Cabezahalcon
03-24-2005, 04:44 PM
Hola amigos nuevamente.
Creo que el relato se pone cada vez mas bueno y a medida que lo leo me dan mas ganas de estar ahi con ellos, por otra parte me pone muy contento que muchos de ustedes esten pendientes de lo que va pasando al transcurrir de este viaje.
«Willi Motos Team» (Montevideo-Uruguay-Mercosur)
Travesía 2005 = Montevideo-Machu Picchu-Montevideo
De Willi y su gente desde la ruta
21 de marzo 2005 / 22:17 horas
Tocando las nubes, estimados amigos. Hoy lunes salimos de Tucumán, rumbo a la cordillera. Verla de cerca asusta, el rumbo a tomar es Cafayate, al cual llegamos a las 6 de la tarde. La ciudad argentina pertenece a la provincia de Salta y radica localizada en lo árido del ámbito de los valles Calchaquíes (¡Y eso suena a ancestros, a tradición!). Entre el borde oriental de la Puna y los encadenamientos del Aconquija y las cumbres Calchaquíes, ¡NADA MENOS... por esos valles de Dios va esta partida de orientales procurando más y más horizontes a cuál de mayor valía. En medio de extensos viñedos (que averiguamos que los cultivan “en regadío”), «da cosa» contar con 25 días para rodar 10.000 kilómetros. Es que... uno se puede quedar los días pero debe pasar mirando, preguntando, pero con el Norte puesto en Machu Picchu. Retornando al periplo transcurrido, el primer tramo de 100 kilómetros ha sido de lo mejor que hemos visto en la vida... sí, lo mejor que vi en mi vida sin dudarlo. Caminos de cornisa rozando helechos, y microclima cambiante. Un solazo... y un frío... y un agua: parece una selva al cielo. Si hace un par de días otro pasaje por la zona mesopotámica nos llevó a decir que en una de esas Dios ni había pasado cerca... ahora levantamos las manos y alzamos la copa en tierra de viñedos para afirmar que es muy seguro que Dios haya amontonado lo mejor del mundo aquí. Una parada para la clásica fotografía: en un cartel luce haber llegado al Fin del mundo. Ponemos rumbo a la Sierra de Quilmes, prolija alineación montañosa de este Noroeste que enamora, al sur de la provincia de Catamarca, pero muy próxima al límite con las de Tucumán y Salta. Esta “triple frontera provincial (que por su denominación nos recordó en comentario de un instante de pausa en el camino aquella otra Triple frontera de Paraguay, Brasil y Argentina) es el nexo entre la Puna y la cordillera Oriental. Corre al oeste del valle de Santa María (depresión perteneciente a los valles Calchaquíes) y de las cumbres Calchaquíes, entre los ríos Santa María, el Saladillo y el Calchaquí-Cachi. Siempre entre el apuro y la detención, un lugareño nos enseñó que en tiempos anteriores a la colonización fue sitio fijo de la cultura calchaquí. Como los españoles se los llevaron cerca de Buenos Aires, los “quilmes” conservan su homenaje en cada palmo de estas Sierras. Las ruinas del Quilmes catamarqueño es un lugar mágico del tipo Machu Picchu, bastión de la resistencia al Imperio de los Incas. También lo fue de resistencia al español por la tribu de “los quilmes”. Finalmente desalojados y reubicados al sur del puerto de Buenos Aires, al otro lado del mapa argentino, resultaron fundadores de la ciudad de Quilmes. Uno de los camioneros que repostaba combustible en una estación de servicios, tenía una calcomanía de la ciudad de Quilmes; lo encaramos por si sabía del tema. Resultó ser hombre de evidente sapiencia que sin mucha alharaca, pocas palabras pero mucha pasión, nos resumió que su ciudad al sur de Buenos Aires se fundó en 1670; y, que efectivamente había sido habitada por indios de pueblos calchaquíes: los quilmes, que dieron el nombre a esta ciudad. Nos dejó pasmados cuando quiso explicarnos que en 1806 las Invasiones inglesas al mando del general Beresford desembarcaba en Quilmes. Pero ya habíamos cargado los tanques de nafta, y hecho la resación que dos vceces al día realizamos a ojos vista de todas las máquinas; razonamos: ¡Así son las cosas!... y arrancamos nuevamente nuestra senda. La vida del pueblo Calchaquí vaya si cambió por entonces... y ahora era el paisaje el que cambiaba en pleno siglo veintiuno para los uruguayos en la diáspora de las sendas. No sólo de la Historia vive el hombre; dicho lo cual nos dimos a la Geografía. La cordillera, con la altura que se ganaba, lleva a la desaparición de los mil matices de verde. Ahora las tonalidades de tierra roja y la baja vegetación domina –netamene– el paisaje. Nuestros ojos y nuestra curiosidad no se apuna... pero las motos no dan más de 90 kilómetros por hora. Ellas sí se apunan... con la altura. Al igual que nosotros, salvados por las hojas de coca. Esta sí que refresca, mucho más que la de la botellita... aunque siempre que el vocablo Coca pasa por nuestros labios viene a la memoria aquellos baños que la “Coca Isabelita Sarli“ se pegaba en las cataratas del Iguazú. Esas tardes de continuado en cine de barrio jamás vieron derrotar al indio. Pero, no hay caso; a las motos no le llama la atención ese aliciente natural de las hojas de coca... ni nuestro recuerdo de la Sarli. Llegamos a Quilmes. Recorrer 350 kilómetros fue muchísimo más duro que rodar 1.000 en las rectas de las semiplanicies. Mañana nos espera San Antonio de los Cobres y su tren del cielo... y más y más altura. San Antonio de los Cobres, en Salta, queda sobre el río del mismo nombre. Por la planificación previa de este viaje les adelantamos que entonces estaremos a casi 3.800 metros en plena Puna; no desesperen: una vez allí les traeremos alguna otra anécdota. Y, ojalá (“tomara”, para la lengua portuguesa de los mercosurianos hermanos brasileños) sigan los relatos y siempre dispongamos de un Cyber Café a tiro para poder remitírselos. Pero, ahora, el equipo esta en las bodegas disfrutando de los vino de Cafayate... y uno que es una víctima de la trasmisión de las vivencias está aquí penando en un Cyber Café. Por supuesto que los amigos corresponsales bien valen la abstinencia (juas) ... y ... esperamos que nos reciban a la vuelta con algo para recobrar los duendes de las copas perdidas entre monitores y teclados.
Un gran abrazo y los mantendre al tanto.
Creo que el relato se pone cada vez mas bueno y a medida que lo leo me dan mas ganas de estar ahi con ellos, por otra parte me pone muy contento que muchos de ustedes esten pendientes de lo que va pasando al transcurrir de este viaje.
«Willi Motos Team» (Montevideo-Uruguay-Mercosur)
Travesía 2005 = Montevideo-Machu Picchu-Montevideo
De Willi y su gente desde la ruta
21 de marzo 2005 / 22:17 horas
Tocando las nubes, estimados amigos. Hoy lunes salimos de Tucumán, rumbo a la cordillera. Verla de cerca asusta, el rumbo a tomar es Cafayate, al cual llegamos a las 6 de la tarde. La ciudad argentina pertenece a la provincia de Salta y radica localizada en lo árido del ámbito de los valles Calchaquíes (¡Y eso suena a ancestros, a tradición!). Entre el borde oriental de la Puna y los encadenamientos del Aconquija y las cumbres Calchaquíes, ¡NADA MENOS... por esos valles de Dios va esta partida de orientales procurando más y más horizontes a cuál de mayor valía. En medio de extensos viñedos (que averiguamos que los cultivan “en regadío”), «da cosa» contar con 25 días para rodar 10.000 kilómetros. Es que... uno se puede quedar los días pero debe pasar mirando, preguntando, pero con el Norte puesto en Machu Picchu. Retornando al periplo transcurrido, el primer tramo de 100 kilómetros ha sido de lo mejor que hemos visto en la vida... sí, lo mejor que vi en mi vida sin dudarlo. Caminos de cornisa rozando helechos, y microclima cambiante. Un solazo... y un frío... y un agua: parece una selva al cielo. Si hace un par de días otro pasaje por la zona mesopotámica nos llevó a decir que en una de esas Dios ni había pasado cerca... ahora levantamos las manos y alzamos la copa en tierra de viñedos para afirmar que es muy seguro que Dios haya amontonado lo mejor del mundo aquí. Una parada para la clásica fotografía: en un cartel luce haber llegado al Fin del mundo. Ponemos rumbo a la Sierra de Quilmes, prolija alineación montañosa de este Noroeste que enamora, al sur de la provincia de Catamarca, pero muy próxima al límite con las de Tucumán y Salta. Esta “triple frontera provincial (que por su denominación nos recordó en comentario de un instante de pausa en el camino aquella otra Triple frontera de Paraguay, Brasil y Argentina) es el nexo entre la Puna y la cordillera Oriental. Corre al oeste del valle de Santa María (depresión perteneciente a los valles Calchaquíes) y de las cumbres Calchaquíes, entre los ríos Santa María, el Saladillo y el Calchaquí-Cachi. Siempre entre el apuro y la detención, un lugareño nos enseñó que en tiempos anteriores a la colonización fue sitio fijo de la cultura calchaquí. Como los españoles se los llevaron cerca de Buenos Aires, los “quilmes” conservan su homenaje en cada palmo de estas Sierras. Las ruinas del Quilmes catamarqueño es un lugar mágico del tipo Machu Picchu, bastión de la resistencia al Imperio de los Incas. También lo fue de resistencia al español por la tribu de “los quilmes”. Finalmente desalojados y reubicados al sur del puerto de Buenos Aires, al otro lado del mapa argentino, resultaron fundadores de la ciudad de Quilmes. Uno de los camioneros que repostaba combustible en una estación de servicios, tenía una calcomanía de la ciudad de Quilmes; lo encaramos por si sabía del tema. Resultó ser hombre de evidente sapiencia que sin mucha alharaca, pocas palabras pero mucha pasión, nos resumió que su ciudad al sur de Buenos Aires se fundó en 1670; y, que efectivamente había sido habitada por indios de pueblos calchaquíes: los quilmes, que dieron el nombre a esta ciudad. Nos dejó pasmados cuando quiso explicarnos que en 1806 las Invasiones inglesas al mando del general Beresford desembarcaba en Quilmes. Pero ya habíamos cargado los tanques de nafta, y hecho la resación que dos vceces al día realizamos a ojos vista de todas las máquinas; razonamos: ¡Así son las cosas!... y arrancamos nuevamente nuestra senda. La vida del pueblo Calchaquí vaya si cambió por entonces... y ahora era el paisaje el que cambiaba en pleno siglo veintiuno para los uruguayos en la diáspora de las sendas. No sólo de la Historia vive el hombre; dicho lo cual nos dimos a la Geografía. La cordillera, con la altura que se ganaba, lleva a la desaparición de los mil matices de verde. Ahora las tonalidades de tierra roja y la baja vegetación domina –netamene– el paisaje. Nuestros ojos y nuestra curiosidad no se apuna... pero las motos no dan más de 90 kilómetros por hora. Ellas sí se apunan... con la altura. Al igual que nosotros, salvados por las hojas de coca. Esta sí que refresca, mucho más que la de la botellita... aunque siempre que el vocablo Coca pasa por nuestros labios viene a la memoria aquellos baños que la “Coca Isabelita Sarli“ se pegaba en las cataratas del Iguazú. Esas tardes de continuado en cine de barrio jamás vieron derrotar al indio. Pero, no hay caso; a las motos no le llama la atención ese aliciente natural de las hojas de coca... ni nuestro recuerdo de la Sarli. Llegamos a Quilmes. Recorrer 350 kilómetros fue muchísimo más duro que rodar 1.000 en las rectas de las semiplanicies. Mañana nos espera San Antonio de los Cobres y su tren del cielo... y más y más altura. San Antonio de los Cobres, en Salta, queda sobre el río del mismo nombre. Por la planificación previa de este viaje les adelantamos que entonces estaremos a casi 3.800 metros en plena Puna; no desesperen: una vez allí les traeremos alguna otra anécdota. Y, ojalá (“tomara”, para la lengua portuguesa de los mercosurianos hermanos brasileños) sigan los relatos y siempre dispongamos de un Cyber Café a tiro para poder remitírselos. Pero, ahora, el equipo esta en las bodegas disfrutando de los vino de Cafayate... y uno que es una víctima de la trasmisión de las vivencias está aquí penando en un Cyber Café. Por supuesto que los amigos corresponsales bien valen la abstinencia (juas) ... y ... esperamos que nos reciban a la vuelta con algo para recobrar los duendes de las copas perdidas entre monitores y teclados.
Un gran abrazo y los mantendre al tanto.