CUENTO DE no NAVIDAD

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pate
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CUENTO DE no NAVIDAD

Mensaje por pate »

CUENTO DE no NAVIDAD



Cuando Calypso Cerberus despertó, tuvo una convulsión. No daba crédito a lo que sus ojos veían. Así que volvió a cerrarlos rápidamente y acto seguido los abrió de nuevo, ahora si, muy lentamente. Esperaba que una luz plácida y el entorno agradable y limpio de su ordenada alcoba le acogieran después de aquella noche.

En verdad no recordaba nada de lo que había pasado. Ni siquiera donde había estado, ni con quien, y ahora que lo pensaba, ni cuando. Era inquietante que no tuviera noción del tiempo transcurrido, ni de lo vivido.

La segunda vez que consiguió enfocar tras abrir los ojos, que le dolían de manera atroz, siguió sin creer lo que sus retinas trasladaban a su cerebro y que él transformaba en imágenes tridimensionales. Había leído en algún sitio que en realidad nuestro cerebro se encarga de que tengamos unas imágenes más o menos reales de lo que vemos, pero que eso que nosotros apreciamos de una forma y manera, no tiene porque ser igual que lo que aprecia el vecino.

Y la imagen más próxima que tenía era la de su vecino de cama. Apreció que se encontraba en una sala enorme, atiborrada de camas de hospital viejas y oxidadas, que algún día fueron blancas y que ahora estaban sucias de sangre, vómitos, pus y cualquier otro líquido asqueroso que sea capaz de producir un cuerpo humano. Todas ellas estaban ocupadas con gente que dormitaba o que simplemente tenían la mirada perdida. Alguna persona lloraba quedamente, los menos a decir verdad, y todas ellas tenían una expresión taciturna y preocupada. Se diría que en su conjunto, se enfrentaban a un dilema vital.

Su vecino de cama era un enorme individuo de raza negra que le miraba con interés. Tenía una enorme cabeza que parecía aún más grande al tener una enorme melena estilo “afro”. Estaba completamente desnudo y lucía sin ningún rubor su miembro viril que era tan desproporcionado como su testa. Una cicatriz recorría su abdomen de lado a lado y parecía no estar sanada del todo. El individuo sonrió a Calypso que inmediatamente se giró hacia el otro lado de la cama.

Allí la visión que se le ofrecía no era mucho más tranquilizadora. La sala inmunda parecía no tener fín. Era como estar en el hospital de un suburbio de Bombay en la década de los años treinta del siglo pasado, en plena epidemia de cólera o de algo peor que ni siquiera era capaz de imaginar. Las escasas luces del escenario en que se encontraba, apenas emitían luz y muchas de ellas, que pendían directamente de los cables eléctricos, parpadeaban y acrecentaban aún mas, si cabe, el lúgubre lugar en que se hallaba.

La persona que se encontraba en la cama de este otro lado, estaba sentada en la cama. Su cabeza estaba apoyada en una mancha de la pared que algún día fue sangre fresca. Había un montón de insectos aplastados en aquellas paredes sin aparente explicación. Era una mujer joven. Puede ser que no llegara a la veintena de años. También estaba desnuda y parecía, al igual que el negro de la otra cama, no darle ninguna importancia a su desnudez. Era una mujer ligeramente entrada en carnes, su estómago hacia dos pliegues de carne, y sus muslos eran robustos y abundantes. Calypso apreció que el tamaño de los pechos eran similares a los suyos. Prácticamente inexistentes. Y entonces se percató que todos los pacientes (¿por que eran pacientes, no?), estaban sin ropa de ninguna clase y sin ningún otro complemento. Ni anillos, ni pulseras, ni siquiera gafas. Le entró un ataque de pánico al pensar que estaría igual que ellos, sin atisbo de prenda que cubriera su cuerpo. Levanto la sábana sucia y raída que le cubría y efectivamente carecía de ropa. Quería morirse de la vergüenza. Siempre había sido una persona pudorosa, pero a la vez presumida, y cuidaba su cuerpo por puro placer. Y recordó con pánico que unos días (¿eran días?) antes de despertar allí, donde fuera que estuviese, se había depilado íntegramente la zona genital. Por lo que creía recordar el vecino enorme, de enorme cabeza y enormes genitales, tenía un abundante vello púbico, y la jovencita del otro lado, también.

No tuvo tiempo de entretenerse en mas disquisiciones. De la nada surgió un grupo de cinco o seis personas con multitud de papeles en las manos, una vieja cámara de fotos Instamatic, y un montón de preguntas, que de momento iban a quedar sin resolver. A diferencia del resto de personas del siniestro lugar, estas vestían unas batas transparentes, incapaces de ocultar su desnudez. Antes de que Calypso pudiera darse cuenta, una de ellas, le quitó la sábana de un tirón y otra persona, la que llevaba la máquina de fotos, le dejó sin visión de un fogonazo.

-Ya está la foto-. dijo con voz estridente.
-¿Pero que coño hacéis?- grito Calypso.
-No te preocupes, es el protocolo- Contestó quien parecía estar al mando.
-Quiero que me expliquen que es esto, que protocolo de las narices es este, que hago yo aquí, para que es esa foto, pedazo de pervertidos, y por donde está la salida.....ah¡ y algo de ropa que me voy a resfriar....
-Aquí no enferma nadie, ni siquiera hace frío o calor...como ya habrá observado-.
-Me voy a cagar en todo lo que se menea¡¡¡¡¡-.

Y no tuvo tiempo de cagarse en nada. Otra de las personas del grupo le inyectó con maestría y precisión suiza una dosis de somnífero que postró a Calypso en el catre desvencijado durante varias horas.

Cuando despertó de nuevo, no hubo lugar a la sorpresa. Sabía para su desgracia que visión le esperaba. Y su pronostico se cumplió a rajatabla. Un lugar desolador, capaz de provocar desasosiego al mas templado de los mortales, y cientos de individuos postrados en aquellas horribles camas sin, al parecer, ningún objetivo en la vida.

Esta vez la primera persona que vio, era la muchacha regordeta. Estaba de pie junto a la cama y se apreciaba de forma clara que era una mujer muy alta. Tenía la mirada perdida y parecía estar recitando en voz baja, casi muda, una especie de confesión. Cuando Calypso se movió, dejó de hablar y le miró fijamente. Esbozó una especie de sonrisa en un intento claro de entablar conversación y se sentó en su cama mirándole de frente.

-Me llamo Pétula-dijo la mujer.
-Que bien......-masculló Calypso.
-Supongo que todo “esto” te sorprenderá.....pero no le des importancia, nos pasó a todos cuando llegamos. Bueno, aunque tu has tenido peor suerte. Despertaste viendo a ese rinoceronte negro, que es un mal educado y cree saberlo todo.
-Te estoy oyendo, especie de virago-grito el negro dos camas más allá.
-¿Qué coño es “virago”?-preguntó Calypso.
-Una mujer con hechuras de hombre-respondió Pétula.
-Pues yo no te veo así-dijo Calypso en un primer alarde de generosidad y empatía.
-Lo dice por mis tetas. Bueno por mis “no” tetas-respondió la mujer.

El inmenso negro se levantó haciendo un ruido enorme y se puso de pie junto a la cama de Pétula.

-Me llamo Jackson. Mis padres me bautizaron así por los Jackson Five, y yo me dejo este pelo en su honor-le dijo extendiendo su enorme mano hacia Calypso.
-¿Corro peligro si te doy la mano?-
-No. Es todo fachada, en el fondo en un corderito indefenso-dijo la otra mujer.

El hombre giro su cuerpo hacia la cama de Pétula que permanecía sentada y sus genitales se pusieron a la altura de la cara de ella, que comenzó a reir de forma escandalosa.

-Fantasama¡¡¡. Las he visto mejores- No paraba de reír y el gigante negro se alejó sin decir palabra.
-No entiendo porque estamos todos desnudos. Ni siquiera tengo la sábana que me cubría cuando llegué-dijo Calypso.
-La sábana es solo hasta que despiertas del viaje. Luego no la necesitas. No hace frío, ni calor, ni huele a nada, ni te da asco nada, no le das importancia a nada.....
-Pues yo si que tengo vergüenza en mostrar mi desnudez, y si que me da asco ver moscas aplastadas y esa sangre, y el vómito, y las heces en los orinales.....
-Eso es porque aún no te han hecho las preguntas los de la bata....
-Malnacidos, me inyectaron esa mierda para dejarme grogui....
-No se complican la vida. Además no tiene prisa, ni tu tampoco...

Pasó el resto del día observando su entorno, al resto de los inquilinos del lugar. Los había muy mayores, arrugados y aún mas desvalidos que el resto, jóvenes impetuosos que se paseaban de un lado para otro buscando no se sabe que, pisando orines y mierdas, niños pequeños que jugaban ensimismados con las moscas ya muertas. De vez en cuando intercambiaba unas palabras con Pétula y también con Jackson. Y aunque en un principio trataba de no mostrar sus partes íntimas al resto de los “pacientes”, terminó por cansarse y asumir que no tenía nada diferente del resto.

En momento dado se giró hacia Pétula y le dijo:

-Le gustas a Jackson. Se lo he notado en la conversación que hemos tenido hace unos minutos. No dejaba de intentar mirar por encima de mi, para verte.
-Querida......en breve comprenderás que eso no es posible aquí.

Cuando quiso darse cuenta, estaba de nuevo rodeada por el grupo de los de la bata transparente. Uno de ellos esgrimía una jeringa metálica, vieja y oxidada en una clara demostración de sus intenciones.

-Calypso Cerberus. Llegó hace dos periodos contables de tiempo. Ya es hora de que le hagamos unas preguntas.
-Ustedes dirán-dijo Calypso en tono displicente.
-Llegó al pabellón de “La Segunda Oportunidad” hace dos periodos contables de tiempo, como ya hemos dicho, y ha mantenido una actitud un tanto rebelde. Así que no dudaremos en suministrarle mas dosis de calmante las veces que sea necesario, pero le convendría preguntarse que puede sucederle mientras esta en estado de letargo....
-Lo dicen para acojonar, no les hagas caso, no te pasa nada....-dijo Jackson.
-Como le decía está usted aquí por los motivos siguientes: se le acusa de haber matado un perro pudiendo haberlo evitado.
-¿Un perro? ¿Y por eso me meten este frenopático desvencijado? Venga ya¡¡
-No está aquí por el perro. Está porque pudo no haberlo atropellado y sin embargo lo atropelló. Es la actitud lo que cuenta.
-No recuerdo nada, así que no se que le puedo contar. No se siquiera donde estoy, ni cuando sucedió eso que usted dice. Ni siquiera se si es verdad, ni si quiera si ustedes son de verdad. Esto es como la vida real, les pones un uniforme a unos mamones y se creen con derecho a juzgarte o a interrogarte, o la que coño sea esto. Debajo de esa mierda de batas, también están en pelotas, pedazo de idiotas.
-Calypso Cerberus, en breve vendrá alguien a contarle lo que sucedió. De usted depende volver a su vida o quedarse en este intercambiador el tiempo necesario hasta su partida definitiva.
-Mira listo......a mi no me vengas con rollos de ciencia ficción o del más allá que no me lo trago.
-De usted depende.....pregunte a su nueva amiga Pétula. Ella podrá servirle de orientación.

El grupo de la bata se marchó por donde había llegado y Calypso, ciertamente en estado de desconcierto, se puso de pie en la cama y lanzó un grito interminable.

Nadie pareció reparar en su comportamiento. La mayor parte ni le miró, y siguió ensimismado en sus cosas y en sus pensamientos.

-Cerberus, te apellidas Cerberus, eso lo explica casi todo-dijo Jackson, sonriendo.
-¿Qué dices negro?-el cabreo de Calyso aún no se había mitigado.
-El perro de tres cabezas que custodiaba la entrada a Al Hades. Si es que tenías el destino escrito en el nombre.
-No entiendo nada-
-Ya lo veo, ya, deberías haber estudiado un poco más en vez de emplear el tiempo en atropellar perros-dijo ahora Pétula.
-Cerberus era en la mitología griega, el perro de tres cabezas encargado de proteger la puerta del inframundo. Los Titanes Cronos y Rea tuvieron varios hijos....a Zeus le dieron el cielo, a Poseidón los mares, y a Hades, el inframundo. Que debe ser algo parecido a esto.

En ese instante se acerco un niño de unos ocho o nueve años. Tenía el pelo rubio cortado a tazón y una tripita que delataba una buena vida. Se subió torpemente a la cama de Calypso y permaneció de pie en ella con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

-Tu mataste a mi perro. Me lo han chivado los señores de la máquina de fotos-dijo el pequeño.
-Yo no recuerdo haber hecho eso-dijo Calypso.
-Ellos dicen siempre la verdad. Tu mataste a mi perro-dijo de nuevo el niño, mientras sin prestar atención, ni darle ninguna importancia empezó a orinar sobre la cama y sobre Calypso, que se apartó bruscamente y en el movimiento perdió el equilibrio y cayó de la cama duramente.

Allí en el suelo sucio, mugriento, lleno de desperdicios, con docenas de orinales volvió a ser consciente de lo insignificante que empezaba a ser. El niño estaba de nuevo a su lado y el tendía la mano para ayudar a que se levantara.

Fue Jakson quien le tendió una mano lo suficientemente firme para poder hacerlo.

-No me iré hasta que me digas la razón por la que atropellaste a mi perro. Se llamaba Walterio. Me lo trajo mi padre que se lo encontró perdido en una carretera. Le puse Walterio, porque mi mejor amigo se llamaba Walterio y se fue a vivir lejos.
-Verás niño...-
-Me llamo Adolf-
-Verás Adolf, no recuerdo haber atropellado a tu perro. No recuerdo ni si se conducir....pero si lo hice, lo siento.
-Tienes que pedir perdón de verdad. Así de mentira, no vale. Y me debes un perro-y el niño se alejo correteando y dando pequeños saltos.

Jackson y Pétula miraban a Calypso con interés. Ambos estaban sentados el uno junto al otro y parecía que sus diferencias se habían volatilizado. Fue el momento que aprovecharon para contarle su “verdad”. Eran pareja. Bueno, habían sido pareja en la vida “real”, antes de llegar al Pabellón de la Segunda Oportunidad. Según les contaron algo sucedió entre ellos que le impulso a Jackson a agredir a Pétula que se defendió con un cuchillo de grandes dimensiones, cortando de lado a lado el abdomen de Jackson. Ninguno recordaba que había sucedido, pero estaban allí esperando la ocasión de perdonarse el uno al otro. Sospechaban que había sido un asunto de infidelidad, pero no lo tenían claro. Estaban esperando cita en la Sala del Recuerdo. Y Calypso comprendió que también debería ir allí, donde quiera que eso fuera o estuviera.

Dos periodos de tiempo más tarde Calypso tuvo la oportunidad de solicitar cita cuando vio pasar al grupo de la bata, que estaban recibiendo una nueva inquilina unas camas más allá. La mujer sangraba abundantemente de las muñecas, pero nadie pareció preocuparse por eso. El suelo adquiriría una nueva capa de detritus en descomposición.

Varios periodos de tiempo mas tarde, Calypso despertó de un sueño intranquilo. No llegó a ser una pesadilla, pero no fue un dormir agradable. Jackson no estaba en su cama y al girarse vio a Pétula que se alejaba corriendo por el pasillo. Corría hacia el hombre negro que le precedía. Ambos eran inmensos. Nunca más supo de ellos.

Dos periodos de tiempo más tarde se acercó una mujer enana que vestía una bata transparente que le arrastraba por el suelo, y que recogía toda suerte de porquerías. Le dijo que había quedado una sesión libre en la Sala del Recuerdo y que tenía la oportunidad de redimir su pena.

Calypso acepto de buen grado la invitación y salió corriendo tras la enana que se perdía ya en el horizonte del pasillo inacabable. Al llegar a una puerta de metal herrumbroso que se abrió de manera automática, la enana el invitó a pasar y Calypso quedó al instante sin visión debido a la extraordinaria luz que había en la estancia.

Oyó una voz que le decía en tono plano que caminara hacia ella. Cuando apenas hubo dado dos pasos alguien le cogió de los hombros y le introdujo, o eso creyó, en un cuarto cercano donde una brutal ducha de agua caliente le limpió hasta el último recoveco de su cuerpo. Acto seguido alguien o algo introdujo una especie de sonda en su boca, mientras le vestían con una especie de calzón muy pesado. Perdió el conocimiento.

Cuando recobró la consciencia estaba en una silla en medio de una sala de paredes blancas con una luz intensa que no salía de ningún punto fijo. Enfrente tenía un espejo donde podía verse. La sonda parecía ser un suministrador de agua u otro nutriente. Cayó en la cuenta que en su estancia en la sala, nadie comía, ni bebía, y nadie parecía tener hambre o sed. Vio como la única prenda que llevaba era una especie de braguero con inserciones metálicas de la cual salían una especie de cables transparentes que terminaban en un maletín que estaba postrado en le suelo junto a su silla.

-Va a comenzar a ver la película de su vida. No será rápido, pero la verá en estado semicatatónico y velocidad aumentada. Sólo cuando llegue al momento que le ha traído aquí, irá a velocidad normal. No tenga prisa, no se impaciente, no tema. Comenzamos en breve-dijo la misma voz tediosa.

Notó una sacudida en la cintura, sin duda provocada por una de esas terminaciones del braguero, seguida de otra en una nalga y otra más fuerte en sus genitales y para terminar otra dolorosa en la otra nalga.

Y empezó a verse en una cuna, y más tarde con sus hermanos y sus padres corriendo en la playa, y cayendo por unas escaleras y con el brazo escayolado. Y yendo a la escuela, Y con el jersey amarillo roto. Y en el instituto con su primer beso. Y follando en la Universidad, en el despacho de su tutor. Y comprando una moto. Y saliendo del cementerio con la lápida de sus padres tras ella. Y sus hermanos gritándole. Y su pareja pegando un portazo en una casa desvencijada que parecía ser suya. Y la moto tirada en el suelo y gritando de dolor con las piernas rotas. Y el informe médico que aseguraba que nunca jamás caminaría con normalidad. Y el gimnasio y el dolor de la rehabilitación. Y caminando de nuevo, y corriendo, y corriendo más y más. Y sus hermanos gritándole. Y el ascenso en el trabajo. Y el coche nuevo. Y follando en la oficina. Y la noche de euforia llena de alcohol y drogas por el nuevo ascenso. Y una casa con jardín nueva. Y el coche.....

Y de pronto todo empezó a ir más lento. Y vio como se subía al coche de empresa, de noche. Y vio como en una zona urbana el marcador se ponía a 130. Y la gente que le acompañaba reía. Todos colocados. Volvían de celebrar la cena de Navidad de la empresa. Y uno de los borrachos le dijo “mira Rudolph, el reno de Santa Claus” y otro dijo “mátalo”. Y el pobre perro que estaba paralizado en medio de la calle fue literalmente aplastado por las ruedas del Cayenne. Y vio como un niño corría seguido de su madre que se llevaba las manos a la cara y apartaba al niño de los restos del animal.

Vio como llegaba a su cama, en su casa de lujo. Y se metió en ella hasta las trancas de alcohol y coca con dos personas más. Y vio como despertaba en el Pabellón de la Segunda Oportunidad.

Perdió de nuevo la cosnciencia y al rato despertó en la silla en medio de la sala. Nada le impedía levantarse, pero no podía. Los cables y la prenda maldita ya no estaban , ni tampoco el maletín. De la nada apareció Adolf y se le quedo mirando fijamente.

-¿Tienes algo que decirme?-le dijo el niño.
-Si eso que he visto, pasó, no me reconozco. Quiero pedirte perdón por lo que hice y quiero que tengas un nuevo amigo, un nuevo perro. Yo me encargo.
-Esta vez te creo, pero yo no tengo una nueva oportunidad. Aquella noche salí corriendo muy triste y me perdí. Me caí al río que pasa cerca de casa, donde nunca me dejan ir a jugar y todavía no me han encontrado. Es que había llovido mucho y bajaba mucha agua y muy fuerte. Pero no te preocupes Calypso, te perdono.

El niño se fue en medio de aquella luz y Calypso se desmayo.

Aquella mañana al despertar le dolía todo el cuerpo. La resaca era de las de campeonato. Había dos personas que habían dormido en su cama. Dos nuevas muescas en su contador de ligues express. Y de la empresa. Se duchó y se sirvió una taza de café. Puso las noticias que tragedia tras otra iban relatando la actualidad. De pronto una de ellas le paralizó. Una pareja que estaba de viaje, un hombre negro con pelo a lo afro y su esposa, tan alta como él, habían tenido la desdicha de encontrar el cadáver de un niño que llevaba varias horas desaparecido al caer a un río. Al parecer la criatura salió corriendo desconsolada cuando vio morir a su mascota atropellada por un SUV y se extravió cayendo a las aguas que lo arrastraron río abajo, donde fue encontrado.

Salió corriendo hacia el garaje. Allí estaba el Porsche de empresa. Se agachó para ver si tenía algún golpe que confirmara un atropello, o algo parecido. El coche estaba impoluto. Nada de nada, ni un rasguño. Pero algo la llamó la atención. Había un papel debajo del coche. Estiró el brazo y cogió lo que era una foto instantánea donde aparecía sin ropa, con un sinfín de camas desvencijadas y una multitud de personas decaídas completamente desnudas y rodeadas de inmundicias.

Calypso vomitó, salió a la calle mostrando su desnudez y nada pareció tener importancia.......


FIN.
Última edición por pate el 11 Dic 2019, 22:59, editado 1 vez en total.
Era tan bello el instante, que para detenerlo, sólo quedaba una opción.......el silencio.
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Antonio1968
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Re: CUENTO DE no NAVIDAD

Mensaje por Antonio1968 »

Muy bueno,si señor.
:plas: :plas: :plas:
Con el tiempo un verdadero motero conoce la diferencia entre saber el camino y respetar el camino. ...
Triply
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Re: CUENTO DE no NAVIDAD

Mensaje por Triply »

muy bueno :plas: :plas: :plas: , gracias por compartirlo con nosotros :XX: :XX: :XX:
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Re: CUENTO DE no NAVIDAD

Mensaje por MozkitoRider »

Me parece brutal el relato, es muy interesante todo el tiempo.

Enhorabuena por el relato!!!
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Re: CUENTO DE no NAVIDAD

Mensaje por luixtt »

Joder, Pate, vas a más :plas: :plas: :plas:

Pero menudo cambio de registro, de Clemente a Calypso!! :atope: :hola:
Enhorabuena!!
Yo no sufro de locura, la disfruto a cada minuto.
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Re: CUENTO DE no NAVIDAD

Mensaje por Orc3m4n »

Me Quito el sombrero y me postro a sus pies señor @pate...
Sin palabras...

Con vendas y a lo loco devoró el asfalto bajo mi moto...
Humphrey
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Re: CUENTO DE no NAVIDAD

Mensaje por Humphrey »

Joder, enganchado hasta el final.

Enhorabuena, paté, gran relato... :plas: :plas: :plas:

Edito: lo muevo a rutas y relatos, es su sitio.
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Sirocco
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Re: CUENTO DE no NAVIDAD

Mensaje por Sirocco »

Magnífico relato.

Muchas gracias por compartirlo.
1quique
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Re: CUENTO DE no NAVIDAD

Mensaje por 1quique »

Una vez empiezas no puedes parar de leer, muchas gracias por el relato
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VShark
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Re: CUENTO DE no NAVIDAD

Mensaje por VShark »

pate escribió:CUENTO DE no NAVIDAD



Cuando Calypso Cerberus despertó, tuvo una convulsión. No daba crédito a lo que sus ojos veían. Así que volvió a cerrarlos rápidamente y acto seguido los abrió de nuevo, ahora si, muy lentamente. Esperaba que una luz plácida y el entorno agradable y limpio de su ordenada alcoba le acogieran después de aquella noche.

En verdad no recordaba nada de lo que había pasado. Ni siquiera donde había estado, ni con quien, y ahora que lo pensaba, ni cuando. Era inquietante que no tuviera noción del tiempo transcurrido, ni de lo vivido.

La segunda vez que consiguió enfocar tras abrir los ojos, que le dolían de manera atroz, siguió sin creer lo que sus retinas trasladaban a su cerebro y que él transformaba en imágenes tridimensionales. Había leído en algún sitio que en realidad nuestro cerebro se encarga de que tengamos unas imágenes más o menos reales de lo que vemos, pero que eso que nosotros apreciamos de una forma y manera, no tiene porque ser igual que lo que aprecia el vecino.

Y la imagen más próxima que tenía era la de su vecino de cama. Apreció que se encontraba en una sala enorme, atiborrada de camas de hospital viejas y oxidadas, que algún día fueron blancas y que ahora estaban sucias de sangre, vómitos, pus y cualquier otro líquido asqueroso que sea capaz de producir un cuerpo humano. Todas ellas estaban ocupadas con gente que dormitaba o que simplemente tenían la mirada perdida. Alguna persona lloraba quedamente, los menos a decir verdad, y todas ellas tenían una expresión taciturna y preocupada. Se diría que en su conjunto, se enfrentaban a un dilema vital.

Su vecino de cama era un enorme individuo de raza negra que le miraba con interés. Tenía una enorme cabeza que parecía aún más grande al tener una enorme melena estilo “afro”. Estaba completamente desnudo y lucía sin ningún rubor su miembro viril que era tan desproporcionado como su testa. Una cicatriz recorría su abdomen de lado a lado y parecía no estar sanada del todo. El individuo sonrió a Calypso que inmediatamente se giró hacia el otro lado de la cama.

Allí la visión que se le ofrecía no era mucho más tranquilizadora. La sala inmunda parecía no tener fín. Era como estar en el hospital de un suburbio de Bombay en la década de los años treinta del siglo pasado, en plena epidemia de cólera o de algo peor que ni siquiera era capaz de imaginar. Las escasas luces del escenario en que se encontraba, apenas emitían luz y muchas de ellas, que pendían directamente de los cables eléctricos, parpadeaban y acrecentaban aún mas, si cabe, el lúgubre lugar en que se hallaba.

La persona que se encontraba en la cama de este otro lado, estaba sentada en la cama. Su cabeza estaba apoyada en una mancha de la pared que algún día fue sangre fresca. Había un montón de insectos aplastados en aquellas paredes sin aparente explicación. Era una mujer joven. Puede ser que no llegara a la veintena de años. También estaba desnuda y parecía, al igual que el negro de la otra cama, no darle ninguna importancia a su desnudez. Era una mujer ligeramente entrada en carnes, su estómago hacia dos pliegues de carne, y sus muslos eran robustos y abundantes. Calypso apreció que el tamaño de los pechos eran similares a los suyos. Prácticamente inexistentes. Y entonces se percató que todos los pacientes (¿por que eran pacientes, no?), estaban sin ropa de ninguna clase y sin ningún otro complemento. Ni anillos, ni pulseras, ni siquiera gafas. Le entró un ataque de pánico al pensar que estaría igual que ellos, sin atisbo de prenda que cubriera su cuerpo. Levanto la sábana sucia y raída que le cubría y efectivamente carecía de ropa. Quería morirse de la vergüenza. Siempre había sido una persona pudorosa, pero a la vez presumida, y cuidaba su cuerpo por puro placer. Y recordó con pánico que unos días (¿eran días?) antes de despertar allí, donde fuera que estuviese, se había depilado íntegramente la zona genital. Por lo que creía recordar el vecino enorme, de enorme cabeza y enormes genitales, tenía un abundante vello púbico, y la jovencita del otro lado, también.

No tuvo tiempo de entretenerse en mas disquisiciones. De la nada surgió un grupo de cinco o seis personas con multitud de papeles en las manos, una vieja cámara de fotos Instamatic, y un montón de preguntas, que de momento iban a quedar sin resolver. A diferencia del resto de personas del siniestro lugar, estas vestían unas batas transparentes, incapaces de ocultar su desnudez. Antes de que Calypso pudiera darse cuenta, una de ellas, le quitó la sábana de un tirón y otra persona, la que llevaba la máquina de fotos, le dejó sin visión de un fogonazo.

-Ya está la foto-. dijo con voz estridente.
-¿Pero que coño hacéis?- grito Calypso.
-No te preocupes, es el protocolo- Contestó quien parecía estar al mando.
-Quiero que me expliquen que es esto, que protocolo de las narices es este, que hago yo aquí, para que es esa foto, pedazo de pervertidos, y por donde está la salida.....ah¡ y algo de ropa que me voy a resfriar....
-Aquí no enferma nadie, ni siquiera hace frío o calor...como ya habrá observado-.
-Me voy a cagar en todo lo que se menea¡¡¡¡¡-.

Y no tuvo tiempo de cagarse en nada. Otra de las personas del grupo le inyectó con maestría y precisión suiza una dosis de somnífero que postró a Calypso en el catre desvencijado durante varias horas.

Cuando despertó de nuevo, no hubo lugar a la sorpresa. Sabía para su desgracia que visión le esperaba. Y su pronostico se cumplió a rajatabla. Un lugar desolador, capaz de provocar desasosiego al mas templado de los mortales, y cientos de individuos postrados en aquellas horribles camas sin, al parecer, ningún objetivo en la vida.

Esta vez la primera persona que vio, era la muchacha regordeta. Estaba de pie junto a la cama y se apreciaba de forma clara que era una mujer muy alta. Tenía la mirada perdida y parecía estar recitando en voz baja, casi muda, una especie de confesión. Cuando Calypso se movió, dejó de hablar y le miró fijamente. Esbozó una especie de sonrisa en un intento claro de entablar conversación y se sentó en su cama mirándole de frente.

-Me llamo Pétula-dijo la mujer.
-Que bien......-masculló Calypso.
-Supongo que todo “esto” te sorprenderá.....pero no le des importancia, nos pasó a todos cuando llegamos. Bueno, aunque tu has tenido peor suerte. Despertaste viendo a ese rinoceronte negro, que es un mal educado y cree saberlo todo.
-Te estoy oyendo, especie de virago-grito el negro dos camas más allá.
-¿Qué coño es “virago”?-preguntó Calypso.
-Una mujer con hechuras de hombre-respondió Pétula.
-Pues yo no te veo así-dijo Calypso en un primer alarde de generosidad y empatía.
-Lo dice por mis tetas. Bueno por mis “no” tetas-respondió la mujer.

El inmenso negro se levantó haciendo un ruido enorme y se puso de pie junto a la cama de Pétula.

-Me llamo Jackson. Mis padres me bautizaron así por los Jackson Five, y yo me dejo este pelo en su honor-le dijo extendiendo su enorme mano hacia Calypso.
-¿Corro peligro si te doy la mano?-
-No. Es todo fachada, en el fondo en un corderito indefenso-dijo la otra mujer.

El hombre giro su cuerpo hacia la cama de Pétula que permanecía sentada y sus genitales se pusieron a la altura de la cara de ella, que comenzó a reir de forma escandalosa.

-Fantasama¡¡¡. Las he visto mejores- No paraba de reír y el gigante negro se alejó sin decir palabra.
-No entiendo porque estamos todos desnudos. Ni siquiera tengo la sábana que me cubría cuando llegué-dijo Calypso.
-La sábana es solo hasta que despiertas del viaje. Luego no la necesitas. No hace frío, ni calor, ni huele a nada, ni te da asco nada, no le das importancia a nada.....
-Pues yo si que tengo vergüenza en mostrar mi desnudez, y si que me da asco ver moscas aplastadas y esa sangre, y el vómito, y las heces en los orinales.....
-Eso es porque aún no te han hecho las preguntas los de la bata....
-Malnacidos, me inyectaron esa mierda para dejarme grogui....
-No se complican la vida. Además no tiene prisa, ni tu tampoco...

Pasó el resto del día observando su entorno, al resto de los inquilinos del lugar. Los había muy mayores, arrugados y aún mas desvalidos que el resto, jóvenes impetuosos que se paseaban de un lado para otro buscando no se sabe que, pisando orines y mierdas, niños pequeños que jugaban ensimismados con las moscas ya muertas. De vez en cuando intercambiaba unas palabras con Pétula y también con Jackson. Y aunque en un principio trataba de no mostrar sus partes íntimas al resto de los “pacientes”, terminó por cansarse y asumir que no tenía nada diferente del resto.

En momento dado se giró hacia Pétula y le dijo:

-Le gustas a Jackson. Se lo he notado en la conversación que hemos tenido hace unos minutos. No dejaba de intentar mirar por encima de mi, para verte.
-Querida......en breve comprenderás que eso no es posible aquí.

Cuando quiso darse cuenta, estaba de nuevo rodeada por el grupo de los de la bata transparente. Uno de ellos esgrimía una jeringa metálica, vieja y oxidada en una clara demostración de sus intenciones.

-Calypso Cerberus. Llegó hace dos periodos contables de tiempo. Ya es hora de que le hagamos unas preguntas.
-Ustedes dirán-dijo Calypso en tono displicente.
-Llegó al pabellón de “La Segunda Oportunidad” hace dos periodos contables de tiempo, como ya hemos dicho, y ha mantenido una actitud un tanto rebelde. Así que no dudaremos en suministrarle mas dosis de calmante las veces que sea necesario, pero le convendría preguntarse que puede sucederle mientras esta en estado de letargo....
-Lo dicen para acojonar, no les hagas caso, no te pasa nada....-dijo Jackson.
-Como le decía está usted aquí por los motivos siguientes: se le acusa de haber matado un perro pudiendo haberlo evitado.
-¿Un perro? ¿Y por eso me meten este frenopático desvencijado? Venga ya¡¡
-No está aquí por el perro. Está porque pudo no haberlo atropellado y sin embargo lo atropelló. Es la actitud lo que cuenta.
-No recuerdo nada, así que no se que le puedo contar. No se siquiera donde estoy, ni cuando sucedió eso que usted dice. Ni siquiera se si es verdad, ni si quiera si ustedes son de verdad. Esto es como la vida real, les pones un uniforme a unos mamones y se creen con derecho a juzgarte o a interrogarte, o la que coño sea esto. Debajo de esa mierda de batas, también están en pelotas, pedazo de idiotas.
-Calypso Cerberus, en breve vendrá alguien a contarle lo que sucedió. De usted depende volver a su vida o quedarse en este intercambiador el tiempo necesario hasta su partida definitiva.
-Mira listo......a mi no me vengas con rollos de ciencia ficción o del más allá que no me lo trago.
-De usted depende.....pregunte a su nueva amiga Pétula. Ella podrá servirle de orientación.

El grupo de la bata se marchó por donde había llegado y Calypso, ciertamente en estado de desconcierto, se puso de pie en la cama y lanzó un grito interminable.

Nadie pareció reparar en su comportamiento. La mayor parte ni le miró, y siguió ensimismado en sus cosas y en sus pensamientos.

-Cerberus, te apellidas Cerberus, eso lo explica casi todo-dijo Jackson, sonriendo.
-¿Qué dices negro?-el cabreo de Calyso aún no se había mitigado.
-El perro de tres cabezas que custodiaba la entrada a Al Hades. Si es que tenías el destino escrito en el nombre.
-No entiendo nada-
-Ya lo veo, ya, deberías haber estudiado un poco más en vez de emplear el tiempo en atropellar perros-dijo ahora Pétula.
-Cerberus era en la mitología griega, el perro de tres cabezas encargado de proteger la puerta del inframundo. Los Titanes Cronos y Rea tuvieron varios hijos....a Zeus le dieron el cielo, a Poseidón los mares, y a Hades, el inframundo. Que debe ser algo parecido a esto.

En ese instante se acerco un niño de unos ocho o nueve años. Tenía el pelo rubio cortado a tazón y una tripita que delataba una buena vida. Se subió torpemente a la cama de Calypso y permaneció de pie en ella con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

-Tu mataste a mi perro. Me lo han chivado los señores de la máquina de fotos-dijo el pequeño.
-Yo no recuerdo haber hecho eso-dijo Calypso.
-Ellos dicen siempre la verdad. Tu mataste a mi perro-dijo de nuevo el niño, mientras sin prestar atención, ni darle ninguna importancia empezó a orinar sobre la cama y sobre Calypso, que se apartó bruscamente y en el movimiento perdió el equilibrio y cayó de la cama duramente.

Allí en el suelo sucio, mugriento, lleno de desperdicios, con docenas de orinales volvió a ser consciente de lo insignificante que empezaba a ser. El niño estaba de nuevo a su lado y el tendía la mano para ayudar a que se levantara.

Fue Jakson quien le tendió una mano lo suficientemente firme para poder hacerlo.

-No me iré hasta que me digas la razón por la que atropellaste a mi perro. Se llamaba Walterio. Me lo trajo mi padre que se lo encontró perdido en una carretera. Le puse Walterio, porque mi mejor amigo se llamaba Walterio y se fue a vivir lejos.
-Verás niño...-
-Me llamo Adolf-
-Verás Adolf, no recuerdo haber atropellado a tu perro. No recuerdo ni si se conducir....pero si lo hice, lo siento.
-Tienes que pedir perdón de verdad. Así de mentira, no vale. Y me debes un perro-y el niño se alejo correteando y dando pequeños saltos.

Jackson y Pétula miraban a Calypso con interés. Ambos estaban sentados el uno junto al otro y parecía que sus diferencias se habían volatilizado. Fue el momento que aprovecharon para contarle su “verdad”. Eran pareja. Bueno, habían sido pareja en la vida “real”, antes de llegar al Pabellón de la Segunda Oportunidad. Según les contaron algo sucedió entre ellos que le impulso a Jackson a agredir a Pétula que se defendió con un cuchillo de grandes dimensiones, cortando de lado a lado el abdomen de Jackson. Ninguno recordaba que había sucedido, pero estaban allí esperando la ocasión de perdonarse el uno al otro. Sospechaban que había sido un asunto de infidelidad, pero no lo tenían claro. Estaban esperando cita en la Sala del Recuerdo. Y Calypso comprendió que también debería ir allí, donde quiera que eso fuera o estuviera.

Dos periodos de tiempo más tarde Calypso tuvo la oportunidad de solicitar cita cuando vio pasar al grupo de la bata, que estaban recibiendo una nueva inquilina unas camas más allá. La mujer sangraba abundantemente de las muñecas, pero nadie pareció preocuparse por eso. El suelo adquiriría una nueva capa de detritus en descomposición.

Varios periodos de tiempo mas tarde, Calypso despertó de un sueño intranquilo. No llegó a ser una pesadilla, pero no fue un dormir agradable. Jackson no estaba en su cama y al girarse vio a Pétula que se alejaba corriendo por el pasillo. Corría hacia el hombre negro que le precedía. Ambos eran inmensos. Nunca más supo de ellos.

Dos periodos de tiempo más tarde se acercó una mujer enana que vestía una bata transparente que le arrastraba por el suelo, y que recogía toda suerte de porquerías. Le dijo que había quedado una sesión libre en la Sala del Recuerdo y que tenía la oportunidad de redimir su pena.

Calypso acepto de buen grado la invitación y salió corriendo tras la enana que se perdía ya en el horizonte del pasillo inacabable. Al llegar a una puerta de metal herrumbroso que se abrió de manera automática, la enana el invitó a pasar y Calypso quedó al instante sin visión debido a la extraordinaria luz que había en la estancia.

Oyó una voz que le decía en tono plano que caminara hacia ella. Cuando apenas hubo dado dos pasos alguien le cogió de los hombros y le introdujo, o eso creyó, en un cuarto cercano donde una brutal ducha de agua caliente le limpió hasta el último recoveco de su cuerpo. Acto seguido alguien o algo introdujo una especie de sonda en su boca, mientras le vestían con una especie de calzón muy pesado. Perdió el conocimiento.

Cuando recobró la consciencia estaba en una silla en medio de una sala de paredes blancas con una luz intensa que no salía de ningún punto fijo. Enfrente tenía un espejo donde podía verse. La sonda parecía ser un suministrador de agua u otro nutriente. Cayó en la cuenta que en su estancia en la sala, nadie comía, ni bebía, y nadie parecía tener hambre o sed. Vio como la única prenda que llevaba era una especie de braguero con inserciones metálicas de la cual salían una especie de cables transparentes que terminaban en un maletín que estaba postrado en le suelo junto a su silla.

-Va a comenzar a ver la película de su vida. No será rápido, pero la verá en estado semicatatónico y velocidad aumentada. Sólo cuando llegue al momento que le ha traído aquí, irá a velocidad normal. No tenga prisa, no se impaciente, no tema. Comenzamos en breve-dijo la misma voz tediosa.

Notó una sacudida en la cintura, sin duda provocada por una de esas terminaciones del braguero, seguida de otra en una nalga y otra más fuerte en sus genitales y para terminar otra dolorosa en la otra nalga.

Y empezó a verse en una cuna, y más tarde con sus hermanos y sus padres corriendo en la playa, y cayendo por unas escaleras y con el brazo escayolado. Y yendo a la escuela, Y con el jersey amarillo roto. Y en el instituto con su primer beso. Y follando en la Universidad, en el despacho de su tutor. Y comprando una moto. Y saliendo del cementerio con la lápida de sus padres tras ella. Y sus hermanos gritándole. Y su pareja pegando un portazo en una casa desvencijada que parecía ser suya. Y la moto tirada en el suelo y gritando de dolor con las piernas rotas. Y el informe médico que aseguraba que nunca jamás caminaría con normalidad. Y el gimnasio y el dolor de la rehabilitación. Y caminando de nuevo, y corriendo, y corriendo más y más. Y sus hermanos gritándole. Y el ascenso en el trabajo. Y el coche nuevo. Y follando en la oficina. Y la noche de euforia llena de alcohol y drogas por el nuevo ascenso. Y una casa con jardín nueva. Y el coche.....

Y de pronto todo empezó a ir más lento. Y vio como se subía al coche de empresa, de noche. Y vio como en una zona urbana el marcador se ponía a 130. Y la gente que le acompañaba reía. Todos colocados. Volvían de celebrar la cena de Navidad de la empresa. Y uno de los borrachos le dijo “mira Rudolph, el reno de Santa Claus” y otro dijo “mátalo”. Y el pobre perro que estaba paralizado en medio de la calle fue literalmente aplastado por las ruedas del Cayenne. Y vio como un niño corría seguido de su madre que se llevaba las manos a la cara y apartaba al niño de los restos del animal.

Vio como llegaba a su cama, en su casa de lujo. Y se metió en ella hasta las trancas de alcohol y coca con dos personas más. Y vio como despertaba en el Pabellón de la Segunda Oportunidad.

Perdió de nuevo la cosnciencia y al rato despertó en la silla en medio de la sala. Nada le impedía levantarse, pero no podía. Los cables y la prenda maldita ya no estaban , ni tampoco el maletín. De la nada apareció Adolf y se le quedo mirando fijamente.

-¿Tienes algo que decirme?-le dijo el niño.
-Si eso que he visto, pasó, no me reconozco. Quiero pedirte perdón por lo que hice y quiero que tengas un nuevo amigo, un nuevo perro. Yo me encargo.
-Esta vez te creo, pero yo no tengo una nueva oportunidad. Aquella noche salí corriendo muy triste y me perdí. Me caí al río que pasa cerca de casa, donde nunca me dejan ir a jugar y todavía no me han encontrado. Es que había llovido mucho y bajaba mucha agua y muy fuerte. Pero no te preocupes Calypso, te perdono.

El niño se fue en medio de aquella luz y Calypso se desmayo.

Aquella mañana al despertar le dolía todo el cuerpo. La resaca era de las de campeonato. Había dos personas que habían dormido en su cama. Dos nuevas muescas en su contador de ligues express. Y de la empresa. Se duchó y se sirvió una taza de café. Puso las noticias que tragedia tras otra iban relatando la actualidad. De pronto una de ellas le paralizó. Una pareja que estaba de viaje, un hombre negro con pelo a lo afro y su esposa, tan alta como él, habían tenido la desdicha de encontrar el cadáver de un niño que llevaba varias horas desaparecido al caer a un río. Al parecer la criatura salió corriendo desconsolada cuando vio morir a su mascota atropellada por un SUV y se extravió cayendo a las aguas que lo arrastraron río abajo, donde fue encontrado.

Salió corriendo hacia el garaje. Allí estaba el Porsche de empresa. Se agachó para ver si tenía algún golpe que confirmara un atropello, o algo parecido. El coche estaba impoluto. Nada de nada, ni un rasguño. Pero algo la llamó la atención. Había un papel debajo del coche. Estiró el brazo y cogió lo que era una foto instantánea donde aparecía sin ropa, con un sinfín de camas desvencijadas y una multitud de personas decaídas completamente desnudas y rodeadas de inmundicias.

Calypso vomitó, salió a la calle mostrando su desnudez y nada pareció tener importancia.......


FIN.
Muy, muy bueno!!!

Con lo que cuesta escribir....

Te animo a seguir en el empeño.

Felicidades.

Vss
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