría la fila de hormigas que trepaba por el árbol y un texto escrito a boli que decía viva el anarquismo en la pared desconchada.

Casi en el aparcamiento de la cervecería, se sentía vivo de nuevo. Temblaba, producto de las emociones, del sofoco, del alivio de verse entero y de las vibraciones del salvaje motor. Frenó por primera vez en el trayecto. La moto se hundió de delante de manera exagerada y Clemente golpeó con la barriga al manillar que estaba unido por un fino tubo recubierto de una protección de foam. Eso provocó que soltara el freno y que la moto de estirara de nuevo. Él cayó en el asiento y la jugada se volvió a repetir una vez más, pero esta vez en el intento de agarrarse aceleró de manera violenta, cosa nada aconsejable en aquella moto, y el caballito fue del mismo estilo que el de la Kawasaki H1 que probó en Francia. Solo un experimentado motociclista y que estuviera lo suficientemente enfermo, era capaz de conseguir una inclinación de noventa grados y Clemente reunía ambas cualidades. O no.

Arrasó parte de las mesas y sillas de su terraza, mientras la moto volvía a su posición horizontal. Tal escándalo hizo que los abundantes clientes que estaban hasta ese momento muy pendientes de Nancy y de sus bailes sugerentes, salieran para ver como terminaba la actuación del motorista. Y terminó de una manera muy divertida. La moto iba prácticamente al ralentí y Clemente frenó para detenerla de inmediato. La moto cesó en su loca carrera y Clemente puso el pie para apoyarse, pero desgraciadamente alguien había colocado el suelo muy lejos, la moto vaciló pero sabía que su amigo pondría los pies y podrían apearse sin más problemas.

Cuando Nancy asombrada por lo que había visto, por el dominio del hombre sobre la máquina, y otros viandantes le estaban ayudando a salir de debajo de la moto, que había caído sobre sus piernas, no entendía que había sucedido. Había echado a perder el pantalón por la quemadura del escape, y un poco desorientado y con la frente dolorida por el infame insecto, vio en el horizonte como se detenía un taxi que traía a su amigo, el cual había perdido en el taller de Emilio en el magistral caballito. Muerto de risa y con la camisa rosa y verde sucia de grasa no paraba de hacer reverencias a un genio de la conducción suicida. A uno de su gremio. Y Clemente confuso, se debatía en un mundo de sensaciones encontradas, pero una prevalecía sobre las demás, y era la sensación de bienestar mental que había recuperado de golpe y porrazo. Quería moto, necesitaba moto. Él, era moto.

Aquel ratón ya había espantado el elefante.
Era tan bello el instante, que para detenerlo, sólo quedaba una opción.......el silencio.
Milcincuenta
Triumphero novato
Triumphero novato
Mensajes: 67
Registrado: 27 May 2019, 13:47
4
Moto:: Speed Triple R

Re: EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Mensaje por Milcincuenta »

Fantastico!!

Vale la pena cada minuto de espera :plas: :plas:
Avatar de Usuario
Bonniato
COLABORADOR
COLABORADOR
Mensajes: 935
Registrado: 18 Mar 2017, 21:34
7
Moto:: BonnevilleT120Black

Re: EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Mensaje por Bonniato »

Qué bueno. :lol:
Triply
Por mucho que escribas, no pillarás a Jaume
Por mucho que escribas, no pillarás a Jaume
Mensajes: 9818
Registrado: 05 Nov 2005, 11:22
18
Moto:: Bonnie SE Tiger Spor
Ubicación: Viladecans, Barcelona
Has vote: 2 times
Been voted: 2 times

Re: EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Mensaje por Triply »

:lol: :lol: :lol: :win: :win:
But my smile, still, stays on

Cuatro ruedas transportan el cuerpo, dos mueven el alma

Mistakes are the portals of discovery
Humphrey
Administrador
Administrador
Mensajes: 17197
Registrado: 22 Sep 2003, 02:00
20
Moto:: Una negra
Ubicación: Errenteria
Has vote: 12 times
Been voted: 49 times

Re: EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Mensaje por Humphrey »

Ya estamos al lío =))
ImagenImagen
pate
Triumphero Maestro
Triumphero Maestro
Mensajes: 1729
Registrado: 03 Oct 2004, 00:00
19
Moto:: Bonneville T120 Ace
Ubicación: Pamplona (Reyno de Navarra)
Has vote: 1 time
Been voted: 24 times

Re: EL NUEVO MUNDO DE CLEMENTE. RELATO

Mensaje por pate »

Capítulo cuarto.



“AMIGOS ÍNTIMOS”




Ya en casa, y una vez cenados de manera exagerada con ristras de chorizos fritos, lomo en adobo con patatas fritas y pimientos del padrón, ensaladilla rusa, boquerones en vinagre, morcilla de Burgos y de postre tarta al whisky, excepto Pepi que comió unos espárragos con vinagreta y un par de yogures desnatados, la sobremesa sirvió para ponerse al día de sus asuntos mas personales.

La chica pelirroja les contó que estaba un poco aburrida de la vida de lujo y desenfreno que le brindaban sus amigos ocasionales. El caso del inglés era diferente, estaba con él por que le parecía un muchacho divertido y vivía tan al límite como lo hacía, según lo que había podido ver, su nuevo amigo Clemente.

Contó que estudió en el convento de la Concepcionistas de Calamocha, que veían en ella y su pelo rojo, un claro pasaporte a la lujuria. De tal modo que decidieron hacerle la vida un poco más difícil, y así evitar una competencia desleal manifiesta. El día que se hartó de tanta monja se marchó a trabajar al campo. Hizo multitud de tareas diferentes, recolectar fruta, vendimiar, conducir tractores, llegando a manejar una cosechadora con habilidad, aprendió a beber de la bota y el porrón y se aficionó al vino peleón. Nadie le ganaba a decir tacos, ni a escupir los huesos de aceituna a más distancia, cosa que causo la admiración de Clemente, que veía en este último dato algo muy relevante.

Del campo pasó a una fábrica de azulejos en Castellón, donde adquirió el dominio necesario con máquinas muy sofisticadas, pero el hecho de ser mujer dificultó su merecido ascenso. Vendió fruta y verdura en un mercadillo en el puesto de un gitano muy agradable que usaba una báscula trucada. Luego conoció a un empresario septuagenario que solía ir a comprar nísperos, del cual se enamoró como una loca y estuvo con él hasta el día que falleció en la cama de un ataque al corazón. La pena se apoderó de ella durante semanas y hubo un momento que pensó seriamente en emigrar a algún lugar lejano y abandonarse a su suerte.

El siguiente paso fue la vida nocturna, donde trabajó de gogó en una discoteca de Benidorm lo cual podría asemejarse mucho a abandonarse a su suerte. Se relacionó con gente pudiente y con otros ladrones, y pasó al actual trabajo de relaciones públicas de un Campo de Golf atestado de impresentables holandeses, descendientes de los filibusteros con mas renombre del mundo, belgas dedicados al tráfico de armas y alemanes con complejo de superioridad, por no hablar de los racistas austriacos. Allí contactó con el rubio inglés, nada que ver con esa calaña, con el cual tenía una relación esporádica y muy placentera. De alguna manera le hacía regresar a la vida real cuando estaban juntos. Ambos provenían de una realidad mas miserable y eso crea afecto.

Acto seguido, avanzada la velada y después de varias cervezas y kalimotxos, fue cuando Clemente se abrió en canal y contó sus inquietudes y sus problemas, que tanto quebradero de cabeza le habían dado y tanto sufrimiento y dolor le había producido a su querida esposa. Comentó que la falta de su apéndice auditivo nunca le había supuesto un trauma. Es más, encontraba que si dormía apoyado en el lado derecho, dormía de manera más confortable. Pero ahora estaba inmerso en una especie de problema sin solución. Explicó con detalle, al menos con todo el detalle que su poca expresión oral y el estado nebuloso en que se encontraba le permitía, que la perdida de visión y la imposibilidad de usar lentillas, dificultaba enormemente poder usar gafas correctoras y que eso estaba minando su autoestima y pudiera ser que su matrimonio.

-¿Eso es todo problema, amigo?- dijo el inglés.

-¿Te parece poco?- contestó Clemente algo contrariado.

-No me rió de ti amigo- dijo entre carcajadas el chico.

-No entiendo que quieres decir- y bebió una jarra de cerveza de un trago en apenas un suspiro, para admiración de Nancy que nunca había visto nada igual, y mira que había visto cosas raras en su vida. Medio litro en apenas cuatro segundos.

-Yo tengo solución. Fácil resuelto todo, amigo-

El chico les explicó que un conocido suyo, amigo de un señor que le encargaba alguno de sus viajes relámpago, tenía otra persona que se encargaba al igual que él, de la tarea de jugarse la vida al volante de un deportivo para llevar de la manera mas eficaz posible paquetes de un sitio a otro. Un día de Febrero debía llevar con urgencia un paquete desde la Línea de la Concepción a Palamós, sin detenerse más que para repostar y sin ninguna demora.

El encargado de conducir el coche, un impecable Jensen Interceptor V8 de color granate, era un muchacho negro con merecida fama de destreza al volante. Por algún motivo inexplicable, o tal vez por que el volante se encontraba en el lado derecho del coche, en un adelantamiento a ciegas no pudo evitar estrellarse contra un Pegaso Europa que venía de frente cargado con ladrillos. El impacto fue brutal. Aparte de que los dos vehículos quedaron destruidos por las llamas, el chico negro resultó gravemente herido. Una de las puertas del vehículo le seccionó el pene de raíz. Aunque un miembro del equipo de rescate consiguió recuperar el otro miembro, no se le pudo implantar de nuevo al estar completamente chamuscado.

El caso es que el chico de color entró en una profunda depresión, hasta que su “jefe” le consiguió la dirección de un cirujano plástico de California, donde le pudieron transplantar el pene de un donante fallecido en un accidente. Para eso se tuvo que trasladar una temporada a las inmediaciones de la clínica y esperar pacientemente que hubiera un donante disponible. El día 4 de Julio, un albañil polaco que celebraba el día nacional americano, murió aplastado por un bloque de hormigón armado que se desprendió de un muro. Afortunadamente para el negro, el polaco de Varsovia, quedó atrapado de cintura para arriba. Seis horas más tarde, el chico negro tenía un pene disfuncional, a la espera de que le pudieran implantar un complejo sistema de aire que simulara la erección cuando por medio de una perilla de caucho instalada en la bolsa escrotal lo pudiera inflar.

Clemente no encontraba similitud ninguna con su caso. Una oreja era mucho más importante que un pene. Nancy y Pepi discreparon abiertamente de esa afirmación y Clemente tuvo que puntualizar que lo decía simple y llanamente por que la oreja está a la vista y el pene, no, es decir, no de modo habitual. Y además no estaba dispuesto a implantarse una oreja de un negro o de un chino, por mucho que el inglés le dijera que el pene que implantaron fue escrupulosamente tatuado del mismo color de piel de su ahora dueño.

Poco a poco, cerveza a cerveza fue considerando la idea. Llegó un punto de semi embriaguez, en ese momento que se te mete una canción “dentro” y ya no la sueltas, que le pareció buena idea. Pudiera ser que a la mañana siguiente en la comida campestre hablaran de nuevo del tema. La canción que tarareaba mentalmente seguía activa, muy activa y por mucho esfuerzo que pusiera en evadirse y olvidarla, no había manera. Pepi y Nancy charlaban animosamente de negocios, la chica sabía mucho de clubs de lujo decía que eran parte del futuro de ocio, el muchacho ya estaba durmiendo la mona, y Clemente ya tarareaba la canción abiertamente. Una pena que el inglés no pudiera decirle que la canción que susurraba a media voz, se titulaba “Nunca llueve en el sur de California”.

El día comenzaba con los preparativos de la comida campestre. Colocaban todo en el maletero del 131 Supermirafiori de Pepi. Clemente verificaba el estado de la paellera y se encargaba de que la bombona de camping gas y el dispensador de llama estuviera bien colocado en el cofre. Media hora más tarde estaban de camino. Tuvieron que volver a por el arroz. Un rato más tarde llegaron al sitio adecuado. La conducción de Pepi era sosegada y un bálsamo para el coche, lo cual enervaba ostensiblemente al rubio inglés, que veía en ese tipo de conducción un claro peligro al estar expuestos durante mucho más tiempo a los rigores de la circulación. Nancy se mostraba entusiasmada con la idea de un picnic familiar, que le recordaba a sus días en el pueblo, cuando se reunía con tíos y primos, y cuando terminaban todos cantando jotas con las servilletas en la cabeza a modo de pañuelo baturro.

Aparcado el coche , tan solo debían bajar por una pendiente hasta topar con una pequeña llanura que albergaba un encino en medio de la pradera. Allí, cobijados del sol instalarían la cocina y pondrían la mesa y las sillas de playa. En la linde del prado, atravesaba un camino rural, solo apto para vehículos todo terreno, que llevaba a una pequeña finca agrícola donde había un corral viejo y una huerta, y cruzándolo, a pocos metros estaba el riachuelo que, justo en ese lugar, hacía un remanso con una poza de agua helada que llegaba a cubrir unos dos metros de profundidad. El sitio ideal para poner a refrescar las treinta cervezas, las coca colas del kalimotxo y las dos sandias que habían traído.

La paella iba a todo trapo, lo mismo que las cervezas y el tinto de Cariñena. Al poco ya estaba lista y no perdieron el tiempo en contemplaciones. El arroz estaba cubierto por toda clase de marisco, tenía el punto xocarrat exacto y el sazonado era espectacular.
La sobremesa ya había subido de tono. Todos hablaban en voz alta, el inglés con ese acento tan gracioso, y de pronto Clemente espetó algo que les dejó con la boca abierta.

-Chicos. Voy a ir a Estados Unidos cuando me des el teléfono de la clínica y voy a ponerme una oreja nueva y gafas graduadas. Es que ya no veo ni tres en un burro-.

-Mi parece de puta madre, amigo-

-¡Que alegría me das cariño! Vuelves a ser tu, tan decidido, tan lleno de vida, aunque no seas muy expresivo....yo lo se-.le dijo Pepi que estaba claramente afectada por el tinto de garrafa.

-¡¡Viva la vida!! Voy darme un baño al río- grito Nancy mientras se desnudaba y se quedaba como dios la trajo al mundo.

-¡¡Mi también baño¡¡-

-Y nosotros también- grito Pepi quitándose ya las bragas y cogiendo de la mano a Clemente que había comenzado de nuevo a tararear la canción de marras, mientras ya volaba el pantalón y el calzoncillo.



**********************


Un par de kilómetros más adelante sor Matilde y la Hermana Superiora de un convento de Clarisas, habían ido con su Jeep Campeador a recoger tres colmenas de un paisano que había decidido retirarse. Las pondrían en su huerto, y con la miel recolectada harían sus famosos dulces, sus pestiños principalmente. Ya regresaban por aquel camino casi impracticable, con las tres colmenas bien dispuestas y las abejas entrando en un estado de excitación comprensible, en la caja abierta trasera. La Hermana Superiora agradecía a San Jeremías el haber sido iluminada en la compra de la camioneta todo terreno y sor Matilde, que era mucho mas joven y pragmática, maldecía en su fuero interno el deplorable estado de la vía, que le sacudía sin piedad divina y hacía que sus carnes flácidas, producto de la escasa actividad propia de un convento, flanearan.

En un momento dado tuvieron una visión inesperada. Dos chicas completamente desnudas, una de ellas en ademán de bailar la jota, y la otra con una pelambrera roja y un mantel de cuadros a modo de capa, a todas luces una hija bastarda de Belcebú, cruzaron por delante del coche siendo perseguidas por dos hombres, o lo que quiera que fuesen esas figuras de apariencia humana, también desnudos y mostrando su virilidad sin tapujos, envueltos en una risa de ultratumba y portando el mas alto de ellos media sandia vacía a modo de sombrero y el mas bajito, que lucía una tripa descomunal carecía de una oreja y de su agujero sobresalía la cabeza de una cigala con sus pinzas colgando, al igual que dos colas de gamba lo hacían de sus fosas nasales .


-Ni una palabra de esto sor Matilde, ni una palabra, o creerán que estamos poseídas-

Pero sor Matilde estaba lo bastante turbada como para no contar nada a nadie. Tenía pocas ganas de quitar de su mente lo que acababa de contemplar, en especial determinada zona del cuerpo de ambos hombres. Y pensaba quedárselo para ella sola y disfrutar en la intimidad de ello.

-Rece sor Matilde. ¡¡Rece, por amor de Dios!!-

Hicieron el recorrido hasta el convento en absoluto silencio. La madre superiora rezando el rosario y pidiendo por que no se le apareciera el diablo por la noche, con su tridente, los cuernos y el rabo, y sor Matilde deseando que ese último apéndice, que no podía apartar de su memoria, se le apareciera de la manera mas rápida posible.

Tan turbada iba sor Matilde, tan absorta en sus cavilaciones, que al llegar a la entrada del convento, frenó de manera tan brusca y repentina que el Jeep Campeador derrapó en la gravilla y las tres colmenas plagadas de abejas ya furiosas, al unísono se precipitaron con escándalo del Jeep al colisionar este con la escalinata de acceso a la cocina. El resto de la congregación y varios benefactores que se encontraban haciendo sus donativos, salieron a ver que había sucedido, topando con un enjambre inmenso de abejas enfurecidas que no dudaron en aplacar su ira con ellos. Varios resultaron gravemente afectados por los aguijonazos, incluida sor Matilde, que al ser alérgica al veneno necesitó el ingreso en el hospital unos cuantos días. Ya no regresó al convento. Colgó los hábitos y se colocó de recepcionista en un Club de Boxeo y Culturismo, donde pudo aplacar sus instintos mas primitivos con cualquier socio disponible, sin necesidad de recurrir a su fantasía y además fulminar de una vez por todas sus carnes blandas.


*****************


Los cuatro amigos tomaron un baño refrescante y prolongado. Cuando volvieron al lugar de la comida descorcharon una botella de licor de hierbas que tenían entre las provisiones, y el inglés risueño, sacó de su alforja un paquete de una hierba parecida al tabaco. Pero solo parecida. Lió un par de cigarrillos, los prendió y se lo pasó al resto. Y después siguieron otros dos.

Pepi si que había fumado en su juventud, pero Clemente no, él no tenía vicios. Él no era de vicios. No obstante dieron abundantes caladas a los petardos y se colocaron de una manera irracional. Todos seguían riendo y Nancy además bailaba la danza del vientre.

Nadie recordaba como habían vuelto a casa. Ni tampoco nadie podía explicar que había sucedido aquella noche. Puede que algún vecino tuviera una ligera idea a tenor de los gritos y ruidos fácilmente atribuibles a la condición humana y a su instinto reproductivo. Amanecieron todos en la misma cama, todos sin ropa y todos estaban doloridos y fatigados. Clemente tenía el pie de Nancy en su cara, y el inglés abrazaba de manera filial a Pepi, que tenía los cuartos traseros de la chica en su cara.

Nunca se comentó ni una palabra de lo sucedido, aunque es cierto que nadie lo recordaba. Fue de tal magnitud la diversión y el desenfreno que quizás fuese mejor así.

La primera sorpresa del día vino cuando después de ducharse Clemente, y mientras el resto desayunaban los restos de paella, la sandía y unos churros con chocolate, realizó una confesión espontánea.

-Voy a gastarme el dinero de la herencia de mi madre en la operación de oreja.......pero además voy a comprarme una moto y recorrer Estados Unidos. He vuelto a sentir la necesidad de tener un lugar donde apoyar los lentes, y de realizarme viajando en moto-soltó con total aplomo y seguridad.

-¡¡Muy bien amigo!!. Tu piloto estupendo, los States son buen sitio para ver, tu dinero, tu tendres oreja nueva. Yo buscar teléfono por ti. Pronto tendré.-

-¡¡Viva Calamocha!!-

Y Pepi estaba estupefacta. La transformación había sido fulgurante. Quizás lo de la oreja fuese buena idea, pero lo de viajar en moto por allí, se antojaba una fuente de problemas y dificultades. ¿Tendría que acompañar a su hombre?. No. Clemente necesitaba encontrarse de nuevo consigo mismo, y ya había dado el primer paso. Era una aventura para vivirla de manera individual. Ella le esperaría llena de amor. Fiel como siempre.....aunque de esto no estaba ya tan segura, recordando la manera en que despertó. Miró de reojo al inglés y a Nancy y pensó que eran muy buenos amigos. Amigos de verdad. Amigos íntimos.
Era tan bello el instante, que para detenerlo, sólo quedaba una opción.......el silencio.
Responder