xoxe
02-24-2004, 05:36 PM
Lo que no me quedó muy claro fue lo de tener que empujar la moto pues realmente no parece que por allí hubiese nadie a quien molestar. Una vez Apsley dejó sus datos en recepción el paso siguiente fue sentarnos en un escalón en una zona de edificios que colindaba con la zona de acampada a echarnos un pitillo casi sin hablar. Empezamos a desembalar los bultos para comenzar con la instalación del campamento. Otra vez conté con la inestimable colaboración de Pi, pues suya era la tienda en la que dormiríamos los dos y que como tal le toco montar; eso si yo le ayudaba con la linterna. Apsley montó la suya en un tiempo record ya que su “igloo” estaba tan acostubrada que se montaba sola. Colocamos todos los enseres dentro de las tiendas y una vez terminamos todo el trabajo tocó el turno de ir al baño u mingitorio, llámalo cómo quieras, a hacer lo imprescindible para la higiene humana.
He de hacer incapié en que para mis dos acompañantes fue una sorpresa ver que mi equipaje estba perfectamente colocado y planchado dado que mi esposa no me permite viajar si no estoy realmente provisto de lo imprescindible, toalla, jabón, peine, maquinilla de afeitar, papel higiénico, mudas como si tuviese que cambiarme tres veces al día, y lo más importante de todo… el pijama.
Tomamos camino hacia los servicios que por cierto estaban al otro lado del campamento, o por lo menos a mi me parecía que estaban a dos días a caballo, y comenzamos a asearnos cuando de repente me di cuenta de que no me había llevado mi “neceser” por lo que nos secamos al gélido frío nocturno por evaporación, y lo peor es que de repente me estaba “cagando”, lo cual no tendría que ser un problema salvo que después de inspeccionar todos los “tigres” nos dimos cuenta de que no había papel. Como no resistia más los retortijones me introduje en una de las cabinas mientras Apsley y Pi organizaron una batida para localizar algún períodico o similar, pero el tiempo pasaba y no regresaban… de repente oí sus voces escojonándose a reir y gritándo les pregunte que a que venian tantas risas a lo que me contestaron que no habían encontrado nada para limpiarme el culo y que estban pensando en una solución de crisis… Al instante sobrevolo mi cabeza una camiseta y sorprendido pude observar que era la que Pi llevaba puesta ese día, y la voz de él que me decía…—anda y toma que me tienes hasta los cojones—. Ni que decir tiene que en ese momento fue mi salvador ya que después de la experiencia de lavarse el careto con agua fría a las 4 de la madrugada y no poder secarte, estaba yo como para lavarme el culo y dejarlo secar a la intemperie… Poco después llegamos a la conclusión de que hubiera sido mucho más sencillo ir a la tienda a por los elementos necesarios.
Una vez nos metimos en los sacos y después de unos minutos de silencio le pedí a Pi que me rascara la espalda (sin mariconadas), lo que parece que colmo su paciencia y le incito a pronunciar en voz alta… —es que manda cojones, le dejo mi moto, mi casco, mi chupa, le monto la tienda al señor, le traigo el equipaje hasta la tienda para que el señor no ande descalzo, se limpia el culo con mi camiseta y ademas, el señor, quiere que le rasque la espalda, vete a la mierda— Lo peor fueron las risotadas que desde la tienda de Apsely se oían y que durarón aproximadamente 10 minutos.
Nos despertamos sobre las nueve de la mañana y mi primera idea fue si habria algún lugar para tomar café en un camping tan desierto y hubo suerte pues había un bareto tipo “pub” y en el que desayune un par de veces. Despues desmontar y partir hacia el Océano Atlántico…
Hicimos una pequeña visita turística al pueblo de Nazaré y nos sentamos en su paseo marítimo en la terrazita de una bar en el cual pasamos bastante tiempo. Del regreso sólo comentar que antes de entrar en Lisboa a Apsely casi le saca un autobús de la autopista al hacer un cambio de carril y que hicimos una parada para encontrarnos ya que parecíamos perdidos y que a Apsley parece que le molestó cuando le llame “Marcopolo de los cojones”, a día de hoy todavia no lo ha olvidado. Tambien reseñar que a Pi le pillarón “in fraganti” un grupo de 6 chicas que bajaron de un coche en una gasolinera, en calzoncillos mientras se cambiaba el pantalón del barbour y que sirvió para que nos riéramos un rato. También comentar que Pi le hizo un rodaje a la CB 250 pletórico, se colocaba a rebufo en las autopistas y rodaba a 150 k/h de crucero.
Llegamos a Madrid a la 1 de la madrugada del lunes y todo acabó. Comentar que tenía en mente que en casa me recibirían como un heroe y lo que ocurrío es que mi mujer y mis hijas estaban ya acostadas y durmiendo, por lo que sufrí mi cansancio en silencio. La ducha de agua calentita es una de las mejores que me he dado en mi vida y en mi mente me quedó la satisfacción de mi regreso del lado oscuro de esta forma tan impresionante, 1.300 kilómetros en 36 horas, y quizá lo más importante… ver que mis dos hermanos (si, somos hermanos) me dieron todo lo que tenían a su alcance para hacerme un poquito más feliz. Gracias.
He de hacer incapié en que para mis dos acompañantes fue una sorpresa ver que mi equipaje estba perfectamente colocado y planchado dado que mi esposa no me permite viajar si no estoy realmente provisto de lo imprescindible, toalla, jabón, peine, maquinilla de afeitar, papel higiénico, mudas como si tuviese que cambiarme tres veces al día, y lo más importante de todo… el pijama.
Tomamos camino hacia los servicios que por cierto estaban al otro lado del campamento, o por lo menos a mi me parecía que estaban a dos días a caballo, y comenzamos a asearnos cuando de repente me di cuenta de que no me había llevado mi “neceser” por lo que nos secamos al gélido frío nocturno por evaporación, y lo peor es que de repente me estaba “cagando”, lo cual no tendría que ser un problema salvo que después de inspeccionar todos los “tigres” nos dimos cuenta de que no había papel. Como no resistia más los retortijones me introduje en una de las cabinas mientras Apsley y Pi organizaron una batida para localizar algún períodico o similar, pero el tiempo pasaba y no regresaban… de repente oí sus voces escojonándose a reir y gritándo les pregunte que a que venian tantas risas a lo que me contestaron que no habían encontrado nada para limpiarme el culo y que estban pensando en una solución de crisis… Al instante sobrevolo mi cabeza una camiseta y sorprendido pude observar que era la que Pi llevaba puesta ese día, y la voz de él que me decía…—anda y toma que me tienes hasta los cojones—. Ni que decir tiene que en ese momento fue mi salvador ya que después de la experiencia de lavarse el careto con agua fría a las 4 de la madrugada y no poder secarte, estaba yo como para lavarme el culo y dejarlo secar a la intemperie… Poco después llegamos a la conclusión de que hubiera sido mucho más sencillo ir a la tienda a por los elementos necesarios.
Una vez nos metimos en los sacos y después de unos minutos de silencio le pedí a Pi que me rascara la espalda (sin mariconadas), lo que parece que colmo su paciencia y le incito a pronunciar en voz alta… —es que manda cojones, le dejo mi moto, mi casco, mi chupa, le monto la tienda al señor, le traigo el equipaje hasta la tienda para que el señor no ande descalzo, se limpia el culo con mi camiseta y ademas, el señor, quiere que le rasque la espalda, vete a la mierda— Lo peor fueron las risotadas que desde la tienda de Apsely se oían y que durarón aproximadamente 10 minutos.
Nos despertamos sobre las nueve de la mañana y mi primera idea fue si habria algún lugar para tomar café en un camping tan desierto y hubo suerte pues había un bareto tipo “pub” y en el que desayune un par de veces. Despues desmontar y partir hacia el Océano Atlántico…
Hicimos una pequeña visita turística al pueblo de Nazaré y nos sentamos en su paseo marítimo en la terrazita de una bar en el cual pasamos bastante tiempo. Del regreso sólo comentar que antes de entrar en Lisboa a Apsely casi le saca un autobús de la autopista al hacer un cambio de carril y que hicimos una parada para encontrarnos ya que parecíamos perdidos y que a Apsley parece que le molestó cuando le llame “Marcopolo de los cojones”, a día de hoy todavia no lo ha olvidado. Tambien reseñar que a Pi le pillarón “in fraganti” un grupo de 6 chicas que bajaron de un coche en una gasolinera, en calzoncillos mientras se cambiaba el pantalón del barbour y que sirvió para que nos riéramos un rato. También comentar que Pi le hizo un rodaje a la CB 250 pletórico, se colocaba a rebufo en las autopistas y rodaba a 150 k/h de crucero.
Llegamos a Madrid a la 1 de la madrugada del lunes y todo acabó. Comentar que tenía en mente que en casa me recibirían como un heroe y lo que ocurrío es que mi mujer y mis hijas estaban ya acostadas y durmiendo, por lo que sufrí mi cansancio en silencio. La ducha de agua calentita es una de las mejores que me he dado en mi vida y en mi mente me quedó la satisfacción de mi regreso del lado oscuro de esta forma tan impresionante, 1.300 kilómetros en 36 horas, y quizá lo más importante… ver que mis dos hermanos (si, somos hermanos) me dieron todo lo que tenían a su alcance para hacerme un poquito más feliz. Gracias.