pate
01-25-2005, 04:19 PM
Relato ficticio.
"Cuando supe que sobreviví al cáncer, decidí trasladarme allí donde el cuerpo refleja mejor su alegría, al lado del mar. Ya jubilado mis quehaceres diarios no iban más allá de la lectura y unos paseos por la playa.
De Unamuno intente aprender la sencillez de lo cotidiano, me deje conquistar por la breve novela de la "Tia Tula", y allí descubrí que pueden pasar muchas cosas en pocas páginas.
De Cohelo la sublime, aunque a veces adoctrinadora, manera de disfrutar la vida, su espiritualidad.
Los clásicos me esbozaban la sonrisa que tras un duro tratamiento había desaparecido de mi cara.
Si soy sincero también ocupaba mi ocio en rememorar los amores del pasado, sus dolores, sus venturas, el esbozo de felicidad que a ratos se solía poseer estando enamorado.
Y transcurrian los días, y me fui fijando en ella. Era, como yo era maduro, una mujer madura, no era especialmente bella, pero no carecia de atractivo. Solía observarla en la biblioteca, de reojo. Ella era consciente que yo lo hacía y le delataba su manera de mover el pelo.
Entablamos una amistad que se fue transformando en atracción, en enamoramiento, y pasó a deseo y pasión.
Las visitas a su domicilio se fueron haciendo más frecuentes, yo me embobaba oyendole contar historias de su pasado, de su profesión de Patóloga Forense, y es que me fascinaba el saber que aquel cuerpo menudo, frágil, adorable, había sido capaz de enfrentarse tan de cara a la muerte.
Aquella mañana de primavera me llevo a su garage y allí destapó una lona que ocultaba una obra de arte. Al conocer que yo era aficionado al mundo de las motos, y más en concreto al de las motos clásicas, quiso sorprenderme con un regalo inolvidable, frente a mí tenia una espléndida y restaurada Triumph Bonneville, reluciente, inmaculada, tan seductora como ella, tan discreta, tan atractiva.
El motor ronroneaba pausadamente, sin estridencias, el sonido lleno, grave, ahogado por los escapes perfectamente cromados, era embriagador. Primera, toque de gas, segunda y desaparecí rumbo al centro, con la idea de comprarle a ella un libro que ansiaba para su colección de libros antiguos.
Lo que ocurrió más tarde no tiene importancia, tan solo diré que ya nunca regresé, me cortarón de cuajo el vuelo en el momento más feliz de mí vida, en plena madurez. Dijerón que no fue culpa mia, que fuerón las circunstancias las que me matarón. No importa, solo es importante que lo hice a bordo de un sueño de metal, con una sonrisa en la cara, lleno de vida, y enamorado. Lo demás es intrascendente."
Paté.
"Cuando supe que sobreviví al cáncer, decidí trasladarme allí donde el cuerpo refleja mejor su alegría, al lado del mar. Ya jubilado mis quehaceres diarios no iban más allá de la lectura y unos paseos por la playa.
De Unamuno intente aprender la sencillez de lo cotidiano, me deje conquistar por la breve novela de la "Tia Tula", y allí descubrí que pueden pasar muchas cosas en pocas páginas.
De Cohelo la sublime, aunque a veces adoctrinadora, manera de disfrutar la vida, su espiritualidad.
Los clásicos me esbozaban la sonrisa que tras un duro tratamiento había desaparecido de mi cara.
Si soy sincero también ocupaba mi ocio en rememorar los amores del pasado, sus dolores, sus venturas, el esbozo de felicidad que a ratos se solía poseer estando enamorado.
Y transcurrian los días, y me fui fijando en ella. Era, como yo era maduro, una mujer madura, no era especialmente bella, pero no carecia de atractivo. Solía observarla en la biblioteca, de reojo. Ella era consciente que yo lo hacía y le delataba su manera de mover el pelo.
Entablamos una amistad que se fue transformando en atracción, en enamoramiento, y pasó a deseo y pasión.
Las visitas a su domicilio se fueron haciendo más frecuentes, yo me embobaba oyendole contar historias de su pasado, de su profesión de Patóloga Forense, y es que me fascinaba el saber que aquel cuerpo menudo, frágil, adorable, había sido capaz de enfrentarse tan de cara a la muerte.
Aquella mañana de primavera me llevo a su garage y allí destapó una lona que ocultaba una obra de arte. Al conocer que yo era aficionado al mundo de las motos, y más en concreto al de las motos clásicas, quiso sorprenderme con un regalo inolvidable, frente a mí tenia una espléndida y restaurada Triumph Bonneville, reluciente, inmaculada, tan seductora como ella, tan discreta, tan atractiva.
El motor ronroneaba pausadamente, sin estridencias, el sonido lleno, grave, ahogado por los escapes perfectamente cromados, era embriagador. Primera, toque de gas, segunda y desaparecí rumbo al centro, con la idea de comprarle a ella un libro que ansiaba para su colección de libros antiguos.
Lo que ocurrió más tarde no tiene importancia, tan solo diré que ya nunca regresé, me cortarón de cuajo el vuelo en el momento más feliz de mí vida, en plena madurez. Dijerón que no fue culpa mia, que fuerón las circunstancias las que me matarón. No importa, solo es importante que lo hice a bordo de un sueño de metal, con una sonrisa en la cara, lleno de vida, y enamorado. Lo demás es intrascendente."
Paté.