pate
03-13-2005, 06:51 PM
Recuerdo aquel viaje como si fuera ayer, pero consciente de lo mucho que ha cambiado todo, las carreteras, las motos, la gente, yo mismo.
Corría el verano del 82, y mi amigo Alfonso, que gozaba por aquel entonces de la "mejor" moto de todos los amigos, una Ducati Vento 350, una venerable monocilindrica de escasa potencia, manillar bajo, asiento monoplaza que por obra y gracia del tuning incipiente y con el desguace de una Ducati Desmo 500, se convirtió en biplaza, con dos faros Cibié de largo alcance, y un escape al contrario de lo que se estila ahora, uno en dos, es decir un cilindro, dos escapes, decició ponerle un carenado integral con la finalidad de dejar de comer mosquitos a las altas velocidades que alcanzaba aquel aparato, unos 140 por hora, y no lo defino con mucha exactitud porque tanto el velocimetro como el tacometro cuenta revoluciones, oscilaban unos dos cm a cada lado en la esfera, con lo cual no era muy facil precisar lo que marcaban. Y decidió ponerselo en Andorra.
Para no hacer el viaje solo, logro convencerme de acompañarle, y logro convencer a otro sujeto que nos prestara los dos buzos integrales de cuero que tenía. Él, menudo como era, se enfundo el pequeño que le sentaba como un guante, perfecto, yo con gran esfuerzo logré embutirme en el otro, juro que llegué a preocuparme por la integridad de mis partes nobles, allí aprisonadas sin piedad y con la seguridad de que no aguantarian los 500 km de viaje y mucho menos la vuelta.
Salimos tempranito de Pamplona, y a eso de los 5 kilometros, yo ya me quería morir, entre las vibraciones y el espachurramiento de huevos, no tenía ya presencia de ánimo para continuar, eso sin contar la postura forzada a la que me veía sometido, pero en un alarde de valor me callé.
A la hora y cuarto de salir, primera multa, un Guardía Civil, cruce de mujer y aguila, nos detuvo en lo que se denomina la "recta de Arguedas", una llanura de al menos 4 km y que cuando estabamos al menos a dos km de él ya nos estaba señalizando que pararamos, porque según dijo mas tarde, "circulaban sin retrovisor", cosa absolutamente cierta.
Conseguimos volver a arrancar la moto, a pedal por supuesto, y continuamos.
Zaragoza, a la altura de Malpica, perdemos en marcha un silencioso, esperamos que se enfrie, y lo colocamos de nuevo. Unos kilometros mas adelante, Bujaraloz, perdemos el otro, yo me quito el buzo unos instantes para comprobar que todo esta en su sitio. Colocamos el escape, y media hora más tarde consigo meterme de nuevo en el buzo "Anton Mang" réplica.
Los Monegros, 40 grados a la sombra, paramos tarde a comer, y solo les queda alubias rojas. Con guindillas. Salimos de comer y al poco perdemos un faro de largo alcance, cristal roto. Nos cae una pedregada del 15, ni un sitio para refugiarnos.
Lérida, perdemos de nuevo un escape, lo volvemos a poner, apretamos el otro por si acaso. Se vuelve a caer el faro, allí se queda.
Paramos a pasar la tarde y salimos hacia la Seo de Urgell, donde nos espera su hermano que esta haciendo la mili. Nos ha buscado hotel a buen precio, así al día siguiente, en un plis-plas estamos en Andorra. Se nos hace de noche, faltan unos 40 km para llegar, primer cortocircuito al encender los faros, perdón, el faro de largo alcance. Cambiamos el fusible y decidimos no encender las largas. Segundo cortocircuito sin tocar nada. Último fusible, continuamos. He de decir que con la fresca de la noche, mi mas apreciado tesoro mejoro su estado considerablemente.
Llegamos a las afueras de la Seo, atravesamos un paso a nivel y con el traqueteo perdemos un escape y se funde la instalación electrica definitivamente. Ponemos el escape y continuamos sin luces. Segunda multa por ir sin ellas.
Nos alojamos en el hotel "a buen precio", aparte de los piojos, y de las sabanas sospechosas de no ver el dixan en semanas, decidimos dormir con el buzo puesto para evitar contagios. Logro dormir con la extraña sensación de que me falta algo, y descubro lo que es, las vibraciones de la moto.
Salimos a Andorra, perdemos una tapa lateral, la recuperamos con desperfectos despues de pisarla un coche, la moto ratea, fallos eléctricos, llegamos al taller y elige carenado. Lo instalan y solucionan todos los problemas. Volvemos ese mismo día. Tercera multa, no declaramos el carenado en la aduana. Perdemos otro escape a pesar de las arandelas anti-todo que nos pusierón.
Lo demás siguió con la misma tónica.
Llegamos a Pamplona, dos días mas tarde, recuperé mis erecciones, desde entonces, ropa ancha.
Un saludo.
Paté
Corría el verano del 82, y mi amigo Alfonso, que gozaba por aquel entonces de la "mejor" moto de todos los amigos, una Ducati Vento 350, una venerable monocilindrica de escasa potencia, manillar bajo, asiento monoplaza que por obra y gracia del tuning incipiente y con el desguace de una Ducati Desmo 500, se convirtió en biplaza, con dos faros Cibié de largo alcance, y un escape al contrario de lo que se estila ahora, uno en dos, es decir un cilindro, dos escapes, decició ponerle un carenado integral con la finalidad de dejar de comer mosquitos a las altas velocidades que alcanzaba aquel aparato, unos 140 por hora, y no lo defino con mucha exactitud porque tanto el velocimetro como el tacometro cuenta revoluciones, oscilaban unos dos cm a cada lado en la esfera, con lo cual no era muy facil precisar lo que marcaban. Y decidió ponerselo en Andorra.
Para no hacer el viaje solo, logro convencerme de acompañarle, y logro convencer a otro sujeto que nos prestara los dos buzos integrales de cuero que tenía. Él, menudo como era, se enfundo el pequeño que le sentaba como un guante, perfecto, yo con gran esfuerzo logré embutirme en el otro, juro que llegué a preocuparme por la integridad de mis partes nobles, allí aprisonadas sin piedad y con la seguridad de que no aguantarian los 500 km de viaje y mucho menos la vuelta.
Salimos tempranito de Pamplona, y a eso de los 5 kilometros, yo ya me quería morir, entre las vibraciones y el espachurramiento de huevos, no tenía ya presencia de ánimo para continuar, eso sin contar la postura forzada a la que me veía sometido, pero en un alarde de valor me callé.
A la hora y cuarto de salir, primera multa, un Guardía Civil, cruce de mujer y aguila, nos detuvo en lo que se denomina la "recta de Arguedas", una llanura de al menos 4 km y que cuando estabamos al menos a dos km de él ya nos estaba señalizando que pararamos, porque según dijo mas tarde, "circulaban sin retrovisor", cosa absolutamente cierta.
Conseguimos volver a arrancar la moto, a pedal por supuesto, y continuamos.
Zaragoza, a la altura de Malpica, perdemos en marcha un silencioso, esperamos que se enfrie, y lo colocamos de nuevo. Unos kilometros mas adelante, Bujaraloz, perdemos el otro, yo me quito el buzo unos instantes para comprobar que todo esta en su sitio. Colocamos el escape, y media hora más tarde consigo meterme de nuevo en el buzo "Anton Mang" réplica.
Los Monegros, 40 grados a la sombra, paramos tarde a comer, y solo les queda alubias rojas. Con guindillas. Salimos de comer y al poco perdemos un faro de largo alcance, cristal roto. Nos cae una pedregada del 15, ni un sitio para refugiarnos.
Lérida, perdemos de nuevo un escape, lo volvemos a poner, apretamos el otro por si acaso. Se vuelve a caer el faro, allí se queda.
Paramos a pasar la tarde y salimos hacia la Seo de Urgell, donde nos espera su hermano que esta haciendo la mili. Nos ha buscado hotel a buen precio, así al día siguiente, en un plis-plas estamos en Andorra. Se nos hace de noche, faltan unos 40 km para llegar, primer cortocircuito al encender los faros, perdón, el faro de largo alcance. Cambiamos el fusible y decidimos no encender las largas. Segundo cortocircuito sin tocar nada. Último fusible, continuamos. He de decir que con la fresca de la noche, mi mas apreciado tesoro mejoro su estado considerablemente.
Llegamos a las afueras de la Seo, atravesamos un paso a nivel y con el traqueteo perdemos un escape y se funde la instalación electrica definitivamente. Ponemos el escape y continuamos sin luces. Segunda multa por ir sin ellas.
Nos alojamos en el hotel "a buen precio", aparte de los piojos, y de las sabanas sospechosas de no ver el dixan en semanas, decidimos dormir con el buzo puesto para evitar contagios. Logro dormir con la extraña sensación de que me falta algo, y descubro lo que es, las vibraciones de la moto.
Salimos a Andorra, perdemos una tapa lateral, la recuperamos con desperfectos despues de pisarla un coche, la moto ratea, fallos eléctricos, llegamos al taller y elige carenado. Lo instalan y solucionan todos los problemas. Volvemos ese mismo día. Tercera multa, no declaramos el carenado en la aduana. Perdemos otro escape a pesar de las arandelas anti-todo que nos pusierón.
Lo demás siguió con la misma tónica.
Llegamos a Pamplona, dos días mas tarde, recuperé mis erecciones, desde entonces, ropa ancha.
Un saludo.
Paté