xoxe
02-18-2004, 06:40 PM
Una vez hube parado en la carretera después de una parabólica y antecediendo a una pequeña recta, decidi poner la BMW sobre su caballete y ponerme en pie para comprobar si era una pura sensación o por el contrario tendría que meterme un bastoncillo de algodón hasta el yunque y destruirlo para poder continuar, pues como es lógico no estaba dispuesto a que dos jovenzuelos se “escojonaran” del recien regresado. Pasados unos instantes vi como Apsley y Pi daban un giro de 180º para regresar hasta mi posición, y las caras de preocupación se podía ver en su rostro; seguramente en su interior irían pensando que el “inepto” este nos va a jorobar el viajecito. Felizmente a los pocos minutos me encontraba de nuevo con mi equilibrio recuperado y con Pi dándome un cursillo sobre como acometer, trazar y abandonar una curva con la BMW y su suspensión delantera (esta no se hunde al entrar en una curva), y Apsley en vez de defenderme metía más leña al fuego, por lo que en vez de znimarme me sumió en un estado de poca estima por mi parte.
Otra vez estábamos en marcha y nuestra próxima parada iba a ser en El Tiemblo provincia de Ávila. Paramos en la salida del pueblo para hacer unas fotos y hecharnos un cigarrillo. Todo hubiera transcurrido con normalidad si no fuera por que después de hacer la foto, me empeñe en ponerme el cigarro por la parte encendida en los labios y, como consecuencia de tal acción, se me pusierón los morros como los de Tamara después de su operación para darles volumen. Ni que decir tiene que mi “recordatorio” para todos los santos fue pletórico. También he de comentar que este hecho no me ayudó nada para recuperar mi maltrecha autoestima, si no que actuó como un potenciador depresivo.
Una vez nos pusimos en marcha todos mis pensamientos circulaban al rededor de la idea de quién cojones me mandaría a mi meterme en estos saraos. Además el casco me apretaba y mi barbilla rozaba con la parte delantera del mismo y esto me hacia que se me enfriara. Decidimos acometer el Valle del Jerte por su zon norte para ir bajando hacia Plasencia. Lógicamente con el paso de los kilómetros mi habilidad, y por que no decirlo, mi genialidad para pilotar todo aquello que lleve dos ruedas, (o por lo menos es lo que yo pensaba), iba subiendo de manera prporcional a los kilómetros recorridos, y ello me permitía disfrutar de la conducción de manera increible.
La ruta que tomamos para llegar a Plasencia es de una belleza increible, la carretera es estrecha, de asfalto irregular y con curvas constantes, lo que te obliga a jugar mucho con el cambio y como es lógico, con la BMW y su bestial par, mi ventaja sobre mis adversarios era notable. He dicho adversarios porque en una carrtera como esta uno no tiene amigos, todo el tiempo te lo pasas evitando que ellos te quiten la mejor trazada, frenando de manera irracional para hacerle fallar en la salida de la curva y cosas de estas. Además la imagen que debimos dar debió de ser deplorable. No se me puede olvidar comentar como era la Suzuki de Apsley vista desde atrás…
Los escapes que llevaba montados Apsley esran unos Tecnomoto de esos que es un cilindro tipo silencioso de carreras de aluminio y para poder explicaros como estaban orientados lo mejor es ponerlo de la manera más gráfica. Si mirásemos los dos escapes de una moto desde atrás estos deberían estar en el mismo plano horizontal por lógica… pues no, en la moto de Apsely si los colocáramos sobre el mapa de España, el de la izquierda quedaría a la altura de Cáceres y, el de la derecha aproximadamente en Tarragona. ¡Precioso!, además sus alforjas potenciaban ese estravismo escapelar sobremanera, y además si le sumamos la sección de la rueda trasera de la moto es para ponerse a llorar; no estoy muy seguro de las medidas del ancho del neumático pero deben de ser un 110. El contraste era Pi con la CB 250. La moto estaba todavía en rodaje, la barriga cervezera de Pi llenaba gran parte del depósito de combustible de esta ,y esa postura de mensajero patentada por la Honda CB 250 daban al conjunto piloto/moto una de las mayores degradaciones que e visto en mi vida.
La carrera hacia Plasencia, ¡huy, perdón he dicho carrera!, el paseo rápido hacia Plasencia fue una experiencia inolvidable. El reagrupamiento en las curvas era total, y aprovechando las pequeñas rectas del recorrido las aceleraciones eran siempre las mismas, yo con la BMW machacaba en aceleración, Apsely se quedaba un poco respecto a la 850 y Pi las pasaba literalmente “putas” para seguir el ritmo, pero Pi no es de los que se amedrenta facilmente y lo que perdía en las aceleraciones lo ganaba en las frenadas. Era todo un poema ver las apuradas de frenada de Pi con la Honda, la suspensión delantera rebotaba como si fuera el botón de un bolígrafo y la rueda trasera peleaba por no perder el contacto con el asfalto. Sin embargo la suspensión de la Suzuki me recordaba a un Citröen 2CV… era suavíisima pero iba dando botes de lado a lado de la carretera.
La secuencia de mayor impacto sucedio cuando tomamos una recta de unos 300 ó 400 metros y cuando Apsely y yo nos disponíamos a frenar para entrar en la siguiente curva, Pi nos pasó como una exalación tumbado a lo largo de la CB y que por causa de la risa al verlo casi logra que nos estrellemos. La imagen fue dantesca, el culo en la parte del sillín del pasajero, parte de la barriga repartida entre el asiento y el depósito, los pies en las estribera traseras del acompañante y la cabeza pegada a los relojes entre el manillar. Seguramente si alguien le hubera sacado ubna foto de ese instante estaría formando parte del Museo de Arte Contemporaneo de Nueva York.
Continuará…
Otra vez estábamos en marcha y nuestra próxima parada iba a ser en El Tiemblo provincia de Ávila. Paramos en la salida del pueblo para hacer unas fotos y hecharnos un cigarrillo. Todo hubiera transcurrido con normalidad si no fuera por que después de hacer la foto, me empeñe en ponerme el cigarro por la parte encendida en los labios y, como consecuencia de tal acción, se me pusierón los morros como los de Tamara después de su operación para darles volumen. Ni que decir tiene que mi “recordatorio” para todos los santos fue pletórico. También he de comentar que este hecho no me ayudó nada para recuperar mi maltrecha autoestima, si no que actuó como un potenciador depresivo.
Una vez nos pusimos en marcha todos mis pensamientos circulaban al rededor de la idea de quién cojones me mandaría a mi meterme en estos saraos. Además el casco me apretaba y mi barbilla rozaba con la parte delantera del mismo y esto me hacia que se me enfriara. Decidimos acometer el Valle del Jerte por su zon norte para ir bajando hacia Plasencia. Lógicamente con el paso de los kilómetros mi habilidad, y por que no decirlo, mi genialidad para pilotar todo aquello que lleve dos ruedas, (o por lo menos es lo que yo pensaba), iba subiendo de manera prporcional a los kilómetros recorridos, y ello me permitía disfrutar de la conducción de manera increible.
La ruta que tomamos para llegar a Plasencia es de una belleza increible, la carretera es estrecha, de asfalto irregular y con curvas constantes, lo que te obliga a jugar mucho con el cambio y como es lógico, con la BMW y su bestial par, mi ventaja sobre mis adversarios era notable. He dicho adversarios porque en una carrtera como esta uno no tiene amigos, todo el tiempo te lo pasas evitando que ellos te quiten la mejor trazada, frenando de manera irracional para hacerle fallar en la salida de la curva y cosas de estas. Además la imagen que debimos dar debió de ser deplorable. No se me puede olvidar comentar como era la Suzuki de Apsley vista desde atrás…
Los escapes que llevaba montados Apsley esran unos Tecnomoto de esos que es un cilindro tipo silencioso de carreras de aluminio y para poder explicaros como estaban orientados lo mejor es ponerlo de la manera más gráfica. Si mirásemos los dos escapes de una moto desde atrás estos deberían estar en el mismo plano horizontal por lógica… pues no, en la moto de Apsely si los colocáramos sobre el mapa de España, el de la izquierda quedaría a la altura de Cáceres y, el de la derecha aproximadamente en Tarragona. ¡Precioso!, además sus alforjas potenciaban ese estravismo escapelar sobremanera, y además si le sumamos la sección de la rueda trasera de la moto es para ponerse a llorar; no estoy muy seguro de las medidas del ancho del neumático pero deben de ser un 110. El contraste era Pi con la CB 250. La moto estaba todavía en rodaje, la barriga cervezera de Pi llenaba gran parte del depósito de combustible de esta ,y esa postura de mensajero patentada por la Honda CB 250 daban al conjunto piloto/moto una de las mayores degradaciones que e visto en mi vida.
La carrera hacia Plasencia, ¡huy, perdón he dicho carrera!, el paseo rápido hacia Plasencia fue una experiencia inolvidable. El reagrupamiento en las curvas era total, y aprovechando las pequeñas rectas del recorrido las aceleraciones eran siempre las mismas, yo con la BMW machacaba en aceleración, Apsely se quedaba un poco respecto a la 850 y Pi las pasaba literalmente “putas” para seguir el ritmo, pero Pi no es de los que se amedrenta facilmente y lo que perdía en las aceleraciones lo ganaba en las frenadas. Era todo un poema ver las apuradas de frenada de Pi con la Honda, la suspensión delantera rebotaba como si fuera el botón de un bolígrafo y la rueda trasera peleaba por no perder el contacto con el asfalto. Sin embargo la suspensión de la Suzuki me recordaba a un Citröen 2CV… era suavíisima pero iba dando botes de lado a lado de la carretera.
La secuencia de mayor impacto sucedio cuando tomamos una recta de unos 300 ó 400 metros y cuando Apsely y yo nos disponíamos a frenar para entrar en la siguiente curva, Pi nos pasó como una exalación tumbado a lo largo de la CB y que por causa de la risa al verlo casi logra que nos estrellemos. La imagen fue dantesca, el culo en la parte del sillín del pasajero, parte de la barriga repartida entre el asiento y el depósito, los pies en las estribera traseras del acompañante y la cabeza pegada a los relojes entre el manillar. Seguramente si alguien le hubera sacado ubna foto de ese instante estaría formando parte del Museo de Arte Contemporaneo de Nueva York.
Continuará…