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: Los Elefantes: The Worst Journey in the World...


Apsley
02-26-2004, 03:44 PM
Hablar de los Elefantes es hablar de un viaje muy dificil. No es descabellado por tanto, y haciendo un simil con el mundo del alpinismo, compararlo con a la ascensión al Everest. Los Elefantes son el “ochomil” de las concentraciones, el punto mas alto. Conseguir llegar a Loh, el pequeño pueblo de Alemania donde se celebra esta antigua reunión, significa un gran satisfacción a nivel personal, pero requiere un gran esfuerzo por tu parte y un gran sacrificio a todos los niveles. No es sencillo cruzar europa en moto en pleno invierno, y si decides hacerlo en solitario te verás obligado a superar una prueba de resistencia fisica, psiquica y mecánica de gran calibre en la que deberás emplearte a fondo si no quieres sucumbir en el intento. No es de extrañar que muchos, como en el Everest, se hayan dado la vuelta a medio camino, y que otros (sin duda mas sensatos) ni siquiera lo hayan intentado. Decía J.Cuervo (un gran rutero experto en todo tipo de viajes en moto) que no conocía a nadie que hubiese ido a Los Elefantes que no hubiera sentido constantemente la tentación de regresar a casa. Yo fuí uno de ellos....Y es que no hubo un solo momento en aquellos días -cuando subía hacia Loh- ni durante los días de mi regreso (que en su oscura severidad diría que fueron los peores que he pasado sobre una moto) en que no pensara constantemente en resguardarme en algún lugar caliente. Sólo pretendo decir que fué un viaje pavoroso y que, si resultó soportable e incluso agradable de recordar, es gracias a la afición por la moto que yo derrochaba en aquellos momentos.

Sin duda, iniciar un viaje así, en las condiciones en que yo lo hice, fué una locura. Decidí que quería ir, pero lo hice sin recapacitar, sin considerar que no tenía el equipo adecuado ni el dinero suficiente. Y lo hice por un sólo motivo: me apasiona viajar. Y si es en moto, más. Pero la locura, como el amor, en ocasiones te lleva a equivocarte. Y ¡sí!, para que nos vamos a engañar. Ir a los Elefantes en aquellas condiciones no fué otra cosa que una sucesión de errores, los errores del hombre apasionado. Mi plan era fácil -llegar allí y regresar- pero a la larga, como en tantas otras ocasiones, resultó no ser tan sencillo. Tuve la suerte de equivocarme -una vez más- pero el error es la esencia del relato del viajero.

Había soñado con ir a Los Elefantes desde que era un niño, cuando crecí cerca de mi hermano Xoxe escuchando historias fabulosas acerca de larguísimas etapas invernales y averías inoportunas. Había soñado con llegar allí, por que consideraba, desde mi juventud, que todo motorista que se precie debería ir al menos una vez en la vida...
Así que emprendí el viaje hacia mi sueño un miercoles de febrero, a las diez de la noche y después de haber estado siete horas trabajando sobre mi Vespa de cartero. No hubo grandes preparativos. Fué un impulso. Ante mi insistencia, mi jefe me había dado un par de días libres -un jueves y un viernes- así que disponía de cinco días para llegar a Loh y regresar. Cinco días. ¡No era mucho tiempo para un recorrido de cinco mil kilómetros!

Aquel miercoles hacía una noche de perros, una de esas noches en las que lo que más te apetece es bajar la persiana del salón, y después de tumbarte a todo lo largo del sofá, dedicarte a leer un libro o a ver la televisión. Pero yo estaba sobre la moto, rodando por la autovía que me llevaría de Madrid a Barcelona, donde esperaba llegar antes del amanecer. El aguanieve había dejado los arcenes cubiertos de una fina capa blanca y *apenas circulaban coches (solo algún que otro camión), por lo que el sentimiento de soledad se hizo creciente según me fui internando en la provincia de Guadalajara. ¡Pero a qué mostrarme tímido! Había decidido que quería ir a Los Elefantes y en aquellos momentos era un motorista feliz que -escuchando el ronroneo de una Suzuki 400- avanzaba con decisión hacia el norte, sin más compañía que la oscuridad de la noche solo rota por el haz de luz del faro. Tenía un reto, llegar a Loh, y como no hay emoción más intensa para un hombre que el cumplimiento de un propósito, me prometí a mi mismo que sortearia todas y cada una de las dificultades que sin lugar a dudas se irian presentando. ¿Sueño? ¿frío? ¿cansancio? En aquel momento comencé a ser consciente de las consecuencias que me traerían mis errores y del precio que tendría que pagar por superarlos.

Y el primero -y no tardé demasiado en darme cuenta- fué ser excesivamente optimista frente al mapa. Cuando uno está sentado en casa planeando una ruta, es fácil dejarse por un exceso de confianza. Estás caliente y bien comido sentado en un sofá. Sobre el mapa todas las carreteras son iguales. ¿Iguales? No. La realidad, cuando ya estás subido en la moto, pone las cosas en su sitio y descubres lo contrario. ¡Estás mal comido y hace tanto frío que te quieres morir! Y es evidente que no es lo mismo viajar por una autopista de peaje, que por una estrecha y sinuosa carretera de los Alpes. Las diferencias son notables.
Mi segundo error, ya puestos, fué lanzarme a un viaje semejante sin más equipo que un pantalón de barbour viejo, un par de sotocascos, una cazadora de cuero comprada de oferta y un mono de agua prestado plagado de agujeros hechos sin querer con cigarros. Y mis botas... una botas de velocidad que tenian la piel envejecida, y tan fina como el papel de fumar. Por entonces el Goretex era una fibra milagrosa que sólo usaban los astronautas de la NASA, y debí conformarme con lo que tenía, como mi casco FM de policabornato, cuya visera estaba tan rayada como las ideas de un adolescente, o los guantes de invierno que usaba para montar en bicicleta de montaña. De esta guisa no es de extrañar que cien kilómetros después de haber salido de Madrid empezara a sentirme transido de frío. Claro que no me quedé congelado de inmediato. Soporté muchos kilómetros en estas condiciones antes de pasar verdaderos apuros en este sentido. Las pequeñas corrientes de aire que corrían bajo mi mono de agua me proporcionaban una sensación muy desagradable, y de vez en cuando, o lo que es lo mismo, cada cien kilómetros, me detenía en alguna gasolinera para fumar un cigarrillo y tomarme un café. Pero pronto me dí cuenta de que aquellas paradas no me sentaban nada bien. Curiosamente, cuando entraba en un bar y me despojaba del mono de agua -que era de un color naranja chillón- me atacaban unos temblores horribles y comenzaba a tiritar de tal forma que parecia que me iba a romper la espalda. Los camareros me miraban con cara de sueño, extrañados, preguntandose seguramente de dónde habría salido aquel tipo en medio de la madrugada. Decidí parar menos, y a lo largo de la provincia de Zaragoza tan solo me detuve en una ocasión. Lo cierto es que -dejando a un lado el intenso frío- iba cómodo *sobre la moto, pues *descansaba mis riñones *contra la tienda de campaña que llevaba atada con pulpos en la parte trasera del sillín. En realidad iba más protegido contra la inclemencias por detrás que por delante, pues la Suzuki estaba lejos de ser una Gran Turismo, en cuanto a que solamente disponía de una pequeña pantalla, pero nada más. Bueno, antes de salir le había puesto una manoplas para las manos que tomé prestadas de mi vespa de correos, pero no había otra cosa que me librase del frío *y del aire. Y donde más me molestaba no tener protección era en los pies.
Mi plan era llegar durante aquella noche a Barcelona, y después continuar avanzando en dirección a la frontera con Francia, pues quería llegar a Lyon -final de la primera etapa- antes del atardecer. En total serían diecinueve horas y mil doscientos kilómetros. Con aquel temporal, ¿como me encontraría -si conseguía cruzar Francia- los Alpes?. ¿Y Suiza? ¿Y Austria? Y es que después de atravesar Francia debería cruzar Suiza, un trocito de Austria, y media Alemania...

Continuará.

Apsley.

xoxe
02-26-2004, 04:04 PM
¡Ya estoy esperando el segundo! :?

Mickey
02-26-2004, 04:13 PM
Me voy a tomar un cola cao bien caliente. Estas invitado :lol:

Me recuerda cuando iba por alli en vaqueros y zapatos de deportes con 10 grados bajo zero.
Con los pies, las rodillas, las manos y sobre todo los pulgares helados.
Cuando lo pienso hoy, me parece una locura...de las que se hace siendo joven.
Sigue, que me da frio :wink:

02-27-2004, 06:33 AM
Venga apsley que para mañana es tarde. Como mickey, me estoy preparando un vaso de leche bien caliente que me entra frío sólo de imaginármelo.

Muy interesante.

Jorge
02-27-2004, 08:19 AM
[uff aspley, no tardes mucho con la egunda parte, que ya me duelen las piernas solo de imaginarme el frio ese infernal...

venga, queremos mas!!!!!!!!! :?

Viktor
02-27-2004, 08:31 AM
Ufff.... yo queria ir a elefantes (aun soy joven e inconsciente :lol: ), siempre me lo he imaginado como "la meca" del motero. Que al menos hay que ir una vez en la vida, pero solo con leer la 1ª parte, ya me lo estoy pensando......

Sera que hago mayor..?
Sera que no soy ten duro como me pensaba...?
Ni tan motero..?

En espera de la 2ª entrega, a evr si mejoran las espectativas.... :P :P

02-27-2004, 09:02 AM
Venga Viktor, te paso la Bonnie un par de semanitas y verás como los elefantes te parecerán lindos gatitos.

Mariano
02-27-2004, 09:07 AM
Me estoy viendo venir lo que sigue Apsley, estamos ansiosos...
Vsss

xoxe
02-27-2004, 10:09 AM
Yo me se la historia, pero como este chico escribe tan bién, es realmente como leer una novela. Os adelanto que resulta apasionante y que llegó hasta límites insospechados.

Saludos.

02-27-2004, 11:15 AM
¡Apsley, no seas vago, venga, a trabajar y termina lo que has empezado!.

sprinter
02-27-2004, 12:06 PM
Joer...sois la releche! que es que no me dá tiempo al leer todas vuestras vivencias! ! es que en este país no trabaja nadie! ! leñe! :cry:

Todavía estoy con el tercer capítulo de la reentré de Xoxe... :evil:

tfedi
02-28-2004, 11:28 PM
SEGUNDA PARTE...LALALA
SEGUNDA PARTE...LALALA

V'sss

Neott
03-25-2004, 06:46 PM
Eres la leche. Me estoy quedando helado. Tienes mas moral que el alcollano.