moebius
08-17-2006, 10:20 AM
Perdonar todos, especialmente a los que con profusión, me desbordáis de muestras de cariño.
Como superviviente, (no se por cuanto tiempo, pero eso.. ¿realmente importa? Todos somos un poco supervivientes, desde el azaroso momento de nuestra concepción) he notado un importante cambio en mi cabeza. La práctica del estoicismo me ha hecho más pleno y feliz y ahora me angustian mucho menos, cosas que antes me generaban ansiedad y desasosiego
Ahora circulo mucho menos en moto y mucho más a vela y caballo. Si leéis bien, ahora soy también cochero, o intento serlo. Me he metido de lleno en la etología, y he recuperado algunas habilidades que me había enseñado mi abuelo para el trato con los equinos. Podréis verme conduciendo concentrado un coche de caballos con mas de siglo y medio... He vuelto a leer mis viejos libros de mi época hippie. “La vida del agricultor autosuficiente” de John Seimur. Me recreo con sus ilustraciones y vuelvo a ilusionarme con la riqueza de sus enseñanzas: Una extraña mezcla entre la utopía y lo más práctico. ¿acaso saber hacer tu propia cerveza o hacerte un corral como la canción del Koala, no es lo más sensato del mundo? Y a lo largo de cada lectura, surge siempre el debate: autarquía u organización. Siempre la misma disputa en el hombre que se siente tentado a ser un ermitaño anacoreta, o un solitario transmundista, al tiempo que pulsionan sus sentimientos gregarios y su ansia de integración por estar en su naturaleza ser un animal social. Volví a leer a Conrrad Lorens y a Lucy Reives. La etología nos enseña el comportamiento de los animales y nos enseña a entendernos a nosotros mismos. Mientras tanto me abandono a las vagas del mar de fondo como si flotara sobre un corazón palpitante de vida, repleto de seres que bullen bajo la superficie y como un monje Zén, me estremezco cuando un ave marina describe una parábola con su vuelo y con sus patas apenas toca la fina piel del mar. ¿Sentirá el mar que soy una mosca sobre su grupa a la que intenta espantar con el estremecimiento de su piel o los coletazos de su rabo?.
Pues en eso ando, enfrascado en cosas pequeñas, en cosas mundanas y terrenales, las cuales sin embargo son las que más afianzan mi espíritu y cimentan mis sueños, galvanizándolos con las imágenes de acicalar o revisar cascos, de ordenar un caótico espagueti de cabos, o limpiar y ordenar velas. Como un rosario turco, acaricio los caballos, intento entenderme con mi lenguaje corporal, me sereno y así también los sosiego. Intento comprender y enseñar y así también aprendo… Los embates de la vida, los veo como un marino o un pastor, como un DIA de mal tiempo que se acepta pues es vano rebelarse, como la aventura de la vida que viene del advenir de lo que nos depara cada recodo del camino.
Intentaré volver por aquí mas a menudo, mientras tanto a todos os remito un abrazo estrujante
Manu
Como superviviente, (no se por cuanto tiempo, pero eso.. ¿realmente importa? Todos somos un poco supervivientes, desde el azaroso momento de nuestra concepción) he notado un importante cambio en mi cabeza. La práctica del estoicismo me ha hecho más pleno y feliz y ahora me angustian mucho menos, cosas que antes me generaban ansiedad y desasosiego
Ahora circulo mucho menos en moto y mucho más a vela y caballo. Si leéis bien, ahora soy también cochero, o intento serlo. Me he metido de lleno en la etología, y he recuperado algunas habilidades que me había enseñado mi abuelo para el trato con los equinos. Podréis verme conduciendo concentrado un coche de caballos con mas de siglo y medio... He vuelto a leer mis viejos libros de mi época hippie. “La vida del agricultor autosuficiente” de John Seimur. Me recreo con sus ilustraciones y vuelvo a ilusionarme con la riqueza de sus enseñanzas: Una extraña mezcla entre la utopía y lo más práctico. ¿acaso saber hacer tu propia cerveza o hacerte un corral como la canción del Koala, no es lo más sensato del mundo? Y a lo largo de cada lectura, surge siempre el debate: autarquía u organización. Siempre la misma disputa en el hombre que se siente tentado a ser un ermitaño anacoreta, o un solitario transmundista, al tiempo que pulsionan sus sentimientos gregarios y su ansia de integración por estar en su naturaleza ser un animal social. Volví a leer a Conrrad Lorens y a Lucy Reives. La etología nos enseña el comportamiento de los animales y nos enseña a entendernos a nosotros mismos. Mientras tanto me abandono a las vagas del mar de fondo como si flotara sobre un corazón palpitante de vida, repleto de seres que bullen bajo la superficie y como un monje Zén, me estremezco cuando un ave marina describe una parábola con su vuelo y con sus patas apenas toca la fina piel del mar. ¿Sentirá el mar que soy una mosca sobre su grupa a la que intenta espantar con el estremecimiento de su piel o los coletazos de su rabo?.
Pues en eso ando, enfrascado en cosas pequeñas, en cosas mundanas y terrenales, las cuales sin embargo son las que más afianzan mi espíritu y cimentan mis sueños, galvanizándolos con las imágenes de acicalar o revisar cascos, de ordenar un caótico espagueti de cabos, o limpiar y ordenar velas. Como un rosario turco, acaricio los caballos, intento entenderme con mi lenguaje corporal, me sereno y así también los sosiego. Intento comprender y enseñar y así también aprendo… Los embates de la vida, los veo como un marino o un pastor, como un DIA de mal tiempo que se acepta pues es vano rebelarse, como la aventura de la vida que viene del advenir de lo que nos depara cada recodo del camino.
Intentaré volver por aquí mas a menudo, mientras tanto a todos os remito un abrazo estrujante
Manu