Chuvi
08-20-2007, 11:43 AM
Muy buenas a todos:
Así sin rodeos, ayer por la tarde tuve un accidente con la moto y afortunadamente pasó nada para lo que podría haber llegado a ocurrir.
El caso es que había estado un par de días viendo a unos amigos en pueblo de la zona del Alto Tajo en Guadalajara y ayer por la tarde salí camino de Denia para ver a otros amigos para seguir con mi verano "gorrón".
Me faltaban unos 10 kilómetros para llegar a la autovía cuando, a la salida de un pueblo, tras un cambio de rasante, un buen hombre y su ciclomotor decidieron cruzarse en mi camino.
Esta noche le he dado mil vueltas a las imágenes del accidente y la verdad es que es sorprendente la cantidad de cosas de las que me acuerdo con total claridad de los dos o tres segundos en los que todo sucedió.
Como os decía, acababa de cruzar un pueblo tranquilamente, vigilando a los críos con la bicis, a las abuelas paseando por la calzada en lugar de hacerlo por los tres millones de caminos aledaños, y al todoterreno enorme que llevaba detrás achuchándome por ir circulando a cuarenta.
Al salir del pueblo comencé a acelerar hasta llegar a noventa o cien por hora, no más, que no había prisa y la autovía estaba ya a escasos kilómetros. Pasado un kilómetro llegué a un cambio de rasante. Al llegar casi a lo alto de éste ví a una persona con un ciclomotor parada en el arcén derecho, con el intermitente izquierdo puesto indicando que la maniobra para cruzar toda la calzada y meterse por un camino vecinal que salía a la izquierda.
En ese momento, el buen hombre, sin mirar, comenzó la maniobra. Digo sin mirar porque yo no le ví girar la cabeza antes de comenzarla y seguro que por el retrovisor no vio nada, pues el sol caía ya a nuestras espaldas. Al ver esto intenté esquivarle cambiando mi trayectoria hacia el centro de la calzada, avisándole a la vez con el claxon y con unas ráfagas.
El hombre en lugar de pararse en el momento, no reaccionó y continuó su maniobra. Yo intenté cambiar la mía y comencé a frenar a fondo viendo como el ciclomotor se hacía cada vez más grande y más cercano.
Unas décimas después choqué contra él, por poco, pero choqué. Estuvo de un palmo, de haber comenzado a frenar dos décimas antes, o de haber circulado cinco kilómetros hora más lento, pero el cóctel estaba ya preparado y había que tragárselo.
Al final toque su rueda trasera, casi a la altura del guardabarros con mi rueda delantera, perdimos el equilibrio y caímos. No me preguntéis cómo pero yo ví como el caía seco, de medio lado y a mi me dio tiempo a tener el instinto de cruzar la moto y ponerla por delante de mi para que no me arrastrase en la caída.
Lo siguiente que recuerdo es encontrarme mirando hacia el cielo, intentando sentir si me había roto algo, si podía respirar. Aparecieron un par de personas delante de mi preguntándome que tal estaba y yo sólo recuerdo decirles que fueran al otro, que creía que lo había matado.
Esos segundos se me hicieron eternos. En ese estado de conmoción no podía distinguir si me dolía algo o no y sólo podía pensar en que quizá acababa de matar a alguien. Por fin conseguí calmarme mínimamente, abrir la visera del casco para poder respirar y empezar a pensar. Noté mi cuerpo por fin, lo cual fue de gran alivio. Me incorporé poco a poco y me fui hacia el corro de personas que rodeaban al señor del ciclomotor unos metros más atrás, temiéndome lo peor.
Cuando llegué a ellos ví que el hombre tenía la cara llena de sangre pero que estaba consciente y podía mal hablar. La ambulancia tardó menos de diez minutos en llegar. Un poco después ya le habían atendido y supe que él no tenía nada grave, aunque el aspecto inicial no era nada bueno, y que se pondría bien.
No imaginais el peso que de repente desapareció. Os aseguro que la incertidumbre de no saber si has podido matar a alguien es angustiosa.
Después de trámites varios con la Guardia Civil, con el seguro, con la familia del hombre y demás, por fin me llevaron a mi también al hospital de Teruel. Allí me encontré de nuevo con el hombre esperando ambos a que nos hiciesen unas placas de rayos X.
Balance final, el hombre, Rafael, dos costillas rotas, la nariz rota y bastantes heridas por abrasión. Yo sólo tengo contusiones en el costado izquierdo que no me dejan respirar del todo bien ni mover el brazo cómodamente. Menos mal que llevaba un buen equipo y bien colocado.
A parte de esto, el susto y la noche que he pasado dándole vueltas a las imágenes de esos dos o tres segundos y a lo que podría haber ocurrido.
En fin amigos, que estoy bien y que llevéis mucho cuidado siempre, cuidadito con las entradas y salidas de los pueblos, en especial en verano, que vayaís siempre preparados y protegidos pues el equipo es lo que ha hecho que yo hoy sólo tenga dolores y poco más.
Yo no paro de pensar como la vida puede cambiar en dos o tres segundos....
Un abrazo.
Chuvi
PS: y en el test de alcoholemia...San Miguel 0,0
Así sin rodeos, ayer por la tarde tuve un accidente con la moto y afortunadamente pasó nada para lo que podría haber llegado a ocurrir.
El caso es que había estado un par de días viendo a unos amigos en pueblo de la zona del Alto Tajo en Guadalajara y ayer por la tarde salí camino de Denia para ver a otros amigos para seguir con mi verano "gorrón".
Me faltaban unos 10 kilómetros para llegar a la autovía cuando, a la salida de un pueblo, tras un cambio de rasante, un buen hombre y su ciclomotor decidieron cruzarse en mi camino.
Esta noche le he dado mil vueltas a las imágenes del accidente y la verdad es que es sorprendente la cantidad de cosas de las que me acuerdo con total claridad de los dos o tres segundos en los que todo sucedió.
Como os decía, acababa de cruzar un pueblo tranquilamente, vigilando a los críos con la bicis, a las abuelas paseando por la calzada en lugar de hacerlo por los tres millones de caminos aledaños, y al todoterreno enorme que llevaba detrás achuchándome por ir circulando a cuarenta.
Al salir del pueblo comencé a acelerar hasta llegar a noventa o cien por hora, no más, que no había prisa y la autovía estaba ya a escasos kilómetros. Pasado un kilómetro llegué a un cambio de rasante. Al llegar casi a lo alto de éste ví a una persona con un ciclomotor parada en el arcén derecho, con el intermitente izquierdo puesto indicando que la maniobra para cruzar toda la calzada y meterse por un camino vecinal que salía a la izquierda.
En ese momento, el buen hombre, sin mirar, comenzó la maniobra. Digo sin mirar porque yo no le ví girar la cabeza antes de comenzarla y seguro que por el retrovisor no vio nada, pues el sol caía ya a nuestras espaldas. Al ver esto intenté esquivarle cambiando mi trayectoria hacia el centro de la calzada, avisándole a la vez con el claxon y con unas ráfagas.
El hombre en lugar de pararse en el momento, no reaccionó y continuó su maniobra. Yo intenté cambiar la mía y comencé a frenar a fondo viendo como el ciclomotor se hacía cada vez más grande y más cercano.
Unas décimas después choqué contra él, por poco, pero choqué. Estuvo de un palmo, de haber comenzado a frenar dos décimas antes, o de haber circulado cinco kilómetros hora más lento, pero el cóctel estaba ya preparado y había que tragárselo.
Al final toque su rueda trasera, casi a la altura del guardabarros con mi rueda delantera, perdimos el equilibrio y caímos. No me preguntéis cómo pero yo ví como el caía seco, de medio lado y a mi me dio tiempo a tener el instinto de cruzar la moto y ponerla por delante de mi para que no me arrastrase en la caída.
Lo siguiente que recuerdo es encontrarme mirando hacia el cielo, intentando sentir si me había roto algo, si podía respirar. Aparecieron un par de personas delante de mi preguntándome que tal estaba y yo sólo recuerdo decirles que fueran al otro, que creía que lo había matado.
Esos segundos se me hicieron eternos. En ese estado de conmoción no podía distinguir si me dolía algo o no y sólo podía pensar en que quizá acababa de matar a alguien. Por fin conseguí calmarme mínimamente, abrir la visera del casco para poder respirar y empezar a pensar. Noté mi cuerpo por fin, lo cual fue de gran alivio. Me incorporé poco a poco y me fui hacia el corro de personas que rodeaban al señor del ciclomotor unos metros más atrás, temiéndome lo peor.
Cuando llegué a ellos ví que el hombre tenía la cara llena de sangre pero que estaba consciente y podía mal hablar. La ambulancia tardó menos de diez minutos en llegar. Un poco después ya le habían atendido y supe que él no tenía nada grave, aunque el aspecto inicial no era nada bueno, y que se pondría bien.
No imaginais el peso que de repente desapareció. Os aseguro que la incertidumbre de no saber si has podido matar a alguien es angustiosa.
Después de trámites varios con la Guardia Civil, con el seguro, con la familia del hombre y demás, por fin me llevaron a mi también al hospital de Teruel. Allí me encontré de nuevo con el hombre esperando ambos a que nos hiciesen unas placas de rayos X.
Balance final, el hombre, Rafael, dos costillas rotas, la nariz rota y bastantes heridas por abrasión. Yo sólo tengo contusiones en el costado izquierdo que no me dejan respirar del todo bien ni mover el brazo cómodamente. Menos mal que llevaba un buen equipo y bien colocado.
A parte de esto, el susto y la noche que he pasado dándole vueltas a las imágenes de esos dos o tres segundos y a lo que podría haber ocurrido.
En fin amigos, que estoy bien y que llevéis mucho cuidado siempre, cuidadito con las entradas y salidas de los pueblos, en especial en verano, que vayaís siempre preparados y protegidos pues el equipo es lo que ha hecho que yo hoy sólo tenga dolores y poco más.
Yo no paro de pensar como la vida puede cambiar en dos o tres segundos....
Un abrazo.
Chuvi
PS: y en el test de alcoholemia...San Miguel 0,0